domingo, 14 de mayo de 2023

Pregón a la Hermandad del Rocío de Cádiz (6 de mayo de 2023)

 



Mientras la aldea dormía

Tranquilo la paseaba

Un perrillo me seguía

Y en las fachadas veía

Historias jamás contadas

“La casa de tía Martina”

“La casa de abuela Juana”

Y más allá de Sevilla

La antigua “Casa amarilla”

De la Plaza de Doñana

Iba sintiendo el momento

No había rumbo en mis pisadas

Solo una cosa temía

Llegar a la luz del día

Con la libreta cerrada

A las musas pretendía

Encontrar de madrugada

Pero las musas me huían

Y el tiempo se me acababa


Dime, Rocío, ¿Cómo Empiezo?

¿Dónde coloco la entrada?

 

Dile a Cádiz que la quieres

Y me tiene enamorada

Que la tengo por joyero

Al ser Tacita de plata

Alaba a su buena gente

Que besa con la mirada

Date un paseo por sus calles

Por San Francisco y la Plaza

Súbete a Torre Tavira

La que por Cádiz suspira

Y ya verás como arrancas

Diles que admiras su historia

De ciudad trimilenaria

De fenicios comerciantes

Con mi Onuba Aestuaria

Del Gades de los romanos

De Musa y de sus andanzas

De Alfonso X “El sabio”

Que a Cádiz libró del moro

Y a mí me puso en Doñana

 

Con tanto como te gusta

Puedes contar lo que quieras

Hasta que Cádiz es el punto

Que da inicio a tu novela

Que, pa luchar por lo suyo,

No has visto mejor escuela

Y hazle un guiño al carnaval

Si vas por Plaza Fragela

Que llevas en el sentío

A la Viña, la Caleta

San José, Santa María

El Pópulo y la Alameda

Y que aun siendo de Almería

Y que aun viviendo en la aldea

Por Cádiz bebes los vientos

De gaditanas maneras

 

Y ya luego vas metiendo

Las cositas rocieras

 

Que llega la romería

Que la marisma le espera

Anuncia que llega el día

De volver a las arenas

Que estoy loquita por verles

Para curarles las penas

Y que el niño está impaciente

Como almonteño en la reja

Que Doñana está precioso

Como siempre en primavera

Que en los cerraos del coto

Se han abierto las cancelas

que anhelo su Simpecao

Entronizao en la carreta

Que se echen al camino

Que vengan por carretera

Que se cojan la semana

O tantos días como puedan

Que sin Cádiz al Rocío

Le faltaría una estrella

Y que en unos días nos vemos

Que estoy ya echando de menos

A mi Cádiz rociera


Reverendo Sr. Consiliario de la Hermandad del Rocío de Cádiz; María del Mar, Hermana Mayor. Con ese nombre que tienes de patrona almeriense queda claro que la Virgen ha estado por medio en esta aventura de que venga uno de Almería a pregonarle Rocío a los gaditanos;

Rocieros de Cádiz; Hermanos y hermanas todos en el Pastorcito Divino:

La Virgen tiene su manera de decirte las cosas. El primer día que decidí ponerme en firme a escribir el pregón, que fue a primeros de noviembre, me fui ilusionado a comprarme una libreta en la que ir apuntando las briznas de inspiración que me fueran brotando y, con una sonrisa enorme, me encaminé luego a la ermita, me senté en mi banco, en mi esquinita, y busqué su cara. La saludé con una Salve y mi habitual “¿Cómo estás, corazón?” y empecé a contarle la emoción que traía en el cuerpo por este bendito encargo. Total, que me puse de charloteo con Ella confiado en que la inspiración iría fluyendo y, dos horas después, la libreta seguía en blanco. Fue mi primer momento de preocupación.

¡Pues sí que empezamos bien, Rocío!

Y, entonces, lo hizo: me dijo las cosas a su manera.

Se me acercó a pedirme ayuda una muchacha que traía flores para la Virgen y no conocía el procedimiento. Me levanté del banco para acompañarla a la reja de la ante-sacristía y darle una voz al santero y, en esos poco pasos de distancia que hay del banco a la reja, me dice la muchacha: “vengo de Cádiz”.

