domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Quién es la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería?



Lo siento, no puedo callarme. Y entiendo que mis palabras puedan no gustar y puedan ser motivo de mofa y escarnio. No me importa. Pero no puedo quedarme callado cuando veo una injusticia pues, de hacerlo, sería cómplice de la misma. Además, ya sabes lo que me gusta a mí un ‘fregao’ y el tiempo que hace que asumí que estoy en el punto de mira de algunas personas que me tienen inquina por las más diversas razones. Pero también sabes que mis intenciones siempre son puras, que las críticas me conmueven pero no me hieren y que soy un soñador. Un soñador que anhela un mundo de Paz, donde la gente trabaje por un bien común, donde se reme a una en la misma dirección, donde la humildad nos permita ver nuestras limitaciones y nos de fuerzas para pedir ayuda. Un mundo que una, en definitiva, no que separe.

¿Quién es la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería? Porque yo digo que somos todos y no hago más que encontrarme con comportamientos en quienes me rodean que manifiestan todo lo contrario. Parece como si la Agrupación fuera “esa cosa”, algo externo a los que se llaman cofrades, algo que no va con ellos.

Ayer, 28 de noviembre de 2015, la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería celebró su II Concierto de música cofrade “Cristo Rey” y, tristemente, el acto dejó patente la ruptura, desapego, desaliento, desánimo y/o decepción que los cofrades almerienses sienten por una institución que es suya, cuya razón de ser son los hermanos y cofrades de Almería. Y eso da mucha pena.

El evento empezó a despertar tiranteces conforme se indicó a las hermandades almerienses que tenían que hacerse cargo de vender las entradas, veinte por hermandad, y que el importe de tal encargo, ciento veinte euros (seis por entrada), se descontaría, en todo o en parte, de su parte correspondiente de la subvención que cada hermandad recibe si no se vendían.

Veinticuatro hermandades agrupadas, veinte entradas cada una… ¡La madre de todos los despropósitos! ¿De verdad es tan difícil vender veinte entradas en una hermandad? ¡¿A seis euros la entrada?!

Perdóname la ironía, Rocío, pero estoy convencido de que, si vender veinte entradas es un problema, eso dice muy poco a favor de la capacidad de trabajo de las Juntas de Gobierno de nuestras hermandades como también dice muy poco a favor de los hermanos de esas mismas hermandades que tampoco muestran interés por los llamamientos que reciben de sus Juntas de Gobierno.

Ya conoces el resultado, Señora. De las cuatrocientas ochenta entradas (20 entradas/hdad X 24 hermandades agrupadas = 480), apenas 200 butacas, si llegaron, estuvieron ocupadas (de un aforo de casi 900 asientos que tiene el Auditorio Municipal Maestro Padilla al que, siendo veraces, hay que restar las trescientas que ocuparon los músicos que participaron en el concierto). En resumen, doscientas de seiscientas.

Personalmente, me parece una decepción.

Un cofrade, al que ya conoces porque tiene también el corazón tocado por tu varita y a quien tengo en alta estima porque su trayectoria personal, profesional y religiosa le avala y admiro, me exponía su opinión argumentando que, el concierto, ha venido en unas fechas inadecuadas. Ha coincidido con el fin de semana de la Gran recogida de alimentos, en el que participan activamente nuestras hermandades (cosa que les honra, indudablemente) y, noviembre, es una época en la que los almerienses piensan más en villancicos que en marchas procesionales. Aparte, nuestro concierto ha coincidido con el evento “Capricho Cofrade” que se celebraba en Granada y que arrastra a un gran número de cofrades provenientes de muchos puntos de Andalucía. Almería incluida.

El concierto se celebró con normalidad. Las cuatro formaciones que intervinieron pusieron todo su cariño y su profesionalidad en aras de dar valor al concierto y la Agrupación de Hermandades y Cofradías culminó su obra benéfica anual y entregó la recaudación a la Casa de Nazaret.

