viernes, 10 de febrero de 2012

…Para reivindicar las DECISIONES COFRADES

Anoche a última hora, cuando el 9 de Febrero daba sus últimos coletazos y la mayoría de los almerienses comprometidos con nuestras tradiciones se hallaban en el Auditorio disfrutando de las primeras sesiones del Concurso de Carnaval, empezó a correr como la pólvora la increíble noticia de que el Alcalde y el Obispo han decidido que la Carrera Oficial de nuestra Semana Santa vuelva al Paseo. Y, tal vez, no debería decir “vuelva” puesto que nunca se llegó a ir pero, este año, el emplazamiento iba a ser otro; Uno reclamado por el colectivo cofrade desde hace tiempo y del que se viene estudiando su posibilidad desde hace años. La Carrera Oficial no va a llegar en 2012 a la Plaza de la Catedral.

El 27 de Enero, en una sesión histórica de la Agrupación, las hermandades y el Obispado daban su visto bueno al cambio de ubicación de la Carrera Oficial y aprobaban su situación en la Plaza de la Catedral “de prueba” este primer año para ver qué resultados se obtenían. Y ahora, de la noche a la mañana, esa reivindicación se la han cargado de un plumazo.

No vamos a buscar culpables tan pronto porque la noticia aún está muy fresca y es imprecisa pero, sin lugar a dudas, es un jarro de agua fría para los cofrades que anhelaban esta realidad desde hace mucho tiempo. Y es que se han dado ya tantas razones para justificar el cambio de la Carrera Oficial que, teniéndola aprobada, volver atrás es casi un insulto al compromiso ciudadano.

De confirmarse la noticia sin posibilidad de rectificación, las cofradías deberían movilizarse contra esta medida y emprender acciones de protesta. Tal vez yo sea muy extremista o exagerado pero, desde mi punto de vista, si sigue el Paseo como destino final yo propondría que las cofradías NO salieran en procesión este año. Y que todas respondieran a esta movilización al unísono para ser tomadas en serio. No es de recibo cómo se ha jugado con la ilusión de un colectivo que, lo único que perseguía con el cambio de Carrera Oficial, era responder a las necesidades de la Iglesia y del Ayuntamiento; Precisamente aquellas instituciones que ahora, al parecer, nos han cortado las alas.

Ir a la Catedral no es un capricho, es una obligación que persiguen los cofrades que quieren que sus procesiones sean una Estación de Penitencia con un sentido religioso pleno, tal y como nos enseña la doctrina de la Iglesia. Pero es que, además, recuperar el Casco Histórico es una demanda del Ayuntamiento y, ahora que las cofradías aportan su granito de arena para ayudar a conseguirlo, resulta que el Consistorio parece no estar conforme con esta medida. Es el mundo al revés.

Ambas Instituciones se acaban de ganar la repulsa de un buen número de fieles almerienses tanto si son como si no son las responsables porque el rumor, desde su nacimiento, apunta directamente hacia ellas. Aunque intenten reparar esta ofensa el daño está ya hecho y, una vez más, la sinrazón parece que vuelve a ser el eje sobre el que giran las decisiones municipales, tanto las políticas como las religiosas.

¿Qué ha sido lo que ha pasado para tomar esta decisión tan drástica? No tengo ni idea pero os prometo que voy a enterarme y a hacer todo lo posible por entenderla porque, quién sabe, igual hay una razón de peso por mucho que nos duela. Aunque nos va a costar asimilarla…

jueves, 9 de febrero de 2012

…para recordar cuando me presenté a Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío


Aquel no era mi momento, eso quedó claro desde primera hora. ¿A dónde iba un joven de 32 años a coger las riendas de una hermandad tan grande? Sin embargo, ahora que aquello se puede mirar con la perspectiva que otorga el tiempo, sí que es cierto que era algo que tenía que pasar. 

La Hermandad del Rocío de Almería estaba atravesando uno de sus peores momentos con una Junta Directiva agotada por el esfuerzo de la construcción de la casa hermandad de la aldea, en el momento de mayor fractura interna entre los hermanos y, para colmo, sin nadie que se presentara a Hermano Mayor. Se prorrogó el plazo de presentacón de candidaturas y empezó a planear sobre nuestras cabezas el miedo a que fuera una gestora elegida desde Palacio la que se hiciera cargo de la hermandad y eso no se podía permitir porque dice muy poco a favor del colectivo rociero almeriense.