La Virgen tiene su manera de decirte las cosas…

Pasa la Navidad, llega año nuevo y la libreta con solo un par de hojas garabateadas. Va creciendo la preocupación. Y, entonces, a finales de enero, ocurre lo del robo a la Virgen. La cosa se queda en un sustillo y, conforme la hermandad convoca la misa en acción de gracias, yo que me vengo a Cádiz para acompañaros.

—¿Qué? ¿Cómo va el pregón?

Os lo confieso, sentí de verdad el miedo de no ser capaz de estar a la altura de lo que quería regalarle a Cádiz y me acordé de la del año pasado.

¡Pobre Iván! ¡¿Otro?!

Pero la Virgen tiene su forma de decirte sus cosas y, con esta visita para acompañaros de febrero, me di cuenta de lo pronto que ha empezado este año el Rocío en Cádiz: que, aparte de las actividades y cultos habituales, estamos desde enero metidos en harina de una manera especial.

Y llega por fin la Sabatina de marzo y vengo para recibir las pastas de pregonero. Sábado, 25 de marzo, festividad de la Encarnación de la Virgen. Mi madre se llamaba Encarnita y su recuerdo tiene un episodio muy grande con esta hermandad. La fecha de la entrega de pastas no fue una casualidad.

Rocío, que tiene su forma de decirte las cosas.

Os lo cuento porque, hace tres semanas, la libreta solo tenía cinco o seis hojas garabateadas y mi preocupación estaba mutando a pánico gordo a pesar de tanta evidencia de que la Virgen ha estado pendiente de mi para cumplir con este bendito momento en el que me encuentro ahora mismo.

15 de abril, voy a la ermita, a mi banco, a mi esquinita: “Rocío, ya sí que sí, ¿eh?”

“No es una ponencia, es un pregón. Sácate las cosas del corazón”

Menos mal que, además de con la sutileza de los detalles, Rocío te habla clarito cuando tiene que hacerlo.

Tenía tantas ganas de escribir algo que estuviera a la altura de lo que os merecéis y me estaba exigiendo tanto, que me había quedado bloqueado.

Rocío siempre responde y nunca se equivoca. Así que me voy a quitar el miedo que le tengo a creer que mis emociones no le importan a nadie y, Si Ella lo aconseja, que sea lo que Ella quiera.

Voy a empezar contigo, Montaño.

¡Mira! He dejado un puñado de líneas en blanco para darte las gracias tal y como me las inspirara tu presentación. Que nunca me ha gustado eso de tener preparado un agradecimiento sin saber qué se está agradeciendo.

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Pero no te vas a librar de la parte preparada, que también la tengo…

Aquí donde le tenéis, en el año ochenta y siete, que era la primera vez que él hacía el camino con Cádiz, nos invitó a unos cuantos almerienses a que viniéramos a conocerlo y se portó de categoría. Pero es que luego, en el ochenta y nueve, que fue cuando Almería hizo su primer camino, se vino con mi hermandad y, como era el que ya tenía experiencia, no hizo más que sacarnos las castañas del fuego cada vez que pecábamos de novatos.

¡Menos mal que estabas tú, Manolo!

El incombustible le llamáis por aquí, ¿no? Desde mi primer recuerdo siempre ha estado ahí: predispuesto para echar una mano a quien se lo pida o con el tambor colgado del brazo y listo para arrancarse con un palo de sevillanas, o dos, o tres; o los que hagan falta. Jartible y un bastinazo, ese es Manolo Montaño.

Te tienes el cielo ganao… ¡Angelitas!

Muchas gracias siempre y por todo, Manolo. ¡Que sí! Que tú también Te tienes el cielo ganao…

Aquí me tienes: pregonero de Cádiz en 2023… ¿Quién nos lo iba a haber dicho cuando me conociste de chiquillo o, siquiera, hace diez años cuando vine a hacerle a Cádiz el video de la romería de 2013?

El video… Otra vez está Rocío diciéndome cosas con su manera tan bonita y tan particular. Y es que os tengo que contar que yo me enamoré de la Hermandad de Cádiz precisamente por un video. Os lo cuento rapidito…

En 1986 un cámara que era amigo del dueño del videoclub “La Curva” le grabó a la Hermandad de Cádiz el video de aquella romería y, el sábado de Rocío, se encontró con que el Hermano Mayor de entonces (¡Un besico al cielo, Isaac!) estaba con otros siete Hermanos Mayores delante de un Simpecado y de la carroza de la Hermandad de Huelva.