Preguntaba antes que quién es la Agrupación por lo siguiente…

Tras el concierto volví a casa y me encontré con dos reveses que me conmovieron y que me han animado a escribir esta reflexión. Te los cuento…

En una conversación privada, un amigo hacía una broma en referencia al sistema propuesto para la venta de entradas y preguntaba que cuándo iba su hermandad a darle a la Agrupación la lotería de Navidad que le quedaba por vender para que fuera ésta quien la vendiera. Y, entonces, vi el problema de nuestros cofrades:

No se sienten Agrupación y, a mi entender, parece que tampoco comprenden que ellos también son Agrupación y que, la Agrupación, somos todos; Todos los cofrades y hermanos que pertenecemos y formamos parte de la nómina de nuestras hermandades. La Agrupación no es una hermandad más, no tiene una nómina propia de hermanos sino que, sus hermanos, son los de las propias hermandades y, simplemente, se sirve de una herramienta en forma de Junta de Gobierno para administrar y coordinar el trabajo que busca lo mejor para todos los cofrades almerienses.

¿Quién debe por tanto vender las entradas de un evento que organiza la Agrupación? ¿Su Junta de Gobierno? ¿Qué hacen las Juntas de Gobierno de las hermandades cuando tienen que vender cosas? ¿Cuentan con sus hermanos, no? ¿Y quiénes son los hermanos de la Agrupación?

En mi opinión, las iniciativas que promueve la Agrupación de Hermandades y Cofradías tendrían que ser secundadas por todos los hermanos y cofrades almerienses puesto que nacen de nosotros mismos y del sentimiento común que nos une: La fe en Dios.

Sí, Rocío, ya sé que el asunto es más complejo y que, como somos hombres y mujeres quienes lo manejamos y somos imperfectos, el resultado siempre tendrá imperfecciones. Y sé que esas imperfecciones dolerán más cuando afecten al tema dinero, a nuestro bolsillo y el de nuestras hermandades. A las que, soy consciente, les cuesta mucho trabajo ganar “un duro”.

Lo digo, Señora, porque entiendo que habrá quien argumente que, restar de la subvención de las hermandades la diferencia de les entradas no vendidas, es injusto y una jugarreta. Pero, que yo sepa, la subvención de la que hablo persigue hacer crecer nuestra Semana Santa y, el concierto de Cristo Rey (aparte de ser una obra benéfica de todos los cofrades de Almería) es otra herramienta más para hacerla crecer.

Y, si alguien se quiere poner técnico y alegar que la subvención se entrega en concepto de ayuda y reconocimiento a las cofradías que pasan por Carrera Oficial en fechas de Semana Santa por la repercusión que esto tiene en la economía municipal, que tenga el valor de defender también esa postura delante de las Hermandades de Gloria que no procesionan en tiempos de Semana Santa y de aquellas que, saliendo a la calle en fechas, no pasan por Carrera Oficial y también reciben su parte del pastel.

Es lo que te decía de las imperfecciones, Rocío, que, por querer hacer lo mejor para todos, se cometen errores y se producen situaciones que se pueden opinar como injustas.

¿Por qué hay cofrades que se quejan de que, la institución que les representa y defiende a todos, use el dinero de una u otra manera? ¿Es porque sus hermandades no ingresan? ¿Solo por eso? ¿Por algo más? ¿Y eso vale más que un concierto para todos que, además, en nombre de todos, se hace por hacer más grande a nuestra Semana Santa, a nuestras hermandades de Pasión y de Gloria y que, además, es una obra benéfica de todos que aporta alrededor de dos mil cuatrocientos euros a una institución asistencial almeriense?

¿De verdad vale más para un cofrade el gasto del hombre que la donación en nombre de Dios?

