miércoles, 21 de marzo de 2012

…Para divagar sobre el Paseo, el Perdón y la Soledad



Hay ocasiones en las que a los capillitas se nos olvida que los acontecimientos cofrades ocurren cuando Dios quiere y no cuando se le plantan a nuestros santos cojones. En estos casos siempre suele ocurrir algo que nos recuerda que, en las lides religiosas, los hilos se mueven directamente desde el cielo. Ocurren detalles que hacen saltar las alarmas para que reaccionemos y pensemos “Coño! Es verdad! Esto tiene que significar algo…”

Pues esa es la reacción que yo he sentido con el follón de Carrera Oficial de este año y con que haya habido dos hermandades que han actuado como lo han hecho.

Seguramente el cambio de la Carrera Oficial del Paseo a la Plaza de la Catedral estaba débilmente cogido con hilos y, por eso, Dios nos ha frenado utilizando para ello su brazo en la tierra: La Iglesia Católica. Y mira que a los hijos nos gusta rebelarnos contra nuestros padres… ¡Digo el follón que montamos! (Yo el primero, ojo). Un poco más y le damos sentido literal a la pintada esa que dice lo de que “la única iglesia que ilumina, es la que arde”.

Bueno pues, tras los días de revolución, se pasó a la tensa calma y, en ella, ¡ZASCA! ¡Notición! En los itinerarios aprobados por el Obispado nos encontramos con que quince (de veinte) hermandades van a pasar por la Catedral y con que son dos las que, este año ya, NO van a ir al Paseo.

¡Coño! ¿Quiénes han sido las valientes?

Pues han sido las dos que tenían que ser porque, a mi entender, es que no podían ser otras más que éstas. Y, de nuevo, al pensar en que han sido las cofradías más oportunas que uno pudiera imaginar, es cuando vuelvo a ver la mano de Dios moviendo los hilitos.


¿Qué tienen de especial las hermandades del Perdón y de la Soledad para que tengan que ser ellas, y no otras, las adecuadas para, este mismo año, no ir al Paseo? Pues que, si hay una hermandad que guste a todos los almerienses (incluso a los que no le gusta la Semana Santa), es el Perdón y, si tiene que existir una hermandad que tenga total autoridad para enseñar Semana Santa, esa es la de Cofradía decana de la ciudad: La Soledad.

Una para enseñar a los devotos y otra para enseñar a los profanos…

Cuando el Martes Santo la mitad de Almería se quede como una boba esperando al Perdón en el Paseo, se enterarán de que hay un plan para cambiar la Carrera Oficial. De manera que ya TODA Almería sabrá que nos vamos. Y, cuando el Viernes Santo, la Soledad sea la última hermandad en procesionar, la más antigua de la ciudad y tampoco pase, nos estará diciendo que, a partir del año que viene, todos a hacer lo mismo que ella. Que ahora sí que podemos y somos capaces.

Y el año que viene… ¡A la Catedral!

(Pd: Y, ahora que lo pienso, mira que me sentaría mal que los Mayas acertaran con sus predicciones y el mundo se acabara en 2012 porque, entonces, más de uno se moriría con la risita de “¡joderos! Que, hasta el final, os mantuvimos en el Paseo”. Poquita gracia me haría…)

miércoles, 14 de marzo de 2012

…Para contaros mi 37 cumpleaños



Ayer quise aprovechar y colgar algo en el blog. Empecé a escribir un homenaje a mi padre para el día de mi cumpleaños y, al final, no lo terminé. Me entristecí y me quedé bloqueado. Las palabras no fluían aunque, lamentablemente, lo que sí que fluyó fue el sentimiento de pena porque, por primera vez, mi padre no iba a estar para mi cumple… Que palo, ¿No?