La Virgen del Rocío sabe que la devoción de los almerienses es sincera y que, en situaciones así, es preciso activar algún resorte para volver a poner el mecanismo en funcionamiento. Por otro lado, yo no quería ver a mi hermandad en manos de una gestora y, antes de que eso sucediera, estaba dispuesto a presentarme como candidato y coger las riendas de la hermandad si llegaba a darse el caso.

Fue una decisión valiente pero errónea a título personal. Yo no estaba preparado para hacerme cargo de la hermandad y muchos de mis hermanos rocieros reaccionaron ante el riesgo que preveían. ¿Era ese el plan de la Virgen?, ¿que mi inquietud fuera el resorte? Ni lo sé ni soy quién para autoproclamarme “herramienta divina” pero, sea como fuere, mi decisión de presentarme a Hermano Mayor sirvió para que la Hermandad reaccionara, recobrara la vida.

De la noche a la mañana la hermandad rociera almeriense era un hervidero: unos a favor de que mi propuesta de Junta directiva prosperara y otros en contra pero, indiscutiblemente, todos movilizados. Enseguida se organizó una candidatura paralela y, de la apatía inicial, se pasó a la presencia de dos personas dispuestas a entregarse a la Hermandad con sus equipos humanos correspondientes. De no haber nadie se paso a la presencia de más de treinta personas decididas a trabajar por la hermandad. Por eso no me arrepiento de haber dado aquel paso. Porque, a día de hoy, soy consciente de que lo importante no era ganar aquellas elecciones sino que, en realidad, lo importante era mi inquietud inicial; Impedir que la apatía dejara a la Hermandad sin capitán y sin rumbo.

Aquella campaña electoral fue un duelo fratricida en el que los jóvenes que nos habíamos organizado recibimos leña por todas partes. Por eso hoy quiero pedir perdón a todos los que, por mi culpa, estuvieron de mala manera en boca de los demás. No se merecían las descalificaciones a las que fueron sometidos por el simple hecho de confiar en mí y de, como yo, querer a la Hermandad de Almería. Que yo no estuviera preparado para el cargo que perseguía no significa que los demás tampoco lo estuvieran y, además, las buenas intenciones y las nuevas ideas no deben ser abatidas con tanta dureza porque eso es lo que provoca la tensión que, entonces, tenía tan dividida a la hermandad.

La noche de las votaciones se puso de manifiesto muchas realidades. Por un lado el resultado electoral (93 votos para Miguel Tijeras contra los 65 obtenidos por mi candidatura) reflejaba que más del 40% de los hermanos habían participado en aquella votación. Un porcentaje muy elevado si tenemos en cuenta el porcentaje habitual de participación en los procesos electorales de nuestras hermandades y cofradías que ronda a duras penas el 20% del censo de cada una de ellas. De ese importante número de hermanos, otro 40% me mostraban su apoyo a pesar de mi inexperiencia y ponían de manifiesto que, efectivamente, existía una fractura importante en el seno de la hermandad pues, ante dos listas tan opuestas, casi la mitad de los hermanos se decantaban por cada una de ellas.

Era la segunda vez en la historia de la hermandad que se presentaban dos listas para unas elecciones y, a todas luces, se puso de manifiesto que una de ellas nació única y exclusivamente para evitar que saliera elegida la que yo encabezaba, como lo demuestra el hecho de que el numero uno de la otra lista no estaba decidido. Primero Luis Vizcaíno, que decidió abandonar sabiamente la contrapropuesta, y, después, Miguel Tijeras, que se encontró con el papelón de rebote y que fue quien terminó pagando la desconfianza que algunos hermanos tenían en mi persona. Miguel fue un buen Hermano Mayor pero, si por él hubiera sido, seguramente ni se habría presentado a aquellas elecciones.