Y sabes, Rocío, que entiendo que los asuntos terrenales tienen normas y plazos que confieren a ese gasto del hombre una importancia indudable pero también sé que, lo que no “se saca” de aquí, se puede sacar de allá. En eso consiste el trabajo, el trabajo que los cofrades hacemos para honrar el nombre de tu hijo de todas las formas que se nos ocurre.

Te decía antes que los cofrades almerienses no se sienten parte de la Agrupación y puedo entender que sea por las situaciones de injusticia que la administración que realiza su Junta de Gobierno. Y, eso, agrava la situación. Si no me siento parte de algo, no me implico con ese algo. En eso creo que no habrá nadie que opine lo contrario. Sin embargo somos de ir más allá y, lejos de quedarnos en la no implicación, también nos quejamos de lo que hacen quienes sí que se implican.

¿Puede haber algo más incongruente? (aparte de que, para un cofrade, sea más importante el gasto del hombre que la donación en nombre de Dios)

Todos los cofrades nos estamos equivocando. Absolutamente todos. Ni vemos nuestro proyecto común porque se desintegra en hermandades y cofradías, ni sabemos integrarlo ni queremos hacerlo. Y, a los que asumen la responsabilidad de coger las riendas del proyecto, ni se les ayuda, ni se les respeta. Por el contrario, se les critica.

Te decía también antes que fueron dos los reveses que me han animado a escribir esta reflexión. El segundo de ellos tiene que ver, precisamente, con las críticas.

En estas letras he hecho referencia a dos personas de las que no he dicho su nombre porque sus comentarios se han hecho dentro del ámbito privado y, mientras no me digan lo contrario, están en su derecho de permanecer en el anonimato. Ahora, sin embargo, si voy a dar un nombre porque, las palabras que ha pronunciado y que le traen a mi reflexión, las ha hecho desde un plataforma pública.

“Liyos” Mora es otro cofrade almeriense de los que, sin dudar de su buen fondo, se equivoca con las formas. Está en su libertad de opinar como mejor le parezca, luego yo también. En su libertad de actuación está también la responsabilidad de asumir las consecuencias de sus actos, luego en la mía también. Y me dedica las siguientes palabras:

“Buenos presentadores se busca la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería para los certámenes de bandas. Vaya telita… Así nos va en todo…”

Quiero agradecerle que me diga en público que mi trabajo no ha sido el que a él le habría gustado. Incluso que opine que no lo he hecho bien y que he cometido errores y equivocaciones. Quiero darle las gracias también por su aportación a la obra benéfica de la Agrupación hacia la Casa de Nazaret.

¿Que he cometido errores? Desde luego. Lo pasé fatal cuando, entre mis papeles, era incapaz de encontrar el nombre del Director de la Banda de Música “Las Golondrinas” de Vélez Málaga cuando le reclamé para entregarle un recuerdo del evento, o cuando me salté el repertorio que esta misma banda iba a interpretar o... Soy consciente de mis errores. ¿Qué mi manera de conducir el evento no ha sido la que él esperaba? No creo que deba justificarme por hacer las cosas como las siento ¿Qué hay gente más capacitada que yo para hacer este trabajo? Por supuesto. Me vienen a la mente, para empezar, tres nombres. Y, si lo pienso un poco más, seguro que encuentro otros tantos. Pero también tengo claro que el nombre de “Liyos” Mora no está entre ellos.

¿Que así nos va en todo? Ya he dicho antes que nos estamos equivocando todos los cofrades almerienses. Así que a cada uno nos corresponde analizar cuánto somos capaces y estamos dispuestos a dar y actuar en consecuencia. Logrando aciertos o cometiendo errores. Pero actuando, implicándose.

Le he puesto de nombre a esta entrada “¿Quién es la Agrupación de Cofradías?” porque quiero que mi respuesta sea TODOS. Pienso en positivo porque quiero construir, no quiero destruir. Por eso busco el lado bueno de todas las cosas, incluidos los reveses. Esta es mi postura, mi compromiso y trabajo en consecuencia. Con mis errores y con mis aciertos, con mi imperfección de hombre y mis anhelos hacia Dios.

