martes, 29 de mayo de 2012

…Para felicitar a Almonte por la romería del Rocío de 2012



Cuando conocí la noticia de que la nueva Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte estaba presidida por Juan Ignacio Reales y que, en su equipo, aparecían otros nombres que ya me resultaban conocidos (Encuentro de Jóvenes Rocieros 1996, 1997) como son el de Santiago Padilla o el de Manuel Gordillo, sentí una satisfacción inmensa porque supe que, con ellos, la romería iba a evolucionar para adaptarse y resolver los problemas que la comenzaron a ahogar hace unos años y que requerían una actuación valiente para ser resueltas.

La primera noticia que llegó al universo rociero fue la de la admisión de nuevas hermandades filiales y la de la modificación de la presentación de hermandades de cara a la romería de 2013. Entonces supe que, como pasara en otras ocasiones de las que he tenido oportunidad de conocer gracias a un trabajo literario de S. Padilla, llegaba un nuevo cambio generacional al seno del Rocío y de la Hermandad Matriz que iba a traer prosperidad a la devoción rociera.

Después de disfrutar de la brillantez de los primeros compases de la romería de este año, con una presentación de hermandades inolvidable, una Misa de Pontifical tan solemne y profunda como la festividad de Pentecostés se merece y con un rosario de hermandades que, por fin, ha superado los escollos de finales del siglo pasado y se ha asentado como uno de los actos más vistosos de la romería (sin perder por ello su significado religioso) llegó el momento culmen de la romería; La procesión de la Virgen, y, con él, la última novedad que ha desarrollado la nueva Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz y que, de nuevo, ha resultado ser un acierto.

Vi la salida de la Virgen desde la marisma y lo primero que me sorprendió fue que, allí fuera, se percibía perfectamente el clima de “calma” que se vivía en el interior de la ermita. Nada que ver con la euforia y nerviosismo que, en años anteriores, ha salpicado el salto de la reja y el inicio de la procesión con tintes de “fanatismo”, “bestialismo” y otras lindezas de las que los laicos le están dedicando con tanto énfasis en la actualidad a todo lo relacionado con la Religión.

Luego, en la calle Almonte (y después de que la Virgen bendijera a Almería con su visita), decidí meterme a llevarla tras varios años sin hacerlo, y cuál fue mi sorpresa cuando me encontré con decenas de camisas blancas alrededor del paso velando por la Virgen y por los hijos que la portaban. Solo estaba Almonte debajo de la Virgen y los forasteros lo teníamos complicado para meternos sin contar con ellos. Un amigo me contó que había pillado un par de “tarascás” en la cara y, como siempre, me apenó. Pero no porque piense que es un acto de bestialidad que un almonteño termine por darle una guantá a un forastero sino por todo lo contrario, porque no me parece de recibo que un forastero intente por la fuerza conseguir algo que, en justicia, solo corresponde a los almonteños.

Estuve alrededor del paso durante más de una hora, dejándome ver, colaborando fortuitamente cuando algún almonteño creía conveniente contar conmigo para contener a la muchedumbre y nunca intenté llegar a los varales abusando de mi envergadura (metro noventa de tío). Si la Virgen estimaba oportuno que cogiera sus varales y ayudara a sus hijos, llegaría ese momento. Y, si no pasaba, al menos habría tenido la oportunidad de colaborar mientras que disfrutaba de la cercanía de la Virgen y de su divina belleza y mientras le contaba todas las cosas que, como rociero y como hijo, quería compartir con Ella este año en el mágico momento de la procesión.

No pasó. Ni me agarré al varal ni metí el hombro en el costero. Solo tiré de los almonteños que estaban agotados para ayudarles a salir de debajo del paso y, con todo el respeto del mundo, compartí con Almonte la satisfacción de participar de esa manera en la procesión.

Luego saqué mis conclusiones y, por eso, es por lo que quiero felicitar a Almonte. Que una cuadrilla tan amplia de almonteños de todas las edades trabajara de manera coordinada para insuflar aire a los hermanos que cargaban con el paso, que tuvieran tan claro qué y cómo hacer si el paso iba al suelo y que se les viera “otra mentalidad” mucho más sosegada que en años anteriores es señal de que existe una evolución.

La Virgen es de los almonteños, es su patrona, y es Almonte quien tiene el privilegio de pasearla por la aldea y quien, como anfitrión, se preocupa de que, de manera organizada, también haya un hueco para los forasteros bajo el paso. Los forasteros no podemos entrar por la fuerza, ni podemos compararnos con los almonteños solo porque creamos que nuestro amor por la Virgen es igual que el suyo. Ya lo he dicho antes, hay que conocer la historia de este pueblo con su patrona para entender que, aun siendo todos rocieros (almonteños y forasteros), los almonteños la quieren de una manera especial que casi podría afirmar que viene definida en su ADN y que su posición de “pueblo elegido” por la Virgen del Rocío es la que justifica que ellos sean sus guardianes legítimos.

He visto a los almonteños preocupados de verdad por hacer las cosas bien y con orden. Hasta ahora Almonte defendía su derecho de llevar a su Patrona con las entrañas y con el corazón pero este año, además, han empezado a hacerlo también con la cabeza en igual medida y el resultado es ya conocido por todos los rocieros. La Virgen ha procesionado mejor que nunca y eso es un hecho. La procesión del año pasado fue el punto de inflexión, la evidencia de que las cosas no se estaban haciendo todo lo bien que se podían hacer y la llamada de atención para tomar las medidas oportunas para resolverlo. Y, después de arreglar el paso de la Virgen, se ha arreglado también el comportamiento de sus hijos alrededor de las andas.

Felicito a Almonte porque ha organizado y celebrado de un modo brillante la romería de 2012 (a todos los niveles y desde todas las instituciones) y felicito a los almonteños porque siguen ofreciendo a los forasteros la posibilidad de participar de la Fiesta en toda su amplitud. Se han sentado las bases de un nuevo modelo de procesión, muy similar a la que conocíamos hasta ahora pero mucho más ordenada. Almonte ha vuelto a hacer los deberes para que todos disfrutemos del Rocío. Ahora nos toca a los demás asimilar las nuevas normas, entender que, aunque a algunos les puedan parecer irracionales o autoritarias, son las mejores para garantizar que la romería siga siendo de todos y tenemos también que colaborar con el pueblo de Almonte para que ellos mantengan su privilegio, el de portar a su Patrona cuando sale en procesión. Si respetamos a Almonte, Almonte nos devolverá a cambio romerías tan brillantes como la de este año. Y creo que éste es un trato que nos conviene a todos los rocieros porque está hecho para construir en la Fe, no para dividir entre hermanos.

¡Felicidades Almonte! ¡Felicidades a la Hermandad Matriz! ¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCIO!

2 comentarios:

  1. Hola Pepe, soy Nuria de La Palma del Condado, de los encuentros de jóvenes rocieros "la del disco". Me alegro mucho saber de tí y ver que estás bien. Me alegro que hayas disfrutado de la Romería de este año, yo no he podido ir todos los días, solo para el camino de mi Hermandad y el lunes por la mañana para ver la Virgen. Coincido contigo en la felicitación a Almonte por todo lo acontecido en la Romería y por supuesto me quedo contenta por saber de tí. Un beso muy fuerte.
    Nuria de la Vara

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  2. Nuria Disco!!! Me alegro de volver a verte. Acabo de agregarte al Fb. ¡Qué alegria me acabo de llevar! Un besazo cielo!!

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