Hoy no me importa reconocer que me equivoqué de cabo a rabo con aquella decisión y que no di un solo paso a derechas para ganarme la confianza de nadie. No consulté con nuestro Consiliario, no consulté con el Hermano Mayor saliente para conocer la letra pequeña de la responsabilidad de formar una Junta Directiva, no supe evitar que la desconfianza fuera el principal valor que sobrevoló aquellas elecciones, no supe ver el “juego sucio” con el que se nos estaba presionando desde el otro lado y, finalmente, tampoco supe asimilar mi derrota en un primer momento. Estaba ciego de rabia porque no entendía que se cebaran contra mí cuando mis intenciones eran tan nobles. Ya sabéis… Las cosas no se resuelven en caliente, hay que contar hasta diez antes de abrir la boca…

Miguel Tijeras fue un Hermano Mayor de transición, un personaje necesario para dirigir a la hermandad mientras ésta asimilaba la evidente división de sus hermanos. En ese tiempo se fue forjando la que sería la siguiente Junta Directiva, la de Raquel Criado. Una Junta que ha sabido incorporar a la juventud en el trabajo de los rocieros almerienses en comunión con los mayores. Una Junta que, poco a poco, ha conseguido limar las asperezas que existían y que está consiguiendo borrar esa división otrora tan evidente. Aparte de que, a nivel personal, Raquel me está enseñando cuáles fueron todos mis fallos. A los dos nos mueve la misma inquietud y perseguimos iniciativas muy parecidas, pero ella sabe cómo hay que hacer las cosas y yo, cuando me presenté a Hermano Mayor, no sabía hacerlas.

Mi padre fue el primero en oponerse a que me presentara a Hermano Mayor y, de hecho, no acudió a depositar su papeleta el día de las votaciones. Valoraba mi buena intención pero sabía cuáles eran mis limitaciones. Y yo, como hacemos todos los hijos, no supe ni quise escucharle porque me cegué en querer demostrar mi valía y que todos los demás se equivocaban. Afortunadamente, estando aún vivo le reconocí que lo mejor que me pudo pasar fue perder aquellas elecciones y él, orgulloso de mí, me dijo que ya llegaría mi momento pero que no tuviera prisa.

¿Volveré a presentarme a Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío de Almería? Yo creo que sí. Es tanto el amor que siento por mi hermandad que sé que le debo al menos tres años de trabajo, esfuerzo y sacrificio para glorificar su nombre y el de la Santísima Virgen del Rocío. Pero, de momento, aún tengo muchas cosas que aprender antes de que eso ocurra.

miércoles, 8 de febrero de 2012

…Para hablar de la monarquía española


¡Cuánta caña se le está dando últimamente a la Casa Real!... Y no hablo del caso Urdangarín, que esa es harina de otro costal que sí que tiene lo suyo, sino de la persecución incansable, destructora y destructiva que persigue, tanto a S.M. Juan Carlos I, como al resto de su familia.

Que si “a esos vagos les pago yo su sueldo con mis impuestos”, que si “a mí no me representan”, “España tendría que ser ya una república”… Pues, ¿Qué queréis que os diga? Yo pienso todo lo contrario: me parece imprescindible la figura de la monarquía en nuestro país,  soy consciente de lo mucho que el Rey se esfuerza por el bienestar de los españoles y, por tanto, me parece justo realizar una aportación económica para que el Rey realice su dificilísimo trabajo.

Me parece innecesario argumentar defensa alguna a la afirmación de que el Rey trabaja pero, por si aún hay quien piensa lo contrario, invito a que le preguntéis a los políticos si esta afirmación es cierta o no. Todos dirán que sí, aunque algunos apostillarán que las funciones que realiza el Rey podrían ser asumidas por el gobierno de turno.

Y ahí es donde veo yo la necesidad de la existencia de la monarquía; En eso del “de turno”… Los gobiernos podrán cambiar, podrán ser de izquierdas o de derechas, o de extrema izquierda o de extrema derecha, o de centro o de cualquier otra cosa que se os ocurra… ¡Qué follón! ¿Cuál de todos representaría a todos los españoles? ¿Cada vez uno? A mí me parece que no porque, ¡Es ahora con el PSOE y el PP “ná” más y mira cómo nos quejamos todos…! Por eso es necesario que exista una figura que otorgue estabilidad, una que esté al margen de ideologías políticas y que su trabajo sea el de representar de verdad a todos los españoles, una que se llame, por ejemplo, monarquía.

