miércoles, 3 de julio de 2019

El cuento de la rocina marismeña




Siempre he dicho que, si fuera un animal, sería un caballo. Me encantan. Su silueta y su porte, la firmeza de su cuello, su mirada... Muchas alabanzas, la nobleza es la más conocida, son las que definen a este esbelto y bello animal.

Hace poco he conocido el origen del nombre del bosque de las Rocinas, qué son esas rocinas. Por norma general, el rociero tiende a pensar que se trata de algo relacionado con la vegetación. Y resulta que no es así, sino que está vinculado al animal. Y, la rocina, es el femenino del rocín. Y, el rocín, es un caballo. De ahí el nombre del mítico Rocinante, cabalgadura del legendario Quijote.

El bosque de las Rocinas, es el bosque de las yeguas. La Virgen de las Rocinas, es la Virgen de las yeguas marismeñas.

Y a mí me encantan los caballos. Y a mí la Virgen me cuenta cuentos...

Era el segundo año que me echaba al camino con Almonte, a pie tras el Simpecao. Mis motivaciones: mi hermana, un amigo y yo mismo. Ellos por sus cosas y yo por la satisfacción de poder compartir esta peregrinación con el pueblo de la Virgen, porque soy uno más de los que entienden cómo es de grande Rocío. Hasta dónde hunde sus raíces...

Fue un camino particularmente duro pero bellísimo. Arenas tan secas y tan sueltas eran una penitencia bastante considerable y, sin embargo, la belleza de todo lo que estaba viviendo esfumaba cualquier lamento posible. La fe de los peregrinos, la generosidad de Almonte, la complicidad entre personas y caballerías...

Caballerías... Qué bonito me resulta disfrutar de todas las emociones que me inspiran los caballos en el camino de Almonte.

Ocurrió al final del camino, en el templete del arco mariano donde se reza la última de las Salves que se le van ofreciendo a la Virgen y se entra ya en la aldea. En ese último tramo, el de las parcelas, la convivencia entre peregrinos y caballistas había sido tensa porque los jinetes rodeaban a los de a pie e incrementaban la presencia de polvo, dificultándoles la respiración. Resultó difícil en un par de ocasiones lograr que marcharan en su lugar.

Frente al templete estábamos mezclados peregrinos, jinetes y monturas. Y, entonces, pasó.

Sentí el golpe brusco de la cabeza de un caballo contra la espalda y como, a continuación, se refrotaba contra mí. Sabía que no era peligroso, pero no le daba ninguna otra relevancia.

“Ohhhhh ¡Mira cómo le hace cariños!” escuché entonces.

Dos voces sonaron unos metros por detrás de mi oído izquierdo y le dieron explicación a lo que acababa de ocurrir. La yegua volvió a golpearme y a refrotarse. Me dí la vuelta, le palmee el cuello y le hice caricias mientras le decía cosas bonitas mirándole uno de sus grandes ojos. Volvía a darme la vuelta.

Se repetía la secuencia. La yegua volvía a frotarse, yo volvía a quererla... Me encantan los caballos...

Me hizo quererla tanto en ese momento que terminé rezándole la Salve al oído, contándole así lo grande que era la Virgen. Y, sin embargo, creo que fue la rocina quien mejor me la contó.


lunes, 13 de mayo de 2019

Pregón a la Hermandad del Rocío de Almería. 12 - 05 - 2019

 
Si dejaste de ir a verla
Por las vueltas de la vida
Si el caprichoso destino
Te hizo ver que no podías
Si soñaste con caminos
Que no fueron romerías...

Si dejaste de ir a verla
Por las vueltas de la vida...

Si es algo que nunca has hecho
Pero crees que deberías
Si te mueve la jarana
O la fe, ¡la fantasía!
Si sospechas que el Rocío
Va a llenarte de alegría

Si es algo que nunca has hecho
Pero crees que deberías...

Si, por fin, este es tu año
Y estás contando los días
Si te vienes de planchao
O vienes con la mochila
Si has empezao con los cultos
Si irás solo en romería

Si, por fin, este es tu año
Y estás contando los días...

Si esperas que mis palabras
Resuelvan tu disyuntiva
Si de mi labia depende
Conseguir que te decidas
Si es labor del pregonero
Postularse en la porfía
Escúchame un segundito
Que voy a alegrarte el día

La Virgen quiere que vengas
Rociero de Almería

No le importan las maneras
No le importa cuántos días
Le importa si vienes solo
Si viajas en compañía
Le importa la carretera
Tus cansancios, tus fatigas
Le importas en el camino
Y ¡sobre todo! En la ermita

Quiere verte con sus ojos
Y comprobar Ella misma
Qué frasco te hace más falta
De esencias de la marisma

Se acuerda mucho de ti
Es verdad que no te olvía
Al fin y al cabo es tu Madre

Si fueras ella, ¿qué harías?

Vengo a contarte que, en breve,
Celebra su romería
Que es el momento oportuno
Para irse de visita
Porque el Espíritu Santo
Que es el motor de la vida
En la aldea del Rocío
Va a rondar por esos días

Me ha nombrao su pregonero
Y me ha pedío que te diga
Que te dejes ya de excusas
Que hay respuestas si confías
Que, si quieres, con su manto
Te quita las tonterías
Y, con la ayuda de Dios,
Te da un chute de energía

Que lleva mucho esperando
Que te busca cada día
Que, a veces, en la distancia
te hace algún guiño meloso
Pa que veas que no te olvía

Que ya tiene preparaos
Los senderos a su ermita.
Doñana está inmaculao
Gloria de arenas benditas
Y hasta Dios está pendiente
Por si llegas de visita

Que tú alistes los arreos
El neceser, la comida.
Que se merece el esfuerzo
De que te cojas los días
Y que tié pa regalarte
Mucho más de lo que pidas
Que no hay pena ni lamento
Que no cure la alegría
¡Que te vengas al Rocío!
¡Y vengas con Almería! 


(INTRODUCCION)


“- Mamá. Pues, ahora que el niño acaba de confesarse para la primera comunión, podría ser el ‘Sin pecado’ de la hermandad...
- Yo quiero, yo quiero, yo quiero, yo quiero. Yo quiero ser el Simpecao...”

Queridos (sacerdotes: de mayor a menor), estimados (políticos: de mayor a menor), Presidenta de la Agrupación de hermandades y cofradías, Hermano mayor de nuestra querida Hermandad del Rocío de Almería, hermanos... Familia...

El niño no tenía ni puñetera idea de lo que era un Simpecao. ¡Ni papa! Pero, ya desde el principio, tenía la misma ilusión e inquietud que, a día de hoy, sigue teniendo cuando de ponerse al servicio de la hermandad se trata. Así de dispuesto desde el primer día. Lo mismo para ser el Simpecao que para cantar en el coro, ser directivo, tamborilero, candidato a Hermano Mayor e, incluso, para ser el pregonero.

O, ¿Qué pensabais? ¿Que nunca había soñado con estar aquí? ¿Con estar frente a este atril? ¡Pues claro que sí! Incluso, durante mucho tiempo, fantaseé con cuál sería la fórmula con la que abriría mi pregón.

Apoyaría las manos en el atril, lo miraría orgulloso y le diría: “Qué ganas te tenía... Pero qué miedo me das”

Ni puñetera idea del miedo que da en realidad...

Y es que, el miedo de acariciar este atril, no es un miedo que nace cuando empiezas a subir esas escaleras, ¡Qué va! Nace en el mismo momento en que te sientas a escribir y compruebas que no te quedas conforme con lo que escribes ni a la primera, ni a la segunda, ni siquiera a la tercera.

Llevo toda mi vida en la hermandad. Aquí he vivido de todo. Y sabéis que no es poco lo que he vivido. Es tanto Rocío el que llevo dentro... Es tanto Rocío el que me ha dado la Virgen, el que me habéis dado vosotros, que me da miedo no saber devolverlo en su justa medida.

¡Tan grande como me veis, tan pequeño como me hago delante vuestra!

Así que, con vuestro permiso, para ir calentando motores y cogiéndole el aire a esto de pronunciar un pregón, permitidme que sean los formalismos quienes me vayan desatando los sentimientos. Dejadme que, siguiendo el habitual protocolo de cualquier pregón, mis palabras dibujen ahora, y en primer lugar, el agradecimiento para mi presentadora. Y, luego, que sea lo que la Virgen quiera.