Y esas fueron las vísperas del día de hoy. Horas en las que la pena me tuvo las entrañas revueltillas y sembrando dudas sobre cómo sería el catorce de marzo de dos mil doce. No os preocupéis, la cosa no ha ido tan mal…

Lo cierto es que anoche a las doce en punto empecé a recibir las primeras felicitaciones. Primero Sonia, luego otra amiga por el famoso whattsapp, las primeras felicitaciones en el facebook… Y, esta mañana, la cosa ha seguido con las llamadas de teléfono. Mis cuñados, mis amigos…

He bajado a Andalucía Compromiso Digital a hacer un acompañamiento. Es una organización donde colaboro de voluntario y en donde me han recibido muy cálidamente. Claro, a todos les había chivado el facebook qué día era hoy aparte de que, ayer, yo mismo se lo dije a Celia cuando me llamó para ofrecerme el acompañamiento. Así que, lo primero que he hecho hoy ha sido colaborar altruistamente a que un par de usuarios aprendieran a utilizar un poco más el ordenador e internet.

Después me he ido a Los Picos. Es donde tengo montado mi despachillo de trabajo y, como además es la casa familiar, nos íbamos a juntar allí para comer. Quería aprovechar el rato para terminar de montar el video de boda que le voy a regalar a sus protagonistas y que, por causa de la avería que ha tenido a mi ordenador dos meses y medio fuera de juego, no había podido terminar aún. Que ya sabéis cómo va esto: “No tendré trabajo… pero trabajo no me falta!!”.

Y seguían cayendo felicitaciones por el facebook y por el whattsapp…

El ratico de comida familiar ha sido precioso. Primero he estado de charloteo con mi hermana Nieves y su familia (Marcel, Daniel y el pequeño Mini-Yo) vía Skype, que así Schäftlarn y Almería han estado tan solo una pantalla de distancia. Luego he comido con mis otras dos hermanas (Marienca y Mariaje, que son dos soles (sobre todo mi Mariaje, que se rompe de buena que es)), con mi cuñado Joaquín y con Sonia, mi Sonia... Y, finalmente, ha llegado mi sobrina Alba con lo que he tenido la oportunidad de poder estar con todos los míos. 

Con todos los que quedamos…

No estaba mi padre y le he echado de menos. Pero, sin embargo, el dolor que presuponía que iba a sufrir no ha sido tan fuerte como esperaba porque, en realidad, no tiene sentido que así sea. ¡¡Claro que estaba!! Como estuvo en el cumpleaños de Marienca, en el de Nieves, en el de Mariaje y como estuvo también en Navidad. Todos esos días pasaron y, por difíciles que parecieran, sobrevivimos. ¿Por qué iba a ser hoy diferente? Pues eso, que ser capaz de hacer esa reflexión es lo que ha dulcificado el día. Gracias Marienquita, eres un cielo.

Después de comer de barbacoa en la terraza de Los Picos he ido a echar un ratico más con el video de la boda y, en el facebook, seguían llegando felicitaciones. Hay gente que piensa que las felicitaciones de las redes sociales son de mentira porque una maquinita te lo está chivando. Pero yo no las veo así. El simple hecho de que alguien se tome un segundo en escribir algo significa que soy lo suficientemente relevante en su vida como para querer dedicarme unas palabras. Oye, pues estas felicitaciones ya no deberían parecer tan de mentira, ¿No crees?

Y, rondando el centenar de alegrías, me he ido al psicólogo…

 A ver, no soy el primero ni seré el último que caiga en una depresión por el fallecimiento de su padre y, como un psicólogo es un especialista de la salud como cualquier otro, no tengo que esconderlo como no se esconde cuando eres niño la ilusión por que te pongan gafas. Es más, afortunadamente fui consciente de que tenía que ponerme en manos de uno porque, si algo tiene la depre, es que si la padeces pasas tres mierdas de todo, hasta de curarte.

Menos mal que me di cuenta de que ese no era el camino...

Estoy sacándome, como se diría vulgarmente, “toda mi mierda”  y resulta que hay muchas más cosas de las que yo mismo podía pensar. La cuestión es que el día de hoy ha sido especialmente productivo. Los que habéis ido alguna vez a terapia, sabéis como va… Si hay algún tema que te ha rondado por la cabeza y que no tienes claro, lo cuentas y, a partir de ahí, se despieza hasta encontrar de dónde viene, qué produce y cómo se soluciona. Bueno pues llevaba un par de cosas que necesitaba soltar y se han resuelto en un momento.  Ahora vienen las fases esas de “interioriza, asimila y actúa” y,aunque no vaya a superarlas de la noche a la mañana, al menos estoy siendo consciente de ello y sé cómo se arregla.