¡Sí!, sí… Eso del Rey y “toa la pesca”… Si el Rey quiere representar a todos los españoles tiene que ser ejemplar. Una persona cuya actitud, valores y comportamiento personales sean válidos para encajar en cualquier persona, independientemente de su ideología. Es decir: un tío honrado y trabajador que no puede hacer nada que favorezca más a unos que a otros porque todos se merecen las mismas oportunidades y que, además de ser así de ecuánime, luche por conseguir lo mejor para todos a la vez que está a nuestro lado para resolver nuestros problemas. Si lo pensáis, sobre todos quienes sois padres, es como si fuera un padre de familia. Y por eso, digo yo, es por lo que debe existir una Familia Real. Porque una familia es la mejor manera de representar los valores que defiende y representa la monarquía, valores que van mucho más allá de las ideologías políticas y que también existen en cada uno de nosotros.

De un plumazo acabo de argumentar que la monarquía representa el equilibrio del país y, además, a todos sus ciudadanos. Me parece que, solo con eso del equilibrio, ya empieza a parecer necesaria, ¿No? A ver… ¿habéis visto Piratas del Caribe III? El Capitán Tigg es el capitán que defiende el Código Pirata sobre todas las cosas. Y ya sabéis cómo son los piratas… Ahora llega uno que pasa tres pueblos del código, que es una amenaza para los demás y… ¿Qué hace el Capitán Tigg? ¡Le vuela la cabeza! Porque, por muy pirata que seas, el código es la ley y, la ley, se respeta. Pues, llevado a una sociedad civilizada, eso es lo que hace el Rey: mantener el orden constitucional.

Pero, aparte de mantener el orden, os decía antes que, como cualquier padre de familia, el rey quiere lo mejor para los suyos. Y los suyos somos nosotros. Así que el Rey planea proyectos y también participa en otros que le proponen. Y lo hace con transparencia porque nos lo debe y en busca de nuestro beneficio.

Desde diciembre de 2011 todos los españoles podemos consultar cómo se gasta la Casa Real la asignación que le otorga el gobierno y que sale de los Presupuestos Generales del Estado que, efectivamente, salen de nuestros bolsillos. Que no os engañen las cifras astronómicas de las que se habla porque no debéis olvidar que “La Casa Real” y “La Familia Real” son conceptos diferentes. Uno, evidentemente, mucho más grande que el otro, lo que ya no hace tan astronómicas esas cifras.

Si, claro… Pero es que, aparte, el Rey cobra una fortuna…” ¿Os parece justo el sueldo de un bombero o un policía en relación al trabajo que realiza? ¿Cuánto le pagarías a un tío que sabes que te va a librar de Tejeros y personajes similares? ¿Y a uno que, aparte de eso, también anda de aquí para allá en busca de nuestros intereses comunes? ¿Y a uno que, aparte de esas dos cosas, también está en vela las veinticuatro horas del día para consolarte si sufres una desgracia o para calmarte si tienes miedo?

Si aún así seguís pensando que la monarquía es innecesaria no os pienso quitar vuestra opinión pero… ¿Todos los que he dado no os parecen motivos más que suficientes como para que, a cualquier otra persona, le pueda parecer necesaria la figura de la monarquía?

Si no existiera la Casa Real estoy convencido de que el dinero que cuesta nos lo seguirían cobrando los gobiernos de turno porque, total, llevamos toda la vida pagándolo y argumentarían que hay que seguir haciendo sus funciones… Pero claro, ¿Quién se fía a pies juntillas de cualquier político, sea del color que sea? Pues mira, para que se lo lleve otro de mala manera, yo prefiero que, al menos, haya uno que me justifique cuánto vale el trabajo que hace.

Para terminar, y como comentario totalmente anecdótico, no quisiera dejar de recordar que, además, históricamente las monarquías son un cúmulo de aventuras increíbles y de momentos épicos, unos buenos y otros no tanto, que a mí, personalmente, me encantan porque dibujan a lo largo del tiempo la personalidad de un pueblo. Y sus entresijos molan mazo.

jueves, 2 de febrero de 2012

...para hablar de nuestra nueva Carrera Oficial

El 27 de enero la Almería cofrade dio un paso de gigante para dotar de un mayor sentido y significado a nuestros desfiles procesionales aprobando la propuesta de trasladar la Carrera Oficial a la Plaza de la Catedral. Es una iniciativa largamente demandada y que se debería aprovechar para reivindicar el papel que las cofradías juegan en la Iglesia Católica y, en menor medida, para resolver algún que otro problema estético que, a mi parecer, es momento de atajar.