Marienca, mi hermana mayor... La que, en 1984, y en la puerta de la vieja Iglesia de Santa Teresa que estaba en la calle Soldado Español, le hizo a mi madre el chiste de que yo podría ser el “Sin pecado” de la hermandad porque estaba recién confesado... Mi hermana Marienca, mi debilidad...

El día que le dije que me habían designado pregonero se le iluminó de felicidad la cara. Y no le tembló la voz para proponerse como presentadora. Me contó que, el día que pregoné a la Hermandad de Garrucha, un inolvidable 22 de abril de 2017, le resultó curioso lo diferente que había sido la presentación que ella habría hecho de la que, en aquella ocasión, me hicieron.

Y... ¡No! No es que nuestro querido Jacinto lo hiciera mal, ¡para nada! ¡Con tó lo bonico que es! Fue, simplemente, que ella tenía otra perspectiva de presentación. ¡Incluso en las formas. Tanto es así que os puedo asegurar que, por si acaso, mi hermana se ha visto otros pregones y a otros presentadores porque no sabía si, lo que se le había pasado por la cabeza, era algo que se salía de los cánones y de las leyes no escritas del protocolo de presentación de pregoneros.

Aquí no hay leyes, Marienca. Aquí quien manda es la Virgen y siempre se dan por buenas las cosas que Ella inspira. Y lo has bordao...

Gracias por tus palabras. Si os digo que me siento súper orgulloso de mi hermana Marienca, que sepáis que no es solo porque haga presentaciones tan mágicas como esta con la que acaba de sorprenderme o porque cuide de mí como ni yo mismo soy capaz de darme cuenta. Me siento orgulloso de ella, sencillamente, porque es enorme. Te quiero.

Dicho esto, comencemos:


(LA HERMANDAD DE ALMERÍA)


Para cuando Ángel Saez se vino a encontrar con El Compadre en el Palmer y este hizo que el Espíritu Santo anidara en su pecho, el Pastorcito ya se había encargado de tocar el corazón de otros tantos almerienses para que fueran a la aldea a conocer a su Madre. Me quiero acordar ahora de Emilio Salvador y Loli Soriano quienes, por su inolvidable tienda de trajes de flamenca “Sayso”, tenían mucho contacto ya con aquella parte de Andalucía.

La historia podría haber sido otra totalmente diferente a la que es. Sembradas muchas semillas solo era cuestión de que una de ellas germinara. Y, finalmente, quiso la Virgen que fuera Ángel quien tomara las riendas de un proyecto que hoy es esta bendita realidad a la que llamamos Hermandad del Rocío de Almería.

Era 1983...

Granada nos dio el primer aliento. Es por la ciudad de la Alhambra por la que yo puedo sentirme uno más de los que formamos el embrión del que nació esta hermandad. No en balde Granada fue el argumento con el que Guillermo Mora encandiló a mi madre, granaína y del Albaicin, para que conociera esta nueva inquietud rociera que estaba germinando en Almería. Mi madre con mi padre y, con ellos, nosotros. Que, al principio, la hermandad se iba haciendo por familias...

Para cuando hice la comunión, un 3 de junio de 1984, ya estaba harto de jugar con Pedro Blesa, Paco Vizcaíno, Vicky, Inma Ferrer, Inma López y Ana Luisa, en el primer local que acogió a la hermandad: El número 27 de la Avenida de Montserrat. Y, en mayo de 1985, otro número 27, esta vez el de la calle Juan Lirola, se estrenó como nueva casa acogiendo la segunda cruz de mayo que montaba la hermandad. Anda que no duraron tiempo las flores de papel que hacían de falso techo en el salón. Ese salón al que le vimos las falsas vigas de madera por última vez antes de ayer, viernes también de mayo, y que, durante 34 años ha sido el salón más bonito de mi casa; De la de cada uno, de nuestra casa.

Vamos creciendo y vamos evolucionando. Ahora, en lugar de un 27, será un número 28 el que nos acoja: uno que rotula una esquina de la calle Murcia y que ha querido empaparse de Rocío porque, desde el piso de arriba, Anita la pequeña le contó durante muchos años lo bien que madura un corazón cuando late a compás de sevillanas y emociones rocieras.

Y es verdad que no será la casa definitiva, y es verdad que la de Juan Lirola tendrá siempre un sabor especial. Pero seamos honestos, ¡¿Qué mas da?! Nuestra hermandad tiene humildad y arte suficiente como para vivir con sencillez el tiempo que necesite. Así, cuando la Virgen quiera, tendremos, no ya una casa, sino un casoplón: Uno del que Almería se sienta orgulloso; Una casa en la que quepa el cariño de una ciudad entera... Y, si me dejáis soñar, ¡hasta sus carretas!

Tal vez nosotros no la veamos, o tal vez sí, pero no debemos olvidar que la hermandad está fundada para pensar y sentir en siglos... Así que gocemos de haber disfrutado de una etapa de treinta y cuatro años con la misma alegría con que vivimos una primera de dos; Que esta que empieza ahora dure lo que tenga que durar y, la hermandad, que dure siempre y no deje de crecer nunca.

Durar... Crecer... El paso de los años... De lo que éramos a lo que somos.

Hoy, aquí sentados, hay muchos rocieros almerienses a los que ya no les suenan nombres como los de Maruja “la bienpeiná”, Manolo Daroca y Ángela, Antonio López Jacinto, Martín Martínez, Lolita Sierra o Paco Callejón... Antonio “El Pinzas”, Gonzalo, Julián... Rafael Saldaña, Encarnita...

Hoy, aquí sentados, ya hay rocieros almerienses que no ven más allá de mí si les dices Pepe Leyva...

El sentimiento de hermandad es un paradigma que se crea poco a poco y para el que hacemos falta todos. No basta con decir que somos hermanos porque nos reúne la misma Madre, la que nos cautiva bajo el bendito nombre de Rocío, sino que hay que construir la experiencia. Y la experiencia se construye a base de vivencias y a base de recuerdos. Y no solo de los bonitos, no, sino sobre todo de los difíciles... el sentimiento de hermandad se crea cuando, de verdad, sientes que quien tienes alrededor es un apoyo: alguien que vive y muere por ti y por tus cosas como por las suyas propias.

En esta hermandad lo aprendimos muy pronto cuando Rosi, que no tenía ni los veinte cumplidos, fue la primera rociera almeriense en subir a las marismas eternas. ¡Tan joven y la primera! Aquella fue una de esas experiencias particularmente dolorosas que sirven para asentar los cimientos de una verdad inquebrantable: somos una familia. Quiso la Virgen llevarse un alma joven para que todos sintiéramos de manera especial ese vínculo que nos une. Porque Rosi era la hija de, la sobrina de, la prima de, la amiga de, el amor secreto de... La hermana de... Aquello nos tocó a todos y la conciencia colectiva creó de inmediato en mayores y pequeños el sentimiento común de familia.

Luego, claro, una vez que ya se ha vivido juntos la primera pena gorda, se disfruta mucho más de las alegrías... La bendición del Simpecao, la erección de la hermandad y el Rocío de 1986, el primer homenaje rociero a la Inmaculada...

Vivencias y recuerdos... Los que ya estábamos y los que seguían llegando... Las experiencias que ya nos habían unido y las que no dejaban de producirse con cada nueva incorporación. Toda la maquinaria emocional en funcionamiento y perfectamente engrasada para seguir construyendo sentimientos de hermandad.

Hermandad... Un paradigma que se crea poco a poco y para el que hacemos falta todos. Los de ayer y los de hoy. Vivencias y recuerdos que nos confieren una identidad común y que nos pone a todos los mismos apellidos: Del Rocío - De Almería.

A lo tonto Marchena esos apellidos llevan ya treinta y seis años identificando rocieros almerienses. Treinta y seis años... Y no hemos parado de sumar experiencias, de acumular vivencias, de crear y compartir recuerdos. ¿Os habéis parado a pensar cuánta gente ha podido formar parte de nuestra nómina de hermanos en todo este tiempo?, ¿Cuánto Rocío hay ya por las calles de Almería?

