"No puedo
rendirme. No han de importarme ni mis pies descalzos ni esta dolorosa corona de
espinas que me hiere la sien como tampoco ha de importarme el insufrible peso
del madero golpeando sobre mi hombro. Tengo que seguir de pie. Pisar con
zancada firme y caminar decidido para que entiendan mi sacrificio. Esto es algo
que no depende solo de mí. Es mucho más complejo y siguen sin querer verlo. No
me puedo rendir, aún no se han enterado.
Miradme.
Contemplad desde la vera del sendero como camino y me acerco hacia vosotros.
Para vosotros no soy más que un falso iluminado, un condenado a la cruz que
sufre el escarnio de cargar con ella hasta el calvario mientras tiene que
soportar también las burlas de los mismos a los que dice que ha venido a
salvar. Para vosotros no soy más que un pobre loco…
¡Paradójico!
He venido a decirles que el Padre es un Dios bueno, que les ama hasta límites
insospechados, y no se lo creen. He venido a decirles que lo único que Él quiere
es que los hombres nos amemos y que elijamos siempre la cara amable de la
moneda y no me escuchan. He llegado al extremo de dejarme morir en la cruz para
que entiendan hasta dónde puede llegar nuestro amor, el amor de los hombres
hacia los demás, y se lo toman a broma.
Pues sabed que
la salvación de la que os he hablado no es la revolución que pensáis. Como tampoco
se trata de que seáis culpables de nada y yo sea el Mesías libertador que viene
a morir para saldar vuestras deudas, ¡Ese no es el mensaje! ¡El mensaje es
otro!
Es el amor
incondicional, el amor como el que yo os profeso a vosotros. Un amor tan grande
que ofrece, desde una sencilla sonrisa, hasta la propia vida para quien la
necesite. Que si yo muero por vosotros es para ver si así me entendéis. Que mi
muerte no es un precio, es un ejemplo. Un ejemplo de lo entregados que podemos
llegar a ser por amor. Esta es la salvación que os traigo; La que concede el
amor, la que conceden los actos que se hacen por amor. La salvación que
dignifica a las personas y engrandece a los corazones que llegarán limpios a la
casa del Padre.
¿Entendéis
ya por qué cargo con el madero con tanta decisión? ¿Por qué mis zancadas son
amplias? ¿Por qué no me rindo? ¡Porque os amo!
Volved a
mirarme…
Ya no me
veis igual, ya no soy el loco de antes sino que, por fin, os habéis dado cuenta.
Ahora os duele verme los pies descalzos y me habéis ofrecido un camino de
flores sobre el que pisar. Ahora queréis distinguirme en la oscuridad de esta cerrada
noche y me ilumináis con cuatro faroles para no perder de vista mi figura entre
las palmeras. Ahora coronáis mi cabeza con tres potencias para resaltar mi
divinidad y os entristece tanto como a mí esta corona de burlas y espinas y
esta injusta cruz con la que cargo y que no habría sido necesaria si me
hubieseis entendido desde el primer momento. Ahora me rememoráis arrepentidos y
apenados año tras año y me llamáis del Gran Poder cuando mi único poder ha sido
siempre el mismo que el vuestro.
No soy
distinto a vosotros, solo soy el que os ha enseñado el Gran Poder del Amor. No
tengáis pena por mí, seré feliz si, cada vez que rememoréis mi Pasión, recordáis
que os amo sobre todas las cosas y hacéis lo mismo con vuestros hermanos. Todos…
Todos albergamos ese Gran Poder en el corazón. ¡Disfrutadlo!"
Estimado
Consiliario de esta querida Hermandad Sacramental de Nuestra Señora del Carmen,
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor y
traspaso, estimado Hermano Mayor, miembros de la Junta de Gobierno, hermanos y
amigos…
Cuando vi la
foto por primera vez no pude dejar de mirarle a la cara y de imaginar qué
podría estar pensando en ese momento. Y
enseguida supe que esta imagen encerraba una hermosa catequesis a la que tan
solo había que encontrarle las mil palabras que la explican.
Tal vez
Antonio Jesús Orts, que es el autor de la foto, estuvo movido por otra
inquietud cuando cogió la cámara y captó la instantánea. Tal vez solo vio un
buen encuadre y un acertado juego de luces, o tal vez no. Tal vez sintió que
esa estampa encerraba un mensaje y quiso inmortalizarla para recordarlo tan
solo con verla. Y puede que ese mensaje fuera totalmente diferente al que he interpretado
yo pero eso es lo bonito de la fotografía cofrade. La cantidad de cosas que te
pueden inspirar un mismo momento.
Me han
contado de él que, como quien dice, empezó a hacer estas fotos el año pasado,
que este cartel es uno de sus primeros trabajos. Confieso que no le conocía
pero, por supuesto, le animo a que siga cogiendo la cámara porque sabe captar
el pellizco de una foto.
Y, caso de
que mi información sea incorrecta y haga más tiempo que te dedicas a la
fotografía cofrade,…
¡¿Cómo has tardado tanto en compartir tu arte,
Antonio?!
Quiero darte
las gracias en primer lugar a ti, Antonio Jesús Orts Beltrán, por haber
realizado esta foto y también a la Hermandad del Gran Poder por haber confiado
en mí para presentarla. Entre todos me habéis brindado la oportunidad de
compartir con vosotros mi Fe y de contaros cómo la he sentido al ver esta
imagen.
Que el
próximo Lunes Santo, cuando las calles vuelvan a reconocerle entre una nube de
incienso, sea su mensaje de amor el que nos impregne el alma para que así todos
disfrutemos de su Gran Poder y lo podamos compartir con los demás.
Por
Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.