Y te doy gracias, Rocío, por todas las señales y enseñanzas que dejas en el camino que me lleva a tu bendito Hijo.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Ya es Noviembre...



Ya ha asomado NOVIEMBRE en el calendario y siento como vuelve a cambiarme la forma en la que me late el corazón y que es solo comparable a la que se produce en tiempos de Pentecostés. Ya es NOVIEMBRE, el mes de nuestro encuentro más íntimo, la oportunidad de volver a estar contigo y de que mi Hermandad se muestre con todo su empaque y con todo su tronío. Noviembre, el mes que toma el pulso a la realidad rociera almeriense y que es una explosión de amor en gotas de Rocío.

Hace un tiempo escribí, aunque nunca llegó a publicarse, que no sé el tiempo que hace que Noviembre se ha convertido en Noviembre pero que me encanta. Mi hermandad podrá tener sus claros y sus oscuros pero, en Noviembre y a tus plantas, es grande, unida y devota. Es tu familia almeriense, tu gran familia almeriense.

Y es que Noviembre trasciende a la propia hermandad y se convierte casi en evento diocesano. En la aldea se reúnen miles de almerienses de diferentes puntos de la provincia en viajes organizados por diversas parroquias o por asociaciones vecinales y, el domingo a las diez, están contigo esperando a la hermandad que las representa y que lleva su nombre.

Y ya sabes cómo está tu casa de revuelta desde antes de las nueve de la mañana…

Todo eso lo haces Tú, y te sirves de tu hermandad almeriense como instrumento. Nos congregas a tus plantas, con lo que sabes que eso nos alegra y nos llena, nos das la oportunidad de volver a estar contigo y, además, nos regalas la ocasión de poder ser y sentirnos verdaderos hermanos durante un fin de semana.

Es lo que te contaba de los claros y los oscuros…

Señora, cada uno es de su padre y de su madre y las opiniones y los gustos son tan infinitos como los colores. Eso crea tensiones y controversias y momentos oscuros. Pero, sin embargo, todas las opiniones se mueven por la misma razón, lo muchísimo que te quieren. Por eso Noviembre es tan especial. Porque estamos todos en la misma casa, en la misma aldea y con la misma ilusión: Que estamos contigo. Es tanto el amor que se despierta en nosotros que borra tensiones y controversias y que da luz. Una luz tan grande que eclipsa cualquier oscuridad.

Yo mismo, Madre, que sabes lo particular que es mi relación con mi hermandad. Es entre las encaladas paredes de nuestra casa en la aldea donde mejor estoy con todos mis hermanos. Es donde veo la profundidad de su bondad y donde, creo, mejor se ve también la mía. ¡Y la sensación es tan plena…!

Este año, además, los rocieros almerienses vamos a terminar de llenar de luz una de nuestras oscuridades más profundas. El sábado por la tarde volveremos a estar, de nuevo, todos juntos. Y, el domingo por la mañana, lo ratificaremos con toda Almería de testigo.

Es un fin de semana de derroche rociero, uno más íntimo que tu fiesta grande de Pentecostés, más “pa” nosotros. Con un sábado que sabe a Sevilla y a Rosario marismeño y un domingo que impregna de olor a Almería las benditas arenas de tu Reino y que colma a tus romeros de la Gracia de tus dones.

Que mira, Rocío, como será Noviembre de grande que ya hay almerienses que nos pedimos el viernes de vacaciones para disfrutarlo más tiempo contigo.

sábado, 11 de abril de 2015

Semana Santa de 2015, ahí quedaste. En el mismo corazón que las demás...



Ha tenido que pasar una semana para poder encontrar un hueco en el que hacer una evaluación personal de lo que, para mí, ha dado de sí esta Semana Santa de 2015. Os aviso de antemano que, esta entrada, va a ser larga. Lo digo por si… En fin, ya sabéis por qué lo digo que yo, por mí, encantado de que os quedéis hasta el final.