Os voy a contar algo... A pesar del esfuerzo, a pesar de las horas de trabajo que ha supuesto y de los errores que he cometido en la tarea, el adecuar la nómina de hermanos del viejo sistema de familias al actual de fichas individuales me ha proporcionado una satisfacción personal inmensa.. Llamar a tantos hermanos, hablar de nuevo con Romualdo, con Concha María, comprobar feliz como las tres hermanas Mingorance son ahora otras tres familias de Mingorances... Desde mi privilegiada posición de secretario y hermano de los del 83 os lo puedo asegurar sin temor a equivocarme: hay mucho Rocío ya por las calles de Almería.

Sin embargo, dicen los hermanos antiguos que es una pena que, hoy día, se haya perdido esa cercanía que tenía la hermandad en sus inicios. Se lamentan porque creen que escasea la convivencia y argumentan por ejemplo que, en la casa de la aldea, se forman grupos y no todos interaccionan con todos.

Vamos a ver, hermanos antiguos, que os voy a tirar de las orejas...

Al principio éramos treinta, cincuenta, cien familias y nos conocíamos todos; Sí, es verdad. ¡Y estábamos todos en el coro! Pero no podemos vivir pensando que el pasado fue mejor. La hermandad no son solo los Vizcaíno, los Ferrer, los Martínez, los Alonso, los Verdegay, los Vela o los Lupión... Lo mismo que un día llegó Mati con los Cañas, que regresó de Sevilla la familia Salvador y que los Moya vinieron para quedarse, también están Belén Lozano, Popi y Rocío, Adolfo, Milagros, Viviana, las Marías de Vera, Inma la de Lorca, Joaquín y Consu, la Boli... E, incluso, los que están por venir... ¡Manuela Cayuela! ¡Tu ficha, la de Caye y la de Chuli!

Y voy más allá para que seamos conscientes de la magnitud de nuestra hermandad. Y esto ya es para todos... ¿Sabéis quiénes son los de la casa de Los Martinelas? ¿Habéis oído hablar de la de Sones del alma? ¿Qué sabéis de la gente de Al alba de Doñana? ¿Y de los del ático del Ajolí? No... Ya no es solo la casa Betania la que despliega medallas de Almería más allá del número 4 de la calle de las hermandades. ¡Son ya tantas...!

Esta familia, esta hermandad, es enorme. Y aunque la nómina de hermanos de paganini, ahora, camine hacia los seiscientos, no olvidéis que, en noviembre, movilizamos sesenta y un autocares y chorrocientos coches que ponen en la aldea a casi cuatro mil almerienses. Que, son tantos, que ya se me escapan hasta a mí.

¡Si hasta el alcalde monta ya casa en noviembre!

La hermandad no puede ser como era al principio, ¡No hay paila pa tantos! Pero sí que sigue teniendo el mismo espíritu. Sigue siendo una familia enorme en la que, aunque haya grupos, en cada grupo siempre vas a encontrar, como mínimo, a un hermano; A alguien que te sostenga y en quien apoyarte cuando le necesites. Y no te va a faltar nunca un plato de comida o una copica de algo que llevarte a la boca. Como tampoco te va a faltar jamás la oportunidad de juntar las mesas ni la de echar con quien sea un viva a la Virgen del Rocío.

¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!


(EL NIÑO DE LA HERMANDAD DE ALMERÍA)


La devoción rociera tiene una hermosa dualidad: el Rocío que vives con la hermandad y el Rocío de cada uno. Somos un grupo de hermanos que interactuamos, al cobijo de la Virgen, llenándonos de momentos y vivencias, claro; Pero también somos hijos que necesitamos nuestros ratitos a solas con Ella.

Y, siempre, tiene algo para darnos...

Rocío es la Madre que nos espera, la que sabe lo que llevamos en el corazón y la que mejor nos entiende. Rocío es tan mágica que nos hace reír y llorar a la vez. Es la que desborda nuestras emociones porque solo así se conecta con Dios. Ella es la puerta, la mediadora, el verdadero milagro.

Rocío es nuestra salvación... A mí me ha salvado. Lo sé porque amo...

El otro día estaban la Virgen y el Pastorcito hablando de mí, me lo ha contao Ella... Que si hay que ver cómo soy, que si estoy loco por atreverme a empezar a escribir de cero otra vez el pregón el domingo de Resurrección... Y le decía la Virgen al niño: “pero porque es transparente y confía en nosotros... No tiene la mejor oratoria y no se avergüenza por ello; No es el mejor poeta pero se atreve a componer versos sin temor. Sabe que escribe bien y que ese don se lo hemos dado nosotros. Por eso no tiene miedo a escribir en quince días lo que tenía meses para preparar. Él garabatea todo lo que haga falta pero sabe que le dictaremos. Sabe que no fallamos, que no le fallamos...”

No me han fallado jamás. Es más, han sido exageradamente generosos conmigo. Desde siempre.

Mis anécdotas con la Virgen comienzan desde muy chico. Me siento un privilegiado por el modo en que me cuida, me consiente y me educa. Os lo digo en serio, mirad...

Rocío y yo nos vimos por primera vez las caras un 2 de marzo de 1986. Hasta ese momento solo la había visto en fotos. Y, aparte de su serena sonrisa -porque esa te cautiva desde el primer momento, tengas la edad que tengas-, me llamaba la atención por la salamandra que luce sobre su hombro derecho. Es comprensible que a un niño le llame la atención ese detalle; Es una buena forma de conectar que está por encima de todo lo que un niño puede entender sobre devoción o la profundidad del mensaje de la religión cristiana: una virgen con un bicho...

¡Punto para Rocío!

Del ochenta y seis y Almería no voy a contaros nada que no sepáis pero, del ochenta y siete... El ochenta y siete sí que tiene ya los primeros momentos interesantes...

Ese año, con doce recién cumplidos, hice mi primer camino y, porque mi querido Manolo Montaño ya formaba parte de la vida de los rocieros almerienses, lo hicimos con la Hermandad de Cádiz. Había un hombre en esa hermandad, al que había visto en un video del año anterior, que tenía una historia que me llamó muchísimo la atención y al que quise conocer en persona desde el momento mismo en que supe que me iba al camino. Este hombre se agarraba a la carreta con promesa de silencio, hablaba solo en las parás, y se hacía el camino entero andando. Y, cuando llegaba al Rocío, se cogía el correo y regresaba a Cádiz sin ver a la Virgen ni ná. Lo hacía por una hija que tenía enferma. Antonio se llamaba...

Yo flipaba con Antonio, claro. Con doce años, aunque seas un crío, sí que eres capaz de entender ese sacrificio que él hacía. Y, encima, era un hombre así, moreno, flaquillo y arrugao... ¡Una pinta de buena gente!... Me conmovió.

No sé si conocéis el camino de Cádiz. Es durísimo. La cuestión es que, el último día, mis padres se fueron con el coche para la aldea y me dejaron que yo hiciera esa jornada andando con Antonio: dieciocho kilómetros de duros arenales, los dos pegaditos a la carreta. Bueno pues, el último día, es cuando en el pozo de los Lobos, por aquel entonces Cádiz bautizaba a sus peregrinos.

Antonio fue mi padrino. Me puso por nombre “José camino del Rocío sin cansarse” y, ¿Sabéis qué? Que al llegar a la aldea y reencontrarme con mis padres ya no volví a verle. No le he vuelto a ver en mi vida... Pero me dejó una inolvidable lección de confianza ciega en la Virgen.

Ese año, además, la Virgen me regaló la oportunidad de coger su ropa con mis manos. Un niño con un casette, grabando sonidos de la romería, puede llegar a entrar en los sitios más insospechados. Conocí al famoso santero José y, en su casa, junto a la ermita, me enseñó la ropa. Reconozco que, aunque en aquel momento me hizo ilusión, no fue hasta algún tiempo después que fui consciente de lo grande que fue semejante privilegio. De esta experiencia aprendí a sentir a la Virgen como alguien muy cercana.

No sé si fue ese mismo año o fue al año siguiente; Posiblemente fuera en el Rocío del ochenta y ocho cuando, con trece años, aprendí que, la Virgen, también cura las heridas...

