miércoles, 6 de junio de 2012

…para honrar a mi padre



A mi padre se lo debo todo. Seguramente todos habréis escuchado a alguien decir esa frase refiriéndose a sus progenitores pero son pocas las ocasiones en las que nos detenemos a pensar en el verdadero significado de esas cuatro palabras. Yo he tenido que perder a mi padre para entender lo que verdaderamente significan y, ahora que ya lo sé, es cuando las vuelvo a decir a boca llena y, por supuesto, en mayúsculas. SE LO DEBO TODO.

Podría empezar enumerando los detalles más insignificantes pero que son igual de valiosos que cualquier otro. La ropa que tenía para vestirme de niño, el calzado apropiado para cada circunstancia, un techo para cobijarme, una despensa llena…

Luego descubrí que, también gracias a él, tuve la oportunidad de disfrutar durante mi niñez del verano de un modo que no todo los niños podían y que, aparte de darme los veranos, también me dio la posibilidad de disfrutar de los inviernos al calor de una familia mucho más grande, una que se llama Hermandad del Rocío de Almería, y de descubrir las bondades del cielo gracias a una amorosa Virgen Almonteña

Gracias a mi padre Guadix y Granada son dos barrios de Almería en los que he jugado mil veces con mis primos como jugaba en Los Picos y en Aguadulce. Y también gracias a mi padre he visto un burro y un caballo pintados en una montaña cerca del Puerto de la Mora y ese secreto lo sabe muy poca gente.

Pero aún quedan muchas más cosas que le debo a mi padre

Gracias a él no me di cuenta de que mi madre no estaba. Aunque ella ya no estuviera en casa el funcionamiento de la familia siguió siendo exactamente el mismo. Mi padre no sólo era el que abría la cartera, también era el de “voy al médico, ¿Necesitas algo?”.

Gracias a mi padre he crecido en una familia particular pero completamente estructurada. He disfrutado de todos mis tios y de todos mis primos (también los de mi familia materna) y he tenido la posibilidad de crecer moviéndome a mi aire pero siempre bajo cobijo. Tengo una carrera universitaria, he podido crear mi propia familia y he salido adelante siempre con su apoyo y, en muchas ocasiones, también con sus sacrificios. Me ha concedido muchos caprichos y nunca me ha pedido explicaciones por nada. Gracias a su ancha, anchísima y protectora manga, he tenido una libertad de crecimiento  que no todo el mundo ha podido tener.

Y, como le dije a mi psicólogo en su día, creo que no lo he hecho del todo mal… Así que, si me siento orgulloso de ser quien soy, más orgulloso me siento de que, gracias a mi padre, pueda ser como he querido.

He vivido mil experiencias con él y he aprendido que, incluso una misma situación, puede verse desde perspectivas diferentes según en qué asiento del coche vas sentado. Mi padre vino a buscarme a Cáceres realizando con ello un sacrificio pero, por el contrario, también se pegó el gustazo de acompañarme a Barcelona y a Sevilla cuando tuvo la oportunidad. Eso sin contar el paseíto que nos dimos el día que grabé las imágenes para la promo de “Andalucía de fin de semana”.

Si es que hasta en eso soy igual que él; Tú déjame un coche y una carretera y soy la persona más feliz del mundo. Feliz como el padre que me hizo. Como el hombre al que mi nacimiento hizo tan feliz que no dudó en volear a una enfermera cuando le dijeron que, mi madre, había parido un pepillo.

Mi padre no me lo enseñó todo en vida sino que, por el contrario, terminó de explicarme un par de cosillas con su muerte…

Primero me hizo un último regalo y me enseñó cómo el cielo trata con un cariño especial a las buenas personas. Mi padre, aparte de la carga que le supuso sostener una familia sin su mujer y madre de sus hijos, llevó también sobre su conciencia hasta el último momento el peso de creerse culpable de la enfermedad de mi abuelo; una tetraplejia producida en un accidente de tráfico cuando mis abuelos se dirigían a verle cantar una misa rociera a mediados de los ochenta.

Y fue la propia Virgen del Rocío quien bajó del cielo para quitarle ese peso…

Hace un año mi padre llegó a postrarse a sus plantas padeciendo la misma enfermedad que le había arrebatado a mi madre, con el peso de lo de mi abuelo, con el cansancio de haber estado luchando durante años para mantener a su familia unida y, aún así, le quedaban ganas de pedirle a la Señora que le diera fuerzas para seguir protegiéndonos.

Pero la Virgen le propuso otra cosa. Después de recordarle que ya lo había hecho todo en esta vida y que, incluso superando las más difíciles situaciones, lo había hecho bien, le invitó a que descansara y a que se quedara junto a Ella en las marismas eternas. Se lo merecía. Se merecía dormirse en la aldea y hacerle con ello un regalo por su vigesimoquinto aniversario a su querida hermandad de Almería.

Y mi padre se durmió en el Rocío y la casa hermandad de Almería se convirtió en puerta del cielo…

La segunda lección aprendida ha sido más bonita incluso que la primera. Y es que, desde la perspectiva que otorga esta nueva realidad que hoy cumple su primer aniversario, tengo la posibilidad de ver con una claridad meridiana cuál ha sido la historia de mi padre, cuál ha sido su comportamiento conmigo y con todos los suyos, y cuál ha sido su recompensa. Ahora ya sé que tipo de persona quiero ser el resto de mi vida; Una que sea lo más parecida posible a mi padre.

Así que después de ver todo lo que me ha enseñado y todo lo que me ha dado, es normal que hoy quiera honrarle como se merece.

Gracias papá por darme la vida y dejarme vivirla a mi manera, por darme esta familia y por darme esta Fe. Como decía al principio de esta entrada TE LO DEBO TODO.