“Esto tiene que ser gordo”, pensó. Y no se equivocaba. Resulta que inmortalizó en video para la posteridad la primera presentación de la Hermandad de Almería; la ocasión en que toda Andalucía se rindió por vez primera ante la Reina de las Marismas y las otras siete capitales andaluzas amadrinaron a la última en llegar.

Pero, aparte de eso, que ya de por sí es un documentazo de la historia del Rocío y que agradeceré siempre como almeriense, en aquel video había algo más; algo que me uniría a esta hermandad de por vida…


A lo largo del camino

Por el coto de Doñana

Iba el cámara grabando

A la hermandad gaditana

Plano tras plano captaba

A toda la caravana

Los jinetes y los carros

Las mujeres de gitana

Ese video es una joya

De vuestra historia temprana

 

Pegadito a la carreta

Del Simpecado Divino

Iba un hombre de promesa

Un callado peregrino

Persona de rostro noble

Pero de gesto mohíno

Tenía en los ojos la pena

De arrastrar una condena

Del azaroso destino

 

Se encomendaba a la Virgen

Y al Pastorcito Divino

 

Por la salud de su hija

Él se había comprometío

A hacer andando la senda

Que va de Cádiz al Rocío

A hablar sólo en las paradas

Casi a no decir ni pío

Y a volver a la tacita

Sin pasarse por la ermita

Al terminar el camino

 

¡A padecer las arenas

Para no ver a Rocío!

 

Y así un año y otro año

Lo que durara el suplicio

Si su hija no sanaba

Ná más llegar, se marchaba

Prolongando el sacrificio

 

Y por eso que os contaba

De que el hombre que grababa

Se encontró en la romería

Con que la Blanca Paloma

Había extendido su reino

Completando Andalucía

 

El video llegó a Almería

 

Y con él el testimonio

Del hombre llamado Antonio

El callado peregrino

Que su promesa ofrecía

 

No se me olvida la imagen

Once años yo tenía

¿Cómo podía aquel hombre

No encontrarse con la Virgen?

¿No quedarse en romería?

Era triste y era hermoso

Se clavó en el alma mía

 

Y ocurrió al año siguiente

Que mis padres me llevaron

A hacer con Cádiz el camino

Y al llegar a Bajo Guía

Mi inquietud sólo quería

Conocer al peregrino

¡Pocas cuentas eché al paisaje

De mi Doñana de pinos!

Bajarse poco del coche

Tan solo pa hacer las noches

Parecía ser mi sino.

 

Y el viernes por la mañana

Como cosa del destino

Mis padres se adelantaron

Pa llegar pronto al Rocío

Y me dejaron ir solo

A completar el camino

 

Y corrí hasta la carreta

Del Simpecado divino

Allí esperaba ya Antonio

El callado peregrino

Me agarré del pasamanos

Las arenas recorrimos

Sólo lo justo charlamos

No recuerdo qué dijimos

Pero sé que estoy seguro

Porque el recuerdo está vivo

Que no me pesó la Raya

Que no tiré la toalla

Ni me cansé por chiquillo

 

Que fui feliz caminando

Junto a aquel hombre sencillo

 

Y en los pozos artesianos

A la hora del bautizo

Donde paraba antes Cádiz

A la vera del camino

A aquel que ya era mi hermano

Le pedí ser mi padrino

Y sus labios pronunciaron

Mi nombre de peregrino

Me bautizó con sus manos

Me echó el agua, sal y vino

Felices nos abrazamos

Felices nos despedimos

Cuando, al llegar a la aldea,

Como tenía prometío

Marchó de nuevo pa Cádiz

Sin visitar a Rocío

Ya nunca más volví a verle

Ni a sus parientes cercanos

No sé qué fue de su suerte

Ni si sirvió su promesa

Y su esfuerzo sobrehumano

Y estoy feliz, soy dichoso

Porque Rocío, de antemano,

Me preparó aquel camino

y escogió como padrino

Pa que fuera un buen cristiano

A un hombre humilde y valioso

Abnegado, generoso

Rociero y gaditano.


Desde “La bella escondida” ya se ven batas rocieras tendidas en las azoteas. Ha pasado el tiempo de los tipos y el de las túnicas y, con la primavera abierta y deslumbrante como una flor, ahora es el tiempo de las Glorias.

De La Caleta a Loreto, de Cortadura a la Punta empieza a haber un trasiego singular. Y, lo mismo que en las casas de los romeros se empieza a notar que se acercan los días, en la hermandad se está viviendo ese frenesí desde hace meses.