A mi, de chico, me sangraba mucho la nariz y era habitual verme con uno o dos algodones en la tocha para contener la hemorragia. La cuestión es que, un domingo de Rocío por la tarde, no sé dónde estaban mis padres y a mí me empezó a sangrar la nariz en la casa que la hermandad tenía en el Acebuchal. Me colocaron los algodones y, nervioso y asustado, me fui a la ermita a pedirle a la Virgen que aparecieran mis padres. Era un niño, necesitaba a mi madre para sentirme a salvo... Entré en la ermita desesperao: “¡Rocío! ¡La nariz!” ¿Sabéis lo que hizo la Virgen? Con su sonrisa serena me quitó los algodones y se cayeron al suelo...

Yo que tenía la sensación de que aquello seguía sangrando y, sin embargo, ya no sangraba... Imaginad que, con trece años, tienes la sensación de que la Virgen acaba hacer un milagro delante de tus narices. ¡Y nunca mejor dicho!

Entré llorando de miedo, salí llorando de dicha.

Ahora que, pa dicha, el ochenta y nueve...

Antes de seguir, y porque me da que debéis estar temiendo que vaya a estar así, contando de año en año desde los ochenta hasta ahora: Tranquilos, que no...

Pero también es verdad que, por mucho que me emocione y me venga arriba al reconocer todas las veces que Rocío ha sido especialmente generosa conmigo, tenéis razón y no es plan de contarlas todas. Así que solo me queda contaros una. A mí se me cayó la medalla al suelo al alba de un Lunes de Pentecostés en 1989. Le pasó la Virgen y cien mil personas más por encima. Luego, tras pasar de la euforia porque era la primera vez que yo tocaba sus varales al berrinche cuando comprobé que la había perdido, tuve la suerte de encontrarla porque Rocío se encargó de que un trocito de cordón azul, blanco y rojo, asomara reconocible semi enterrado bajo el amarillo del albero.

Aparte de que la esquina de la casa de La Palma, en el Acebuchal, sería, si se pudiera, un buen sitio para enterrar mis cenizas cuando me llegue la hora, también tengo que deciros que, ese día, confirmé lo importante que es para mí mi medalla y también que Rocío me premió por lo profundo que siento el vínculo que representa.

1989... El Rocío de cada uno...

-Había que prepararle -le dijo la Virgen al Pastorcito-. Pepillo Leyva tenía que aprender pronto y bien a contar conmigo porque me iba a necesitar de verdad... Y tan solo con catorce años... Había que prepararle porque su madre se venía a las marismas eternas y tenía que saber encontrarla aquí, con nosotros.

- Yo no sabría vivir sin ti -respondió el Pastorcito.

-Él tampoco...

2019... Treinta años cumple la carreta, treinta años cumplimos de caminos aunque, el que está para comenzar, ya sea el que hace treinta y uno. Treinta años hará en septiembre que murió mi madre. Treinta caminos, con este, que está en el tintineo de las campanillas que anuncian jubilosas por las arenas que Almería camina hacia al aldea porque así lo quiso mi padre... ¡¿Cómo no íbamos mis hermanas y yo a costear luego el plateado del ángel que porta el escudo de Graná cuando la restauración que se le hizo a la carreta en el mandato de Raquel?!

El Rocío de cada uno... Así como tiene el Simpecao las joyas de mi bautizo fundías en la corona del Pastorcito divino, mi madre está en la carreta. Y mi padre en la casa de la aldea, pero eso ya lo sabéis.

“Cuidaré bien de Pepillo.
Duerme tranquila, Encarnita.
Porque el niño ya ha aprendío
Que tu casa en el Rocío
Está dentro de mi ermita.

Y tampoco se le olvía
Que su nombre y apellío
Será Pepe el de Almería”


(EL NIÑO Y LA HERMANDAD DE ALMERÍA)


Rocío no ha dejado de consentirme en estos treinta años. Me ha regalado romerías inolvidables, la experiencia de trabajar como cantante en una casa en la aldea, la de hacerle un reportaje de vídeo a la Hermandad de Cádiz y vivir con ellos la singular, inolvidable e inexplicable experiencia que supone un camino de vuelta; Caminos con Rociana, con Almonte, dos encuentros de jóvenes rocieros, dormir en el palomar de la ermita, una misa de romeros con Triana, una peregrinación a la Cinta delante de la carreta de Huelva... Escribir y publicar la primera novela rociera de los últimos cien años... Amigos y familiar en todos los rincones del orbe rociero...

Y, por supuesto, todos esos ratos a solas con Ella en la ermita o al alba de cada Pentecostés. Esos ratos que todos conocemos y que, hace un momento, hemos llamado “el Rocío de cada uno”.

Y, además, también me ha dado a esta hermandad para hacerla mi familia... Que no es lo mismo.

En una hermandad sabes que, quien tienes al lado, siente por la Virgen lo mismo que sientes tú. Y sabes que, si se lo pides, quien tienes al lado va a hacer lo que esté en su mano para ayudarte. En una hermandad puedes compartir mesa y mantel con mucha gente, ¡y hacerlo de corazón!, porque el amor que nos gobierna es común. Pero una familia es más personal, Es más íntimo.

Sabéis a lo que me refiero y, para explicarlo, voy a recurrir a eso que decía antes que es motivo de lamento para algunos hermanos antiguos y que, erróneamente, se puede interpretar como una falta de convivencia: los grupos dentro de la hermandad.

Manolo Cara, con Diego Martínez, con Antonio Salazar y con toda la gente que sientan a su mesa son una familia. Francisco Segura y Lola Zapata, con Antonio Jiménez, Loli Berenguel y toda la gente que sientan a su mesa, son otra familia. Antonio Alarcón, con Juan Martínez, Pepe Romero, las tres Carmelas y todos los que se sientan a su mesa, son otra familia.

Lo mismo ocurre con las casas: La de Alejandro Suárez o la casa Carmen también son familias

En la hermandad todos estamos para todos pero, en familia, estamos con los más cercanos. Por supuesto que Antonio Salazar puede sentarse en la mesa de Pepe Romero; Y que Luis Criado y Purita pueden echarle una mano a Óscar y Olivia si les piden ayuda. ¡Eso es hermandad! Como si Enrique y Mar Diego comen con Gaspar y Loli o si Paco Verdegay y Pepe Terol echan juntos un vino...

La hermandad, en sus comienzos, era una familia de familias de sangre. Hoy en día es una familia de familias de familias de sangre; Como si, en una secuencia de anillos concéntricos, hubiéramos incorporado un anillo más.

Y yo tengo la suerte de que, toda la hermandad, es toda mi familia...

Hay por ahí una frasecilla de esas de azucarillo que dice que “uno no escoge la familia en la que nace, pero los amigos son la familia que se elige”. Y esta frase me sirve para destacar un detalle fundamental que necesito para que entendáis lo que quiero decir:

La familia que se elige... Somos nosotros quienes tenemos la capacidad de decisión. Y ya no solo en relación a quiénes elegimos, sino en todo lo demás: qué les ofrecemos, qué esperamos de ellos, cómo interaccionamos con ellos...

Yo elijo a toda la hermandad, sin distinción, porque la Virgen os escogió para mí. Fue Ella quien me dio a la Hermandad de Almería como apoyo para toda mi vida. Ella sabía los palos que la vida me tenía preparados en suerte y sabía que, o los pasaba con vosotros, o no los pasaba.

Yo elijo a toda la hermandad, sin distinción, porque sois el mundo en el que vuelco mi amor y en el que puedo ser yo sin preocuparme de nada más que de serlo: más acertado, más desafortunado, más prudente, más temerario, más terco, más sabio... Tamborilero, voz en el coro, delegado de juventud, vocal de cultos, de carretas, fotógrafo, videógrafo, secretario... Elijo a toda la hermandad, sin distinción, porque con vosotros puedo cometer errores y aprender de ellos. Elijo a toda la hermandad, sin distinción, porque depende de mí el quereros o no y yo no sé no querer.

Elijo por mi familia a toda la hermandad, sin distinción, porque eso no implica que toda la hermandad, sin distinción, tenga que elegirme a mí y porque, aún así, puedo ser completamente feliz.

¿Cuántas veces habremos escuchado eso de “es que la hermandad me ha hecho” o “es que la hermandad me ha dejado de hacer”? ¿Cuántos hermanos hemos visto partirse la cara por la hermandad durante un periodo y desaparecer al siguiente? ¿Cuántas veces lo hemos hecho nosotros mismos?

¿Cuántas veces lo hemos hecho nosotros mismos?...