El Concilio Vaticano II recuperó el concepto de religiosidad popular y, con él, otorgó a las hermandades y cofradías un papel fundamental dentro de la Iglesia. Las agrupaciones de devotos eran un nuevo y fecundo campo de personas con un profundo sentimiento religioso a quienes había que orientar para darle un sentido a su devoción. De esta manera nacía la figura de los directores espirituales y/o Consiliarios; los sacerdotes encargados de catequizar a esas masa de devotos.

La Carrera Oficial se va a la catedral, lo ha pedido el pueblo y lo ha hecho porque reclama un mayor sentido religioso para nuestras procesiones. No cabe duda de que la labor que empezaron a realizar los Consiliarios en las hermandades ha sido de provecho para los hermanos con el paso de los años. El pueblo laico exige incorporar la ESTACION DE PENITENCIA como eje fundamental de nuestras procesiones y, con ello, es el propio pueblo quien pide que su devoción tenga un sentido religioso profundo. Que se haya conseguido este primer paso es un acierto evangelizador de proporciones hasta ahora desconocidas en Almería.

Ahora la Iglesia tiene que poner de su parte un poco más y, respondiendo a ese hambre de Dios que tienen las hermandades, no debería dudar un segundo en alimentarlas. ¿Qué se pide? ¿Un monumento ante el que rendir pleitesía? ¡Pues hagámoslo!  ¡Y cuanto más espectacular mejor! El Obispado puede aprovechar esta ocasión única y subirse al  carro cofrade. Si el derroche de arte de nuestros pasos puede servir para conmover las almas cristianas de los almerienses, ¿Cuánto podría conmover un monumento excepcional? Dios está también en la estética y ese es el carro que debe aprovechar ahora la Iglesia para, de paso, continuar catequizando en comunión con las cofradías.

Es el momento de dotar de toda la seriedad que se merece al momento íntimo de postrarse ante el Cuerpo de Cristo en procesión. Almería puede hacerlo a las puertas del primer Templo de la Diócesis ante todo el pueblo y, precisamente por esto, tenemos que demostrar cuán importante lo sentimos los cofrades.
Yo, personalmente, creo que este avance nos ofrece la posibilidad de situar al espectador en el lugar que se merece y reordenar el desorden de los medios de comunicación. A mi entender es el momento de que las sillas inunden la calle Cervantes y la Plaza de la Catedral, de que la tribuna Oficial no entorpezca la visión a los almerienses y de que los medios de comunicación no paseen libremente entre penitentes, pasos y bandas, mientras las cofradías discurren por la Carrera Oficial.

La Tribuna de autoridades a la puerta de Palacio, detrás del mar de sillas, y la tribuna de prensa, pequeñita, también detrás, al lado de la otra. Que no es necesario estar en primera línea para contar lo que también se puede contar desde el fondo de la plaza sin estorbar a nadie. Y la tele… ¡Ay la tele…!

En mi ilusión por soñar con una carrera Oficial ideal, había dibujado el lugar en el que situar a los medios para que pudieran desempeñar su trabajo sin enturbiar el entorno y, si quieren, estaré encantado de compartirlo con la agrupación por si, en mis fantasías, existiera alguna medida interesante sobre la que trabajar. Y, si no os la cuento en esta entrada, es porque se trata tan solo de un borrador que no conoce todos los matices a tener en cuenta y que, por tanto, podría hasta resultar ridículo expuesto así, tan en frio y a vuelapluma.

Pero si algo tengo claro es que el traslado de la Carrera Oficial a la Plaza de la Catedral va a resultar mucho más beneficioso de lo que imaginamos y que, aprovechando que empezamos a movernos en un “mundo nuevo”, es también el momento de revisar todos los factores implicados en busca de mejorar nuestros desfiles procesionales tanto en la Fe como en su puesta en escena. Enhorabuena Almería, pasito a paso avanzas hacia una Semana Santa plena de sentido.