Dicen que no hay dos Semanas Santas iguales, y es verdad. No solo cambian las cofradías sino que, también, existe la posibilidad de que sean tus ojos la que la vean de otra manera. ¡Y mira que hay maneras de verla! Normal que, cada año, estemos ansiosos por que lleguen estos días que nos cambian la vida durante una semana. Una semana que sabe a gloria.

Esta Semana Santa me la he tomado con un talante totalmente diferente al de otros años a distintos niveles y ha sido bueno. ¿Recordáis que, hasta el año pasado, había creído que se le puede caer bien a todo el mundo y que si había gente que me criticaba y que bla bla blá? Este año me ha importado más bien poco. Pero no porque les desprecie y no me importen sus vidas, que va, ha sido porque el tiempo ha ido destapando verdades y he palpado en las calles dónde se sitúan los límites de la credibilidad cofrade. Y como, en mi opinión, están en valores muy acertados, he podido quitarme esa preocupación de la cabeza y dejar así más espacio para vivir emociones. Que es lo que más me gusta en Semana Santa.

Otro aspecto que he cambiado ha sido el profesional. Por un lado con algo tan básico como llevar encima un ordenador portátil pequeño (en realidad es una Tablet con teclado) y al que ¡Le funciona la batería! Me ha servido para ahorrar tiempo y, al hacerlo, he ganado más minutos para vivir emociones. Que es lo que más me gusta en Semana Santa.

Otro aspecto interesante ha sido que, este año, he tenido la oportunidad de contar con nuevas caras en el set de la tele. Personajes como Antonio Andrés Díaz Cantón, Antonio Salmerón Gil o Luís Criado del Águila son de los que pueden contar muchas cosas de Semana Santa de las que no sé, gente de la que se puede aprender y eso es bueno. También están, por supuesto, los que son ya como de la casa, amigos, y que también aportan a mi conocimiento. Incluso ha habido algún que otro marmolillo con un corazón de oro pero con una presión insuperable con quien no he llegado a poder conectar. Y también están los que no han estado, esto va por ti, Manolo, y a los que he echado de menos.

Y, por último, está José Ramón. Comentar el tránsito de Prendimiento y de La Caridad con él ha sido una experiencia alucinante. Nos conocemos desde hace veintiocho años y se me llena la boca al decirlo. No somos, ni mucho menos, de vernos a diario. Incluso nos fallamos con más frecuencia de la habitual (quien conozca a José Ramón sabe de lo que estoy hablando) pero, cuando tenemos un rato para estar juntos, conectamos de tal manera que, esos veintiocho años, se convierten en toda una vida de Semanas Santas. Toda una vida de experiencias y emociones que poner sobre la mesa para sumarlas a las que nos transmiten las que nos están brindando también esos precisos momentos. Una explosión de emociones vivas. Algo que, no sé si os he dicho, es lo que más me gusta en Semana Santa.

La cuestión es que, como norma general, este año he estado mucho más tranquilo y sin tanta presión en el set de la tele. El no preocuparme por el “qué dirán” sobre mí (que es deporte nacional cofrade. Atacar a las personas a nivel personal por disparidad de criterios o de opiniones es algo muy extendido y bastante poco constructivo. Qué, como leí en cierta ocasión, “lo que Pedro dice de Juan, dice más de Pedro que de Juan”. (NOTA: Y que quede claro que el “qué dirán” profesional sí que me interesa porque puede ayudarme a mejorar)) Y el tener más tiempo para vivir emociones ha logrado quitarme muchas presiones. Tanto es así que, hasta el Jueves Santo cuando (de sorpresa) se me sentó el Alcalde al lado para hacerle la entrevista correspondiente, en realidad lo que hice fue charlar con él de Semana Santa. ¿Flojita la charla? Seguramente, yo también lo creo. Pero esos son mis límites y los asumo o, tal vez, es que me exijo más porque creo que puedo darlo.