De mi padre aprendí a tener una paciencia infinita con la gente que más te importa, sobre todo con vosotros. Él siempre confiaba en la bondad de las personas. En que, a pesar de la rabia, la maldad o la imprudencia que podía percibir en algunas, todo el mundo tenía su cruz y su pena y todos nos merecíamos un voto de confianza. Mi padre confiaba en que, antes o después, la cruz de cada uno acabaría sacando a la luz la bondad de cada uno.

Yo estuve enfadado mucho tiempo con muchos de vosotros y, mira tú por dónde, mi padre se vino a morir en el Rocío, en la casa hermandad y en una fecha singular. Aunque suene a macabro, la Virgen aprovechó para matar dos pájaros de un tiro: premió la confianza y el amor que mi padre siempre os tuvo y le ayudó a que, por el XXV aniversario de la hermandad, el regalo que nos hiciera fuera convertir nuestra casa de la aldea en puerta del cielo... A mí me tocó pasar aquel trance lejos de mi familia de sangre pero Rocío, que es grande como Ella sola, de nuevo os puso a mi lado: Volvisteis a ser mi apoyo... Con la muerte de mi padre fui yo quien conoció el premio de su paciencia y, de un plumazo, de pluma de Blanca Paloma, la Virgen me hizo ver de vosotros lo que mi padre ya veía.

¿Que la gente se equivoca? Pues claro que nos equivocamos ¿Que hay gente con maldad? Pues claro que la hay. ¡Y retorcida! Y, aunque sea de locos que estén un una hermandad, están. ¿Que existen los descuidos, los sinsabores y los feos? Pues claro que también Existen... Pero, vamos a ver, ¿Quién no tiene un hermano, una prima o unos tíos que son pa hincharlos a collejas de vez en cuando? Ocurre en todas las casas.

Pero... Si ese hermano enferma, si esa prima corre peligro, si esos tíos sufren una injusticia, ¿No se te encoge el corazón? ¿No sientes como el amor te invita, como poco, a la compasión? Que el mundo no sea compasivo contigo no es justificación para que tú no lo seas con el mundo.

Que, en la hermandad, haya sitio para los feos, los desplantes y los sinsabores, no justifica que tú los cometas. Es más, si tú no haces feos, ni desplantes ni sinsabores. Y, con este tú, me refiero a ti, a ti , a ti, a ti y a ti... Al final nadie los haremos.

El día del juicio final, nuestra defensa serán las acciones que hayamos realizado, no los palos que hayamos recibido. Dios nos enseña a amar. Y amar es un verbo que, cuando se hizo carne, se llamó Pastorcito Divino antes que Jesucristo. ¡Y mira si pilló palos!

Por muchos palos que pillemos, nosotros decidimos qué hacer: si quejarnos, si devolverlos... Si superarlos y seguir siendo amor...

¡Siempre podemos elegir! Elijamos ser amor.


(LA HERMANDAD EN ROMERÍA)


Bueno venga... Pues, ahora que somos todo amor, ¡Vamos a vestirlo de lunares!

El otro día, Revu se vino arriba al presentar el cartel de la romería y abrió las puertas de la Gloria. Venimos de celebrar con gozo el triduo preparatorio y hoy estamos aquí: tratando de asimilar qué clase de pregón es el que está dando el pregonero.

(Hay veces que yo tampoco me entiendo...)

Vamos... Que esto ya no hay quien lo pare...

Bretones y Antonio Jiménez ya se han comío tó lo gordo de preparar la caravana; Antonio Alarcón y Felipe Gómez ya tienen los dineros preparaos, El mayordomo tiene los enseres listos y los albaceas ya tienen la lista de la compra. Antonio el cocinero ya está preparando los peroles y, desde Secretaría ya hemos enviado todos los papeles que tenemos que enviar. No se nos ha escapao ni avisar a la Matriz de que, este año, vienen con nosotros, además de Santander, la Hermandad de Roquetas y la Pre hermandad de El Ejido.

Que, por cierto, la Hermandad de Roquetas nos ha pedido formalmente que seamos su madrina...

Le hemos dicho que sí... ¡VIVA LA HERMANDAD DE ROQUETAS!

Pues eso... Que ya está todo en marcha. Solo queda que Carlos asigne las lecturas de la Misa de Romeros, porque tó lo demas de cultos también lo tiene listo, que nosotros acudamos en masa a la penitencia comunitaria para echarnos al camino con el corazón limpio y que el bueno de don Esteban nos dé su bendición.

Que, el 1 de junio está a la vuelta de la esquina, y sale la hermandad para el Rocío.

Ya está preparada la misa de Romeros, el coro está ultimando los temas nuevos, el grupo joven tiene a punto la petalá de la calle Real, nos esperan la Soledad, la patrona y el patrón para llevarnos el cariño de Almería en nuestras varas de romero y, tras una procesión alegre por las calles de la ciudad, haremos rengue en la Plaza Vieja para coger fuerzas antes de salir, de todas todas, caminito del Rocío.

La Hermandad, la institución, tiene hecha su parte, ¿Cómo vais vosotros?

Estamos a menos de tres semanas para irnos. Hoy es día 12 y la misa de romeros es el uno... Si, a día de hoy, no tenéis hecha la lista con todo lo que vais a llevaros y,así por encima, no tenéis controlao dónde está cada cosa, ya vamos tarde. ¡Vosotras! Tened en cuenta que, los maridos, a poco que se relajen, ni le van a mirar los niveles al coche. No les dejéis que se encarguen de su equipaje, que no llegamos.

¡Tensión, tensión! ¡Arreadles!

No olvidéis que casi que hace falta una empresa de transporte para llevar el equipaje. Entre trajes de gitana, ropa casual: los vaqueros, camisetas... El pijama, chaquetones, chaquetillas y toquillas... Poncho, si quieres el kit completo.... Las botas, los zapatos, las sandalias para descansar los pies después de un duro dia de camino... El cargamento de calcetines y la ropa interior ¿Te has acordao del bañador por si pudieras darte una duchita en palacio? ¡El sombrero! ¡Ah! ¿Que no llevas sombrero? Ya lo echarás en falta... Y no te olvides del neceser, las toallas, las sábanas o los sacos de dormir, el repelente para los mosquitos, un cargamento de pillapelos, el colirio y, por supuesto, aparte de las toallitas higiénicas, ¡las compeed ampollas! ¡Fundamentales las compeed ampollas!

Bueno... ¡¿Y la comida?! Que no podemos olvidarnos de la comida. Porque, aunque hayas contratao el catering de la hermandad, quien más y quien menos todos llevamos comida. Y no olvidarse de las labores de costura... Que, por alguna extraña razón, a los trajes siempre hay que sacarle o meterle de un año para otro.

Generalmente sacarles...

¡¿Habéis domao las botas?! Por favor, a quien vaya de nuevas, decidle que, hoy ya, las botas embadurnás en grasa de caballo. Que no se le vaya a ocurrir a nadie estrenar botas en el camino; Que no hay compeed ampollas pa tós...

En resumen... Esta noche, sin falta, la lista con las cosas. La ropa y los arreos de cada día, zarcillos y peinas incluidos; Las cosas que hay que echar en el neceser, sin dejarse los ibuprofenos y demás pastillerío, y los bultos sacaos ya del altillo para ir metiendo el equipaje...

¿Me dejo algo?

Aaay... ¡Qué bonito el estrés de estos días! Con una habitación de la casa convertida en un campo rociero de batalla en el que se van apilando todos los arreos: Los trajes en sus perchas colgando de las puertas, las maletas en lo alto de una cama, el brillo especial con el que tu medalla ilumina desde el cabecero, que hasta parece que la Virgen sonríe más de lo habitual. ¡Como si lo supiera!... ¡Qué bonito es el estrés de estos días!... Qué hasta se agradece no tener una empresa de transportes...

Son días de sonreír, de conversaciones constantes con la familia y con los amigos para ir poniéndose de acuerdo... ¿Quién hace la carne con tomate? ¿Quién lleva las tortillas? ¿Quién tenía que arreglar las cortinas de la jardinera? Son días de organizarse, de inventar vivencias al recordar los mejores momentos de la última romería... Son días, en definitiva, de prepararse entre risas e ilusiones sin darte cuenta de que, aún sin haberte echado a las arenas, ya estás en el camino...