Y creo que es de justicia tener un reconocimiento para la junta de gobierno de la hermandad porque realiza un trabajo ímprobo y muchas veces infravalorado. Para la hermandad, preparar el Rocío no es solamente asegurarse de que Selu tenga los mulos listos el martes por la mañana y limpiar la carreta del Simpecado. Es también el estrés de tener a punto unas obras en la casa hermandad de la aldea, es organizar la logística para los peregrinos en el camino y en la aldea, es llevarse un año haciendo cuentas para que haya dinero para las flores, el gasoil, los tractores o la cocina. Y, sobre todo, es la interminable burocracia que no se ve, que no se nota.

Yo sé que parece de locos que, en febrero, ya esté secretaría pidiendo matrículas y preguntando quién va al camino cuando todavía hay hermanos con el tipo puesto y cantando en la Plaza; que parece innecesaria y hasta un sinsentido tanta premura cuando todavía falta tanto; que, para los pocos vehículos que tiene la caravana, ¿a qué tanta prisa?

La prisa primera se llama Doñana. Tal vez la Hermandad de Cádiz solo tenga que manejar los datos de veinte coches, pero el parque tiene que manejar los datos de las muchas hermandades que transitan los caminos de Cádiz y también tiene que remitirlos al Plan romero para que, la parte que os atañe se organice debidamente. Y, a su vez, el plan romero tiene que recabar también los datos de los caminos de Huelva y de los caminos de Sevilla.

En definitiva… Que sí, que la Hermandad de Cádiz puede resolver sus cosas en una semana, pero quien se las pide necesita varios meses para poder resolver las suyas ¡y quien se las pide a quien se las pide a Cádiz es que va enganchando sin parar un año con otro!

Así que, como a todos nos gusta poder disfrutar del marco incomparable de las Marismillas, el sopetón, Palacio o Corral de Félix, tenemos que hacer el ejercicio de responsabilidad de atender a las necesidades y, sobre todo, de hacerlo con el cariño que nos define como rocieros; Que sabéis que las cosas salen y se viven mucho más bonito cuando se hacen desde el corazón.

Estos vivas son para todos vosotros.

¡VIVA LA HERMANDAD DE CÁDIZ!

¡VIVA SU JUNTA DE GOBIERNO!

¡VIVAN SUS PEREGRINOS!

¡Y QUE VIVA POR SIEMPRE LA MADRE DE DIOS!

Ya no hay tiempo para el Netflix. Hace unos días que ya escuchamos sevillanas de camino, que aprovechamos cualquier hueco porque el cuerpo nos pide ver las fotos del año pasado y que, además, vamos haciendo memoria de las cosas que nos faltaron para que no vuelva a pasar. Ya mismo estamos cogiendo papel y boli para hacer la lista; nos sobreviene la sensación de que nos pilla el toro.

Y, por norma general, sois las mujeres las que arrancáis primero:

“A ver… Ropa para el camino: el traje del martes, tres pares de vaqueros, las cuatro faldas, tres blusas, cinco camisetas, los jerséis que por la noche refresca, el chaquetón… ¿El poncho está limpio? ¡Grasa para las botas! ¿Qué voy a echar de ropa interior? Pues todo… Ocho pares de calcetines…  ¡Ay! ¡El sombrero! Que se rompió el año pasado. ¡Apunta! Mañana sin falta a comprarse uno. ¡Y tengo que quedar con Chari para lo de las flores! ¡Pffff! ¡Me faltan días!

Niñoooo!!! ¿Has llevado el coche a revisar? A ver si nos vamos a quedar en tierra con la que nos han dado en la hermandad”

Antes de darnos cuenta tenemos la casa patas arriba. Los percheros con los trajes cuelgan de los picaportes de los altillos para que se vayan estirando; los altillos están abiertos y vacíos y se van apilando sobre una cama las cosas que hay que echar en los macutos; el neceser a la vista para que no se nos olvide que hay que echar mil cosas de aseo. Y el jaleo de la comida…

Los grupos de WhatsApp empiezan a echar humo. Entre risas nacidas por los recuerdos de años anteriores se empiezan a organizar las viandas.