Ahora, que también puedo contaros todo lo contrario y exponer los malos momentos que he vivido y que, afortunadamente, se reducen a uno. Sí, el de todos, el Jueves Santo…

A pesar de que me quedé sin ver en directo el momento en el que un palio, el del Rosario del Mar, cruzaba el dintel de la Patrona escribiendo un capítulo histórico de nuestra Semana Santa y que fue algo que lamenté muchísimo pero que asumo por responsabilidad, la verdad es que a priori, la hora tempranera de la cofradía no iba a suponerme un problema a mi, habitualmente atascado profesionalmente, Jueves Santo. Hice el periódico y la tele antes de ir a ver salir a Las Angustias con lo que podía mantener mis horarios anteriores que, aunque ajustados, seguían funcionando.

Dije y digo que Las Angustias salió tarde. Me dicen que no, que el horario facilitado estaba mal. Y comienza mi calvario… Les veo salir, vuelvo al set a escribirlo, y se me hacen las nueve antes de darme cuenta. Vamos al directo del Encuentro, pasa Carrera Oficial y, a las diez, me pongo con la crónica para el periódico y con la del Silencio sin terminar. Dan las once y volvemos al directo porque, aunque no veamos la Cruz de Guía de Angustias por General Tamayo, así nos da tiempo a meter las colas de la salida antes de que volvamos con su tránsito por el Paseo. Pero terminan las colas y Las Angustias no está…

Aquí es dónde  mi apretado horario laboral del Jueves Santo se rompe. No puedo terminar las crónicas de Encuentro y Silencio porque tengo que contar en directo lo que ocurre o, más bien, no ocurre, con Las Angustias. Y pasan los minutos y no tienes ningún invitado que pueda contar algo y que te deje arañarle segundos al reloj para escribir. Fue un rato de mucha presión que, finalmente, se superó pero que deja heridas. No me gusta, ni la presión con la que me levanto cuando es Jueves Santo, ni, sobre todo, hacer perder el tiempo de otras personas. Y tampoco me gusta el no saber cómo resolverlo.

¡Ah! Que pensabais que iba a dar mi opinión sobre lo que pasó el Jueves Santo… Pues también la doy, que ya sabéis que soy de teclado fácil…

Es culpa de todos menos de dos. Ni Encuentro ni Silencio tuvieron nada que ver. Es más, de Encuentro haré un apunte ahora cuando termine este párrafo. Que si Angustias taponó al Rosario en la Catedral, que si el Rosario taponó a Angustias en la Patrona, que si la Agrupación no hizo nada, que si estaba pactado… Pasó, y no debe volver a pasar. Que cada cual se pregunte ¿Qué pude hacer yo y no hice? Y, luego, que lo ponga en común con todas las partes implicadas y construyan un consenso. Hace poco publiqué un post en el que decía que “si no construimos un proyecto común, seguiremos estrellando nuestros proyectos individuales” y me mantengo en esa postura. Ya va siendo hora de que dejemos de mirarnos el ombligo, de que dejemos de buscar nuestro propio beneficio como hacen políticos corruptos y demás personajes que desdeñamos y hagamos lo que tenemos que hacer y que todos tenemos, o deberíamos tener, muy clarito: Una Semana Santa tan grande como se merece Dios, que es por quien hacemos todo esto. No lo olvidéis.