Y es que es así: El campo rociero de batalla, los estreses, el momento de tensión extrema cuando haya que cagar el coche y, por supuesto, las horas de viaje en modo “pasajero por la autovía”... todo esto no son más que simpáticas vivencias que forman parte de un todo tan importante como es el camino. Un camino que, este año, nos va a brindar su primera mágica e inolvidable noche en Aguadulce con los rocieros de Roquetas y que, el lunes día 3 a mediodía, se hará liturgia marismeña conforme alcancemos, por fin, el parque de Benacazón.


Ya está aquí Almería
Ya está aquí Almería
Ya llegan los peregrinos
Que salen de romería

Ya se ha bajao la carreta
Del patín en que venía
Ya han llegao las flores nuevas
Ya está Rosica subía
Ya se perfuma de besos
El Simpecao de Almería

Ya ha sonao el primer cohete
El sol quema todavía
Ya despiertan de la siesta
Los vecinos que dormían
Y ha venido a recibirnos
Toda la chiquillería

Y resuena el soniquete
Ya está aquí Almería
Ya está aquí Almería

Van llegando carriolas
Se acicalan los romeros
Ya se van viendo amapolas
En las cintas del sombrero

Ya se sacan las banderas
Y aparece el carretero
Ya se palpa la impaciencia
De almerienses y piñoneros

Ya aguardan los adoquines
Ya salimos del albero
Ya vamos a llenar de abrazos
A los benacazoneros

Ya suenan los campaniles
Ya cantan los rocieros
Ya desborda la alegría
Y el cariño más sincero

¡Cómo cruje la carreta!
¡Qué bien suena contra el suelo!

Y aquí estamos otro año
Cumpliendo la tradición
Que si Málaga nos trajo
Vuestra gente nos ganó

Sois puerta de mi camino
Familia en la devoción
Y en Los Jaenes divinos
La más sentida oración

Gloria por siempre a este pueblo
Gloria a la Madre de Dios
Gloria a tus cuatro hermandades
Gloria a ti, Benacazón

Gloria a la abuela que llora
Asomada en su balcón
Y que ve en mi Simpecao
Al abuelo que marchó

Gloria al niño que en la acera
Cuando pasa mi cajón
Le gusta tanto su pueblo
Que se hincha de emoción

Gloria cumplir treinta años
Durmiendo en Benacazón
Gloria al parque, Gloria al suelo
Gloria hasta a su pabellón

Almeriense, peregrino
Escucha con atención
Repite fuerte conmigo
El verso que hecho promesa
El pregonero escribió

Almeriense, peregrino
Tú que vas a verla a Ella
Dile que Benacazón
Grabada dejó su huella
A fuego en mi corazón


¡Buenos días, romeros!

¡¿Habrá saludo más bonito?!


Qué bien suena un “buenos días, romeros” la mañana del martes de camino. Ya ha llegao Antonio con el desayuno y está el campamento revuelto. ¿Cómo va esto? ¿La misa o el desayuno primero? Y, después de treinta años, parece que no aprendemos: Lo primero es el Rocío. Lo segundo, ya veremos. Al final, casi que se hacen las dos cosas a la vez. Los rocieros somos lo únicos que tenemos la capacidad de estar en misa y repicando. Sobre todo, en nuestro caso, la mañana del martes de camino.

Y es que, antes de darnos cuenta, ya está Manolo Bretones poniendo en marcha la caravana. Sale la carreta con el Simpecao, el Plaza con la flauta ¡Y a volá! Que lo mismo te atragantas con la tostá que con la Sagrada Forma.

Pero luego... Luego es la Gloria!

Es cruzar la cancela del parque y te cambia el ánimo. Ahora sí que sí, ya está la hermandad andando a paso de bueyes en dirección al Rocío. Es temprano, en la sombra de las calles aún refresca pero sabes que más temprano que tarde, te va a terminar por sobrar la manguilla tonta que llevas puesta. Así que buscas tu sitio tras el Simpecao, pero con el rabillo del ojo controlas que tu carriola ya está en la caravana para cuando toque.

Los primeros metros de camino tienen un saborcillo especial que vuelve a saber a gloria cuando, al salir del pueblo, se cambia el asfalto por la senda de tierra. ¡Pisar la tierra! El último gran requisito para terminar de sumergirte en la mágica experiencia del camino. Cuando pisas la tierra ya notas cómo el corazón te late a compás de palmas y cómo se respira Doñana a pleno rendimiento.

Y, mientras se camina, se empiezan a sumar experiencias al Rocío de cada uno. Los pensamientos y las emociones que se van experimentando, solo o en grupo, son de esas que se quedan para ti y que dan sentido y sustento a la razón por la que, un día, decidiste ser rociero.

El camino te ofrece sus primeras estampas: los olivos, los girasoles y, por fin, los pinos. A la sombra de los pinos suele alcanzarnos el mediodía para rezar el ángelus y hacer el primer rengue. Ya has tenido tiempo para comprobar la cantidad de caballos que tiene la hermandad y para conocer a los peregrinos que no conocías. Y, si no has tenido tiempo, para cuando la hermandad llegue al sesteo de Marlo, seguro que ya sí; Que ya no hay nadie que pueda sentirse un desconocido.

A los que conocéis el camino poco tengo que contaros para animaros a volver a las arenas. Quienes no hayáis estado nunca debéis saber que el martes, después de comer y de echar otro rato detrás del Simpecao, se llega al Quema.

Antes de meterse en el agua toca esperar un ratillo si es que hay otras hermandades que pasan antes. Son los momentos que, por ejemplo, aprovecha don Jesús Zapata para dar una lección de saber estar rociero que arrasa en la tele y en las redes sociales. ¡Qué grande ese momento escoba! Y, lo que es mejor, que todos barreríamos con él. Porque... ¿Ves? Esa es otra de esas cosas que supo dejar Dios atao y bien atao cuando descubrimos su paraíso marismeño; Que la preservación y conservación de Doñana forma parte del ADN del buen rociero...

Es tan fácil imaginar que somos Dios cuando nos preocupamos de detalles como este...

El Quema: los bautizos... Según los padrinos que te busques, vas a tener un bautizo con más o menos gracia. Lo normal es un poquito de agua y listo pero, si pillas unos padrinos apañaos, te llegan con la palangana, la sal y el vino y, aparte de un nombre con arte, te llevas un sorbo de caldo con compromiso que va a sumar una experiencia aún más grande a tu “Rocío de cada uno”.

¿Qué como se cruza el Quema? ¡Buena pregunta! En el kit de ropa casual, si te queda hueco, echa unos escarpines o, si no, descalzo de toa la vida de Dios. Sea como sea, lo que sí que vas a agradecer en cualquier caso va a ser una toalla cuando salgas por la otra orilla.

Y, por supuesto, disfruta de la Salve y los cantes al Simpecao y hazte muchas fotos.

El martes termina acampando en el Chaparral de Villamanrique, directos desde el río Quema sin pasar por la plaza de la Iglesia. Eso se deja para la mañana del miércoles. Esa tarde, que es la del día más largo, el cuerpo lo que pide es descanso.

Tal vez no lo notaras la noche de Benacazón pero verás qué bonito es darte cuenta por el ruido de los grupos electrógenos de que estás en una noche de camino. Ese runrún de fondo que acaba formando parte de los sonidos del camino tiene su encanto, no te vayas a creer. ¡Es bonito hasta cómo suenan cuando se les acaba el combustible y perrean a trompicones!

Y todavía más bonito cuando dejan de sonar para llenar la noche de rosario rociero.

Y más bonito aún cuando vuelven a arrancar para echarse unas copillas y unos cantes de noche de camino.

¡Qué bonitas son las noches de camino!

El miércoles por la mañana sí que nos entendemos con lo de la misa y el desayuno: Primero la misa y luego el desayuno. Y, por último, la salida para presentarnos ante la Hermandad de Villamanrique. Los nuevos aquí tenéis que estar atentos porque la carreta del Simpecado tira para un lado y el resto de la caravana tira para otro. Así que, si tienes que coger o dejar algo en el carro, hazte a la idea de que no podrás hasta que termine la presentación y se salga del pueblo.

La presentación en Villamanrique es emotiva. A mí me gusta más Benacazón pero Villamanrique tiene también su encanto. Sobre todo por la caballería de la hermandad, que abarca toda la plaza. Ahí tienes tú a la Marruca al frente de los jinetes y de las amazonas dirigiendo el cotarro mientras que el boyero hace que sus animales suban los famosos siete escalones de Villamanrique. Esos que tanto se escuchan en la famosa sevillana y que, si nunca la has escuchado, la escucharás en Villamanrique.

