lunes, 2 de noviembre de 2015

Ya es Noviembre...



Ya ha asomado NOVIEMBRE en el calendario y siento como vuelve a cambiarme la forma en la que me late el corazón y que es solo comparable a la que se produce en tiempos de Pentecostés. Ya es NOVIEMBRE, el mes de nuestro encuentro más íntimo, la oportunidad de volver a estar contigo y de que mi Hermandad se muestre con todo su empaque y con todo su tronío. Noviembre, el mes que toma el pulso a la realidad rociera almeriense y que es una explosión de amor en gotas de Rocío.

Hace un tiempo escribí, aunque nunca llegó a publicarse, que no sé el tiempo que hace que Noviembre se ha convertido en Noviembre pero que me encanta. Mi hermandad podrá tener sus claros y sus oscuros pero, en Noviembre y a tus plantas, es grande, unida y devota. Es tu familia almeriense, tu gran familia almeriense.

Y es que Noviembre trasciende a la propia hermandad y se convierte casi en evento diocesano. En la aldea se reúnen miles de almerienses de diferentes puntos de la provincia en viajes organizados por diversas parroquias o por asociaciones vecinales y, el domingo a las diez, están contigo esperando a la hermandad que las representa y que lleva su nombre.

Y ya sabes cómo está tu casa de revuelta desde antes de las nueve de la mañana…

Todo eso lo haces Tú, y te sirves de tu hermandad almeriense como instrumento. Nos congregas a tus plantas, con lo que sabes que eso nos alegra y nos llena, nos das la oportunidad de volver a estar contigo y, además, nos regalas la ocasión de poder ser y sentirnos verdaderos hermanos durante un fin de semana.

Es lo que te contaba de los claros y los oscuros…

Señora, cada uno es de su padre y de su madre y las opiniones y los gustos son tan infinitos como los colores. Eso crea tensiones y controversias y momentos oscuros. Pero, sin embargo, todas las opiniones se mueven por la misma razón, lo muchísimo que te quieren. Por eso Noviembre es tan especial. Porque estamos todos en la misma casa, en la misma aldea y con la misma ilusión: Que estamos contigo. Es tanto el amor que se despierta en nosotros que borra tensiones y controversias y que da luz. Una luz tan grande que eclipsa cualquier oscuridad.

Yo mismo, Madre, que sabes lo particular que es mi relación con mi hermandad. Es entre las encaladas paredes de nuestra casa en la aldea donde mejor estoy con todos mis hermanos. Es donde veo la profundidad de su bondad y donde, creo, mejor se ve también la mía. ¡Y la sensación es tan plena…!

Este año, además, los rocieros almerienses vamos a terminar de llenar de luz una de nuestras oscuridades más profundas. El sábado por la tarde volveremos a estar, de nuevo, todos juntos. Y, el domingo por la mañana, lo ratificaremos con toda Almería de testigo.

Es un fin de semana de derroche rociero, uno más íntimo que tu fiesta grande de Pentecostés, más “pa” nosotros. Con un sábado que sabe a Sevilla y a Rosario marismeño y un domingo que impregna de olor a Almería las benditas arenas de tu Reino y que colma a tus romeros de la Gracia de tus dones.

Que mira, Rocío, como será Noviembre de grande que ya hay almerienses que nos pedimos el viernes de vacaciones para disfrutarlo más tiempo contigo.

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