¡Ah! ¡Sí! Lo que os iba a decir del Encuentro…

Algo está cambiando en esa hermandad, es evidente. Si algo me ha quedado claro este año es que El Encuentro de ahora no se parece en nada al de antes. Os voy a contar algo… El hecho de que Francisco Sierra no haya sido quien se ha sentado en el set y que, por el contrario, la hermandad haya designado a alguien me ha servido para reflexionar. Sabéis por dónde vienen los tiros, ¿No? Que sí… A la Hermandad no le ha gustado que se digan ciertas cosas sobre ella. Cosas que yo no pongo en duda porque Francis tiene toda la credibilidad para mí. Pero es verdad, los trapos sucios hay que lavarlos en casa aunque airearlos sea la única forma de crear conciencia y opinión sobre una realidad o, para ser políticamente correctos, presunta realidad. Pero también es verdad que, la actual directiva de la Hermandad, tiene un talante que invita a darles un voto de confianza. A lo mejor os parece una chorrada pero la túnica blanca del Nazareno a mí me dice muchas cosas. Y lo de quitarse de en medio en la calle Real modificando in extremis su itinerario es algo que cualquiera haría de verse en las mismas pero que, por haber ocurrido, es digno de agradecer y reconocer. Esto que digo no es un “ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos” sino que, más bien, tiene tintes de tirar por un “arreglad vuestros fallos porque todos tenéis buena pinta y hacedlo juntos, como hermanos, por el bien de la Hermandad”.

¡Mira! Eso me recuerda a otra…

¡Qué Martes Santo más bonito! ¡Por el AMOR de Dios! No voy a descubrir Roma si os digo que, la Hermandad del Amor, también tiene sus cosas. Está claro. Pero sí que os puedo contar lo que me supuso vivir el Martes Santo con mis hermanos. Si habéis leído la crónica de IDEAL de este año, “El Amor todo lopuede”, tendréis una visión aproximada de las emociones del momento. Pero no de todo lo que encerraban.

Desde que Juan Antonio García López ganó las elecciones y contó conmigo para construir su proyecto, el proyecto de todos los que estamos cerca de la hermandad, hemos tenido que hacer muchas cosas. Hemos compartido muchas horas juntos viviendo hermandad y estrechando lazos con la misma intención, con el mismo objetivo: Darle a la Hermandad del AMOR lo mejor que se merece y haciéndolo de manera coherente y responsable. Todos esos momentos vividos se te vienen a la mente cuando ves a tu hermandad hacerse cofradía y salir a la calle. Es el resultado de tu trabajo, de tus esfuerzos, de tus cariños y es material altamente sensible. Y, con todo lo que hemos tenido que aguantar, con todo lo que hemos tenido que hacer, que sacrificar, cuando ves un cortejo tan extenso, un desfile tan mimado y un cariño tan grande de la calle ante la extraordinaria adversidad en forma, o ausencia, de palio de estrellas, todas esas horas que la cofradía está fuera y todas las que pasan hasta que el último candelabro de cola vuelve a estar en el coro de San Sebastián, son pura emoción. Y, este año, ha sido vibrante.

Por cierto, y por eso de que no tengo medida y, al final, siempre la lío. Este año hasta os voy a contar algunas perlas de las que he tenido que escuchar y que, como decía al principio, no me preocupan por eso de la credibilidad y, dicho sea de paso, porque me conozco bastante bien y sé cómo soy, que os van a hacer gracia. ¿Sabéis que hay quien cree que soy el que, en la sombra (y con la complicidad de Juan enrique Ureña), dirige los hilos del Amor y maneja al Hermano Mayor? Pues espérate que hay más… Que resulta que este año la Virgen ha salido sin palio por capricho de la Hermandad. O sea… ¡Mío!

Vamos a ver… Y que se den por aludidos quienes crean que deben hacerlo porque, efectivamente, lo digo por ellos.