Disfruta de la salve y de la carreta en los porches. Y haz muchas fotos.

Luego se sale de Villamanrique en busca de los alrededores de la finca de Gato y se hace el rengue de sesteo en la parcelica que tiene la Hermandad del Cerro del Águila a la entrada de la Raya. De nuevo se montan las mesas, se sacan las ensaladas, se agradece que llegue Antonio el cocinero con el rancho y, tras un buen descanso, la hermandad se adentra en la Raya Real.

La Raya Real... El primer lugar del camino en el que discurren las hermandades en paralelo, o en el que se te cruza Jaén y te hace un descosío. No, en serio... ¡Qué bonita es la Raya Real!

Será la pesadez de las arenas, serán los rayos del sol colándose entre el bosque de pinos, será la emoción de transitarla y sortear sus raíces, las estampas cuando dos Simpecaos caminan a la par y se paran y se les reza una salve. Será lo divertido que es para unos ver los carros que se quedan atrancaos o la tensión de los otros esperando que los desatranquen, será el esfuerzo al caminar o la satisfacción al descubrir que, por los márgenes, donde hay brotes que nacen en la arena, se camina sin problemas. Tal vez sea porque realmente parece interminable o por lo bien que te sienta cuando termina y llegas a Palacio. Cada uno le encuentra sus cosas pero a todos les pasa lo mismo: a todos la Raya le parece mágica e inolvidable. Y lo es...

Disfrutad de las salves y de los vivas, del “tu Simpecao y el mío” y, por supuesto, haced muchas fotos

La noche de palacio es la antesala del final del camino y tiene también su halo de magia. Se cena en hermandad, las reuniones en los carros echan el resto como si no hubiera un mañana... Y es que, aunque lo hay, todos saben que se acaba. Ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, se está acabando el camino: esta es la última noche. No hay ganas de irse a dormir, no hay ganas de descansar. El cuerpo te pide ir de acampada en acampada: ver otros Simpecaos, escuchar otros cantes, otras voces...

Y, entonces, vuelves al tuyo. Puede que eches un rato delante de la carreta hablando con la Virgen, puede que le cantes o puede que, desde el toldo del carro, le eches miraíllas de reojo. La noche de Palacio el Simpecao te llama de una manera especial. La Virgen quiere contarte cosas.

Acércate a escucharla...

Cuando amanezca el jueves vas a experimentar una sensación ambigua. Por un lado vas a sentir el subidón de saber que vas a llegar a la aldea, que te vas a encontrar con la Virgen pero, por otro, vas a sentir la nostalgia de que se acaba el camino. Es un día súper especial porque, aun yendo en busca de la Pastora almonteña, va a haber muchos momentos en los que te parezca que estás haciendo el camino de vuelta.

Es totalmente singular y bonito. Tú aprovecha... Disfruta de la Raya Chica, del último rengue a la hora del ángelus, de las risas... De las fotos...

Este día también tiene de especial que empiezan a aparecer almerienses por generación espontánea. Brotan de entre la maleza, a algunos les ves venir, otros los descubres cuando, de repente, hay un momento inesperado de besos y abrazos.

A todos se les reconoce por lo mismo: traen ropa limpia... Huelen bien...

¿Habéis oído hablar de los planchaos? Que no os confundan. Los planchaos no son los que llegan en el último momento arreglaítos y perfumaos: el planchao es una actitud. Viene maqueao, sí, pero tiene una cara de Rolls Royce que no puede ocultarla. Lo digo porque el jueves, antes de llegar al Ajolí, entre esos muchos almerienses que aparecen por generación espontánea, es probable que NO veáis a un solo planchao.

Pa un grupo que teníamos y se acabó disolviendo...

El jueves vais a ver a muchos almerienses que se mueren de envidia por vuestro camino tanto como vosotros por su ropa limpia. El jueves, antes de llegar al Ajolí, se empieza a revelar el secreto del camino...

¡Y luego está el puente!

Cuando pase la caballería, cuando crujan las maderas y se pare la carreta sobre sobre el arroyo, cuando tus pies noten que caminan sobre tablones y todos nos apretemos buscando nuestro sitio en el Ajolí... Cuando empieces a cantar la Salve, cuando escuches cómo se van rompiendo las voces antes de terminarla, cuando empieces a ver cientos de personas que, a la vez, ríen y lloran, cuando contemples miradas clavadas en el Simpecao que ni parpadean... Cuando, al primer viva la Virgen del Rocío, te sorprendas respondiendo con más aire del que te caben en los pulmones y cuando al viva esa Blanca Paloma respondas con una sonrisa que te da la vuelta a la cabeza, entonces, lo descubrirás. Será entonces cuando ansíes responder desgañitándote al Viva la Hermandad de Almería y cuando el Vivan sus peregrinos te termine de romper el alma.

Disfruta del puente, disfruta de la Salve... Y, si has entendido el camino, no harás fotos... Estarás deseando poder llorar agusto justo después de responder al último viva: ¡Viva la Madre de Dios!

Llegar a la casa hermandad, ver al carretero meter la carreta en la capilla, es la guinda. El Ajolí te ha revelado que, la verdad del camino, es lo que vives con la gente y, la casa, la casa no es el final del camino: es el comienzo de la romería. Ese campanil que suena y te alegra el alma lo que está haciendo es acelerarte la impaciencia: ¡Vamos que quiero ir a la ermita! ¡Vamos! Que quiero verle la cara...

La romería empieza así, con un nuevo episodio de “El Rocío de cada uno”: el que ocurre cuando cruzas el umbral de cualquiera de las puertas de la ermita y Ella está sobre su paso, esperándote con cara de “Estabas tardando. Te echaba de menos”.

Disfruta del encuentro... Te aseguro que, aquí y ahora, sí que va a pasar un rato largo antes de que se te ocurra hacer una foto.

Bueno pues... estamos a jueves todavía... ¿Ahora qué?

¡¿Que ahora qué?!

Pues mira, para empezar, cuando termines de echar tu rato con la Virgen tienes que volver a casa a ducharte y a poner tus trastos en orden. ¡Ah! ¿Que te has duchao antes? Yo no puedo... Yo a por la Virgen primero...

Bueno, el caso... La tarde del jueves es de transición. La puedes llenar con diversas actividades pero, básicamente, es para soltar el chip camino e instalarse el plan aldea. Para la cena ya estás actualizado. Tanto si cenas en casa, como si vas de visita, ya estás en modo aldea y con unas ganas de jarana bárbaras. Pocas fotos que te vas a hacer la noche del jueves...

El viernes por la mañana te vas a ver tiendas y, si eres mujer -o marío cariñoso-, posiblemente por la tarde también.

¡Pero! Para este año la tarde del viernes la tenemos todos comprometía: Hay que hacer la presentación con Garrucha. ¡Hombre, claro! Se estrena como hermandad filial y, el viernes, se presentará como tal ante la Hermandad Matriz: por fin con su carreta y con su Simpecao. Sobre las seis de la tarde tenemos que estar todos en la calle Princesa Sofía nº1 que, este año, los almerienses tenemos dos presentaciones.

Además, y como dato anecdótico, que sepáis que Garrucha va a salir a hacer en 2019 su primera presentación desde la misma casa de la que salió Almería a hacer la suya en 1986. Los nuevos esto no lo sabéis pero, los que ya han hecho primero de Rocío saben que aquí las casualidades no existen. Todo lo que pasa en el Rocío tiene siempre un halo de explicación mística que, aunque ya lo conozcas, nunca dejará de sorprenderte.

Viernes: Garrucha. Repetid conmigo. Viernes: Garrucha. ¡Viva la Hermandad de Garrucha!

Viernes por la noche: fiesta en la casa de Garrucha; Nooo... Bueno, sí, pero, no. Viernes por la noche: recibir a los últimos hermanos que llegan; Los que vienen en el autocar. Con ellos, ya estamos todos.

La mañana del sábado es para disfrutar de la presentación de hermandades: es para ver a Villamanrique, a La Palma... Sanlúcar, Triana, Umbrete, Coria, Huelva... ¡No hay tronío en las calles de la aldea el sábado por la mañana! ¡Noniná!