Que ya es otro pasito más…

Luego he vuelto a casa y, aquí estoy, escribiendo esta entrada de blog en un archivo previo de Word en una ventana que ocupa media pantalla y comprobando en la otra media que me siguen llegando felicitaciones al Fb y que el número rojito de las actualizaciones, no hace más que subir.

Me está dando en la nariz que soy un tío afortunado…

A las nueve menos diez de la tarde, solo las del facebook, van por ciento diecinueve... Va a ser que sí, que soy un tío afortunado. Junto con las llamadas, los whattsapps, y la gente que aún queda por felicitarme, que más de ciento treinta personas se hayan querido detener un segundo a desearme un feliz cumpleaños significa muchas cosas.

Y lo mejor de todo es que todas son buenas…

Así que, después de haber tenido un ratico para hacer algo de corazón, otro para haber hecho algo por devoción, después de haber tenido la oportunidad de estar con toda mi familia, de ver que, aunque sea poquito a poquito, voy avanzado con lo mío, de comprobar la cantidad de gente que me quiere y de, encima, haberme salido esta entrada de blog que me recordará este día cada vez que lo necesite, a quienes me preguntéis qué tal me ha ido mi trigésimo séptimo cumpleaños no os diré que ha sido un día genial y perfecto, sino que os diré otra cosa:

¡Qué pedazo de regalo se ha currado mi padre! 


jueves, 1 de marzo de 2012

…para contaros que estoy enamorado de Almonte.

Podría decir que, principalmente, es por su gente… Pero, sobre todo, es por el amor incondicional que sienten por su patrona sobre todas las cosas.

La historia entre los almonteños y la Virgen del Rocío es muy partícular y viene muy de lejos. Hay que conocerla desde el principio para poder entenderla.

A ver qué tal me explico...

Desde el primer momento los almonteños sintieron una especial predilección por la Virgen que estaba en la pequeña ermita de las Rocinas. Aquella Virgen protegía el campo, atendía las peticiones de sus devotos y contaba con una leyenda preciosa que la vinculaba irremediablemente con el pueblo de Almonte. Si la Virgen había elegido para vivir aquel lugar que pertenecía a aquel pueblo, los vecinos aceptaban gustosos la misión de venerarla y defenderla.

Así que, desde la noche de los tiempos, se estableció el estrecho vínculo entre el pueblo y la Virgen. Ella cuidaba de ellos desde el cielo y ellos la cuidarían a Ella en la tierra…

Con el paso de los años el cariño por la Virgen que estaba en las Rocinas fue creciendo y calando en los corazones almonteños. Tanto es así que, en 1607, la Virgen fue llevada al pueblo por primera vez para rogarle que les librara de la sequía. La primera que sepamos, claro, porque no existen documentos que informen de traslados anteriores.

Dos veces más irían los almonteños a traer a la Virgen al pueblo para rogarle por las terribles sequías (aparte de otra por peste) antes de reconocerle esos favores de un modo especial. Esa relación con el agua, que siempre aparecía cuando se recurría a la Virgen de las Rocinas, puede que sirviera de inspiración para empezar a llamarla Rocío. Nombre que, desde luego, la virgen inspiró a los almonteños y no sin mística alusión:

“aunque viva en Las Rocinas, quiero tener otro nombre. Uno que diga quién soy y que recuerde de dónde ¡Podéis llamarme Rocío! Rocío como el Rocío del Espíritu Santo que fecunda vuestros corazones con su venida. Así, además de ser mística y universal, mi nombre os recordará que soy Rocío la de las Rocinas, la almonteña de la pequeña ermita al lado de la marisma…”

Que trajera las lluvias al campo y que les librara de la peste fueron motivos más que suficientes para que los almonteños decidieran que había que nombrar a la Virgen de las Rocinas patrona de Almonte. Y, entonces, llegó la primera vez en la que el pueblo tuvo que demostrar que su amor por aquella Virgen era especial e intocable.