En ningún momento, para vuestra tranquilidad, hemos pensado ni dicho en voz alta que hayáis roto los varales. Y no lo hemos dicho porque no habéis sido vosotros. Esos varales se han roto porque tenían que romperse, porque se les ha dado mucha machaca durante treinta años y nunca se habían restaurado. ¿Qué personalmente pienso que, el año pasado, se les dio más de la cuenta? Sí, lo pienso. Pero eso es malo por los varales, no por cómo trabajéis vosotros, que tan solo es cuestión de gustos y nunca he dicho que no me guste. Trabajáis del mismo modo en otros pasos ¿Me habéis escuchado criticarlo? No, ¿Verdad? Pues eso… Otra historia es que, también a título personal, no me guste ese trabajo para el palio del Primer Dolor por otras razones que, insisto, son gustos y, como gustos, colores.

Otra cosita… Nuestra Señora del Primer Dolor ha salido sin palio por capricho de la Virgen, no de la hermandad y, ni mucho menos, mío que soy quien dirige los hilos en la sombra. Lo digo porque recuerdo perfectamente haber utilizado esa palabra en la tele y, básicamente, lo que dije fue que “…Este año ha salido sin palio, por capricho de la Virgen…”. Bueno pues, cuando aprendáis a diferenciar entre el uso literario de las palabras y su uso literal, volvemos a hablar del tema si os apetece.


Y, por último, y para reírnos todos un poco… Si pensáis que soy capaz de manejar a nadie, no quiero ni pensar las intrigas que os van a envenenar cuando os diga que estoy en una de las listas que se presentan a la agrupación. ¡Anda que si ganamos!... ¿Qué? ¿Voy a hacer una Semana Santa a mi antojo?, ¿De verdad os lo podéis creer? ¿Esa imagen de manipulador intrigante es la que os doy? Vale que tengo una cara de mala leche que no puedo tirar de mi alma pero, por favor, ¿Tan poco me conocéis? Y, sin conocerme, ¿Con tanta gratuidad habláis de mí y esperáis que os crean?...

Y, para que todos aquellos que aún siguen leyendo esta entrada y a quienes les agradezco de corazón esta muestra de cariño, sepan como soy voy a seguir dejando por aquí mis sentimientos y mis emociones en palabras que, al estar escritas, no se las llevará el viento.

¿No os ha pasado nunca que, al estar frente a tu Cristo o tu Virgen, habéis tenido la sensación de estar “muy lejos” de ellos? Sí… Eso de que tienes tu ratico de intimidad y reconoces tus miserias y eres consciente de que no te implicas tanto como debieras y hasta, al verles en la iglesia sobre su paso, te duele que no se te encoja el corazón tanto como debiera… A mí me pasa, os lo confieso. Sin embargo, Dios es tan grande que sabe cuándo tiene que encogerte el corazón y arrancarte el pellizco para que recuerdes que estás equivocado y que le amas más de lo que tú mismo eres capaz de imaginarte.

A mí me lo ha encogido con la Merced en Catedral con “Triana de Esperanza” y en el Paseo con “Madrugá Macarena”, con la salida del Amor, me lo ha encogido viviendo con José Ramón Prendimiento, con el Cristo del Camino en la calle Virgen del Rocío (que, ahora que me doy cuenta, me parece tan curiosa como simbólica la advocación del Cristo y su relación con el nombre de la calle), con todas las horas de Paseo viendo a todas nuestras cofradías y aprendiendo de la experiencia de otros cofrades, con mis momentos de disfrutarlas en la intimidad de la acera, con mi ratico de  Viernes Santo y Soledad en la calle Tiendas, con la Vigilia Pascual y con un Domingo de Resurrección que es un punto y final a una semana de emociones vividas tan alegre e intensa que hasta lo prolongué por tres veces para que no terminara. Un Domingo de Resurrección que, además, me trae un inconfundible aroma a Rocío, quien es el gran amor de mi vida.

Y entonces compruebo que Dios me conmueve, que no estoy tan lejos de Él como pensaba y que me gusta todo lo que me da porque son todo cosas buenas. Por eso me encanta la Semana Santa, porque son emociones que me acercan a Dios. Emociones que me encanta vivir y que me gusta compartir porque las cosas buenas, más si vienen de Él, hay que compartirlas.