Y, evidentemente, también se va a ver a la Virgen. Probablemente antes, durante y después de la presentación de hermandades. ¿No os pasa a vosotros que estáis en la ermita con Ella, os vais a donde sea y, como vuelvas a pasar cerca, vuelves a entrar en la ermita?

Yo paso más horas en la ermita que en mi casa... De hecho, el sábado vuelvo a casa porque tenemos la presentación que, si no...

La presentación... La “Entrá” de Almería...

Yo llevo unos años viviéndola delante de la carreta y sé que no tiene ná que ver con la que liáis detrás. Pero, personalmente, os digo que me encanta. Cuando eres directivo de la hermandad, cuando tu trabajo tiene como consecuencia que Almería llegue al Rocío a presentarse ante la Virgen, decid lo que queráis, pero la vara se lleva con una satisfacción que me río yo de los “a Fulanito es que le gusta mucho la vara”. A mí claro que me gusta, pero porque yo en la vara os llevo a vosotros: a todos, sin distinción.

Delante de la carreta, con la vara, no ves el Simpecao ¡Pero oyes a Almería! Los tamborileros, mi madre haciendo sonar las campanillas de la carreta, vosotros detrás... ¡Cómo suena Almería!

¡Y Santander!... ¡Y Roquetas!... ¡Y El Ejido!...

La presentación es el gran momento de la hermandad en la romería. Todos, absolutamente todos, conformamos un único sentimiento. Todos estamos atrapados por la dorada red del Simpecao y se nos llena la boca de Almería. ¡Lo bonita que va de flores la carreta! ¡La alegría con que se canta! Nuestra mejores galas, nuestro orgullo como colectivo... La presentación es el gran momento de la hermandad en la romería.

Disfrutad de la presentación... Y, pa las fotos, atentos a Marisol. Os vais a enterar de lo que es hacer muchas fotos.

La noche del sábado es un desmadre. Eso ya lo sabemos todos. Es la representación máxima del comportamiento rociero: tengo abiertas las puertas de mi casa para todo el que ha venido a ver a mi Madre y celebro que estéis aquí. ¡Bendito desmadre! Un ratito aquí, un ratito allá, cantes, bailes, risas... Fotos... Más cantes, más bailes, más risas, más ganas de estar un ratito aquí, más ganas de estar un ratito allá...

Y amanece...

El domingo, cuerpos muertos, claro. Con lo bonito que empieza el domingo en el Real del Rocío...

Es la festividad litúrgica de Pentecostés. Aunque los cincuenta día se cumplan en lunes, sabéis que la Iglesia celebra las solemnidades en domingo. Por eso, el santo de las Rocíos es el domingo, no el lunes.

El santo de las Rocíos... ¡Fijaos si empieza bonito el domingo! ¿Habrá mejor forma de celebrarlo que participando de la Santa Misa en el mismo lugar en el que, hace cien años, coronaron canónicamente a la primera Rocío? Va a ser imposible estar allí y no reconstruir mentalmente la foto que todos conocemos en la que el Cardenal Almaraz y Santos ceñía sobre la sien de la Virgen la primera y más hermosa corona de amor que tiene. Lo que ha crecido el Rocío en cien años. De once hermandades en 1919 a ciento veinticuatro en 2019. ¡Qué bonito retablo de Simpecaos! ¡Qué bonito empieza el Domingo de Rocío!

La gran mayoría os lo vais a perder. Lo sé... Ya hago yo la fotos...

Y, el domingo por la tarde, algunos irán a la misa de tamborileros, carreteros y coheteros, otros también se irán de tiendas, otros volverán a pasar por la capilla votiva a encender unas velas, a pedir unas cosillas...

El domingo por la tarde es la antesala de la noche más hermosa. Si el jueves cambiábamos el chip para ponernos en modo aldea, el domingo por la tarde tenemos ya el corazón pensando solo en la reja.

Pero, antes, nos vamos al Rosario. ¡Qué bonito es un Rosario rociero! Yo no entiendo a los que dicen que se hace mu pesao, que es muy largo... (un coñazo) ¡Es precioso! Todos los campaniles desataos, las bengalas de colores, el olor del humo... ¡El soniquete de los Ave Marías! Me gustaba a mí hasta cuando las letanías eran cantadas... Ese sentarse en el suelo con los amigos y poder hablar y rezar a la vez, esa procesión y ese pasar por la puerta de la ermita... Ese ambiente, ese gentío, esa tensión...

Y yo dando gracias porque soy rociero a golpe de


Santa, Santa María
Madre amorosa de Dios
Gracias por este rosario
Y gracias de corazón
Por toda la romería

Por traerme de Almería
A ofrecerte mi oración

Voy a llegar hasta casa
Con la hermandad en procesión
Y después vuelvo a buscarte
Quiero la reja saltarte
Desde la imaginación

Buscaré dónde plantarme
Para sentir la emoción.
Soñaré ser almonteño
Para vivir este sueño
Como si fuera un león

Que ya me voy pa la ermita
Con mi ahijá y mi corazón
Dispuesto a llorar a raudales
Si se mueven tus varales
Dentro del Altar Mayor

¡Venga la Virgen pafuera!
Viva la Madre de Dios

Ven ‘pacá’ que yo te vea
Navegar por la marea
Rociera del fervor

Ya asoma bajo la concha
Ya se detiene el reloj

Y repican las campanas
Y revienta la ilusión
Y la marisma te llama
Y a compás de sevillanas
las palmas que te reclaman
Son la voz del corazón

Ven ‘pacá’ que yo te vea
Dame Rocío la ocasión
De recrearme en la suerte
De acompañarte al relente
Para sentir tu calor

Ven, que me llene de Dios
Pa pregonarte por siempre

Y sobre este mar de gente
Que te rezan, ¡Oh! Clemente
Piadosa Virgen María
Haz magia con la paloma
Y su Espíritu rocía

Que tu pueblo en ti confía
Que en toda la romería
No ha faltado un rociero
Que, con profunda alegría,
Le haya dicho al pastorcillo
Yo quiero ser tu potrillo
Monta a la grupa a tu madre
y galopad por mis días

Que te veo en los acebuches
Que me inundas de alegría
Que vas llegando a La Palma
Que aquí paraba Almería

Que aquí perdí mi medalla
Y que elijo este rincón
Porque, San Juan y Carrión,
Con porches de fantasía
Y sonidos de otros días
Son también mi procesión

Que no hay prisa por dejarte
Porque tengo para darte
mil gracias de corazón

Y esta noche es tuya y mía

Ahí va mi Salve con Cádiz,
Que me ganó de por vía

Y luego las camaristas
Y después otra alegría
Que, enfrente del monumento,
Porque lo siento, te ofrezco
Otros diez Ave Marías

Y la esquinita de Huelva,
La calle la Romería,
La espadaña de Granada,
El Simpecao de Almería

Cómo cambia nuestra historia
con las claritas del día

Porque después de una noche
Por esa vieja Rocina
En la Plaza de Doñana
El Lunes por la mañana
Mi corazón se ilumina

Porque ya no estamos solos
Nuestro momento termina
Y el Simpecao verde y oro
Que hicimos nuestro tesoro
A los míos arremolina

Que Almería te espera ansiosa
Blanca Paloma divina

Te elevan sus oraciones
Sus penas y sus alegrías
Te ofrecen sus corazones
Y los ponen en tus manos
Porque en tus manos confían

Se acuerdan de los enfermos
Y de aquellos que venían
Y que al pasar de los años
Se marcharon jubilosos
A la eterna romería

Se reconocen pequeños
Su humildad es su valía
Y te presentan sus sueños
Pa que el Espíritu Santo
Les llene de valentía

Y esos abrazos del lunes
Son su mejor garantía

Son mis hermanos, mi gente
Son mi familia escogía
Aquellos que tu me diste
Pa cogerme de su mano
Al caminar por la ‘vía’

Son mis hermanos, mi gente
Son mi orgullo y mi osadía
Pa los que quiero por siempre
La magia de la paloma
Iluminando sus días

Son mis hermanos, mi gente
Son mi prosa y mi poesía
Tesoro del pregonero
Que envuelvo en este te quiero
Hasta el final de mis días
¡Viva la fe rociera
Con medalla de Almería!

(He dicho)