A principios del S.XVII España aún estaba organizada de un modo casi feudal y Almonte era una población que dependía del Ducado de MedinaSidonia. Pues bien… En 1618 el VIII Duque de Medina Sidonia había nombrado como patrona de Almonte a la Virgen de la Caridad y, treinta y cinco años después, los almonteños  decidieron hacer caso omiso de los deseos de aquel Duque e impusieron su voluntad ante el existente en ese momento, el X Duque. Voluntad, por supuesto, de pueblo agradecido al cielo que les protege. Y, en 1653, Nuestra Señora de las Rocinas fue proclamada patrona de Almonte “por siempre jamás”.

A pesar de que, sobre el papel, el nombre de la Virgen continuaba siendo “de las Rocinas” ya nadie en el pueblo la llamaba así. Su patrona era Rocío y, antes o después, se encontraría el modo de resolver aquel pequeño problema.

Y el problema se resolvió cuando la primitiva cofradía de la Virgen de las Rocinas redactó sus nuevas reglas para ordenar el culto y la devoción a la patrona de Almonte. Desde ese momento la Hermandad Matriz deAlmonte declaró el nombre de la patrona como Rocío, en alusión a la venida del Espíritu Santo, organizó los cultos y su modo de celebrarse y los cambió de fecha trasladándolos del mes de Septiembre a la festividad de Pentecostés.  Era 1758 y el pueblo decidía que, desde entonces y para siempre, celebrarían en romería con su patrona la venida del Espíritu Santo.

Ya era  la Patrona, ya se llamaba Rocío y, además, seguía siendo la almonteña de la pequeña ermita al lado de la marisma. Aquella a la que recurrir cuando el pueblo estaba en apuros y con la que también celebraban los parabienes inesperados o… “caídos del cielo”.

Los almonteños se emborracharon de Rocío. Sentían la protección divina y, aunque es cierto y loable que estaban dispuestos a defender con la propia vida a su patrona si era preciso, también es verdad que hubo algunos que, henchidos de valor y escudados en la protección divina, se volvieron incautos.

En 1810 treinta y cinco almonteños asesinaron a un Capitán Francés y a varios soldados durante la ocupación de las tropas Napoleonicas. Y, como es de suponer, los franceses no tuvieron intención de quedarse de brazos cruzados ante tal barbaridad y reaccionaron ordenando que ochocientos dragones pasaran a cuchillo a todo el pueblo. Así que la valentía insensata de unos los puso a todos en peligro y, de nuevo, se recurrió a la Virgen para que les librara de la represalia que les iba a caer encima.

“Señora, reconocemos la barbaridad de nuestro pecado y nos sentimos profundamente apenados. Sabemos que somos indignos de pediros un favor así pero, como hijos vuestros que somos, necesitamos pediros que nos perdonéis y nos defendáis. Prometemos agradeceros tal favor  en nuestro nombre y en el de las generacions venideras por siempre jamás”

Y ya sabéis que los franceses nunca llegaron a Almonte y el por qué del voto del Rocío Chico de 1813…

El pueblo aprendió de aquella lección porque, incluso en un caso así, la Virgen les había protegido. Se ampliaron los cimientos de aquella relación y el amor entre la Virgen y Almonte creció como una hiedra que se enreda derrochando belleza sin encontrar de dónde viene una rama ni de dónde viene la otra. Las muestras de amor se multiplicaron tanto como las ganas inagotables de defenderlo.

Y el pueblo tuvo oportunidad de defender su amor por su patrona en dos ocasiones. Primero contra el gobierno y luego, incluso, contra la Iglesia.

En 1932, por esas leyes que se dictaron durante la II República, se tuvieron que quitar del Ayuntamiento de Almonte todas las referencias religiosas, incluido el azulejo de la Virgen del Rocío que, desde siempre, había estado en el edificio. El pueblo no podía permitir aquello y necesitaba demostrar que el amor a su patrona estaba por encima de cualquier ley política. La solución fue sencilla. A la mañana siguiente del día en que se había quitado el azulejo, la fachada principal del ayuntamiento tenía colgados todos los cuadros de la Virgen que había en las casas de los concejales. Varios vecinos entraron en ellas al asalto para demostrar que, incluso en las casas de los políticos, la Virgen del Rocío era la protagonista y la protectora.

Luego, en 1956, se enfrentaron con la Iglesia…

Aquel año los almonteños querían traer a la Virgen al pueblo por varios motivos pero, principalmente, “porque hacía ya tiempo, siete años en concreto, que la Virgen no venía”. Tres años antes se había creado la Diócesis de Huelva, cuyo primer Obispo era D. Pedro Cantero. Y la Hermandad Matriz decidió, por cortesía, informar al Obispo de que tenían intención de celebrar aquel traslado. El caso es que, de primeras, D. Pedro se negó a autorizarlo porque, a su entender como autoridad eclesiástica del momento, no existían razones para que se celebrara y, entonces, el pueblo tuvo que sacar las garras de nuevo para demostrar que su amor por la virgen estaba por encima de todo y que nadie podía interponerse entre ellos.

Por las calles del pueblo se escuchaba “la Virgen viene” y la gente empezó a revolverse. A uno que tiró unos cohetes en la puerta del cuartel de los civiles lo detuvieron por alterar el orden público y, a un amigo suyo, lo detuvieron por gritar a la ventana de su celda “la virgen viene”.Estas detenciones provocaron aún más a los vecinos y la tensión comenzó a ser preocupante.

Cuando el Obispo se enteró de que las cosas se estaban poniendo tan feas se dio cuenta de que Almonte era especial, de que aquella relación entre el pueblo y la Virgen era realmente especial. Entonces decidió cambiar de opinión y él mismo acudió a Almonte para darles la noticia de que era cierto y que la Virgen venía. El pueblo, visiblemente agradecido, concedió al Obispo el privilegio de quitarle a la Virgen el pañito cuando llegara al Alto del Molinillo, en el Chaparral.

La política y la Iglesia habían comprendido que la relación entre Almonte y su patrona era especial. Que los lazos de unión que existían entre ambos eran tantos y tan fuertes que nadie podría romperlos ni separarlos siquiera.

Y, entonces, llegamos los forasteros…

Gracias precisamente a que D. Pedro Cantero facilitó la propagación de la devoción rociera con carreteras, medios de comunicación y otras herramientas, fue creciendo el número de personas que descubrían la verdadera Gracia de la Virgen del Rocío… ¡Un millón en 1980! Todos íbamos llegando y descubriendo la fuerza de su nombre, empapándonos de su amor, del mismo amor que cautiva a los almonteños desde hace siglos.

Llegamos los nuevos inventando mitos y caminos “que si los almonteños saltan la reja al amanecer vestidos con camisas caquis, que si quien no ha dormido en Palacio no conoce el Rocío…” ¡tantas tonterías y todas tan lejanas a la realidad! Y, encima, llegamos a creer, por el amor que sentíamos por su patrona, que nos encontrábamos a su mismo nivel y que teníamos los mismos derechos que ellos.

Llegamos los nuevos sin darnos cuenta de que el Rocío es simple y llanamente el amor incondicional por la virgen y sin percatarnos de que Almonte lleva viviendo y defendiendo ese amor desde hace siglos hasta el punto de que ha echado raíces allí. Es un amor que vive en Almonte y que se alimenta de Almonte.

Llegamos los nuevos y Almonte no se enfadó por traer tanta tontería. Todo lo contrario. Decidió compartir con nosotros el amor infinito de su Patrona y hasta aceptó tener que modificar sus viejas tradiciones para que todos pudieramos celebrar la romería juntos. Y, aún así, no le duele. Está encantado de poder enseñarnos cuál es el verdadero sentido de la devoción rociera y está feliz porque tantos devotos y de tan diferentes lugares sintamos, como sienten ellos, la irrefrenable atracción que produce la almonteña que vive en la pequeña ermita al lado de la marisma.

Por eso estoy enamorado... Porque mi amor por la Virgen nunca será capaz de alcanzar el que le tiene su pueblo...  Y Porque amar a Rocío es también amar a Almonte.