“Entonces, ¿Cuántas tortillas vamos a comprar?”, “De los desayunos ya me he encargado yo”, “¿La nieve? La nieve la cargamos el lunes por la tarde”, “No, de eso se encarga el vikingo, que dice que tiene un truco para que no se le abran los tuppers de albóndigas”

El nerviosismo y la ilusión porque el Rocío es una realidad inminente se comparte y se desfoga. Antes incluso de salir de Cádiz, todos los preparativos y los ratos previos que echamos con los nuestros son ya parte del camino y, desde ese mismo primer momento, ya estamos conviviendo en hermandad con los amigos cercanos.

 

Tengo una amiga de siempre

Que cuando llega el Rocío

Me contempla y se divierte

Al verme loco por perdío

Correteando por casa

desarmando los altillos

 

Le voy contando inquietudes

Hablamos de otros Rocíos

Y reímos y lloramos

Cuando juntos recordamos

Tantos momentos vivíos

 

No hace falta preguntarle

Si se va a venir conmigo

Ella siempre está dispuesta

Nunca da un no por respuesta

Y lo tiene merecío

Porque a lo largo del año

Desde el invierno más frio

Hasta el verano más largo

Ella me dice quién soy

Y quiénes son mis hermanos

Y me habla de mi tierra

Y me consuela en mi llanto

Me levanta, me da fuerzas

Mi sueño vela rezando

Se inclina en mi cabecero

Y me susurra cantando

Sevillanas rocieras

Que me transportan volando

A la marisma de Huelva

Donde reside la reina

Que mis pasos va guiando

 

Tengo una amiga de siempre

Que cuando llega el Rocío

Nunca prepara equipaje

Se cuelga del pecho mío

Se transforma en relicario

De lo mucho que he vivío

Y se empapa de vivencias

Para encender mis creencias

Si alguna vez desvarío

 

Medalla de mi hermandad

La joya de mis suspiros

Mi seña de identidad

¡Vámonos una vez más

A recorrer los caminos!

 

Eres escudo y bandera

Del pueblo donde he nacío

Alianza verdadera

Con mi hermandad rociera

Por la que pierdo el sentío

La de la patina añeja

La del cordón renegrío

Mi alegría en las esperas

Mi más vital compañera

Tu cara en plata, Rocío

 

Tengo una amiga de siempre

Que cuando llegue mi muerte

Y hasta el cielo yo me vaya

No llorará entre la gente

No se hundirá en la almohada

Se alzará orgullosa y fuerte

Como piedra de muralla

Y brillará eternamente

Porque fue mi mayor suerte

El amor de mi medalla


No hay emoción más bonita que la de colgarse al cuello la medalla el martes por la mañana. Cuando ya está el coche cargado; cuando ya están las cosas en la batea; cuando sabes que, aunque no vayas al camino, el fin de semana estarás en la aldea. Es el indicativo; es la señal de que, ahora sí, está comenzando todo.

Llegar a San José y ver tantos cordones azules ¡Aquí está mi hermandad! Mi hermandad…

Es la primera vez, de las tres que vendrán durante la romería, que sentimos el verdadero valor y significado de esa palabra. Somos Cádiz, somos los rocieros de Cádiz. Llevamos el nombre de nuestra ciudad por bandera y nos enorgullece. Identifico al colectivo, reconozco a mis hermanos.

Somos Cádiz, somos los rocieros de Cádiz. Y, por ese, ¡Lo que me pida! Y, por esa, ¡Lo que quiera! Y, por todos, mi vida entera. Somos Cádiz, somos los hermanos de Cádiz.

Nos sonríe hasta las tripas. Qué bonito y qué especial es el mariposeo en el estómago que sentimos en las puertas de San José el martes por la mañana y que se termina de disparar cuando suenan las campanas llamando a misa. ¡Que nos vamos! ¡Que salimos!

Y la Iglesia llena de la luz, el color y la alegría de las flores y los trajes de gitana. Y el bendito Simpecado presidiendo el Altar Mayor y el coro sonando a gloria. Y don Edwuard Augusto con su medalla al pecho. ¡Qué importante y gratificante es contar con un sacerdote que sabe amar de rocieras maneras! ¡Qué trabajito cuesta a veces descubrir la verdad del Rocío por la singularidad de su fiesta! ¡Y qué grande cuando se entiende!

Y otra vez se nos empieza a acelerar el pulso cuando comulgamos, que se nos hace interminable el silencio reflexivo antes de la bendición. Se entona la Salve, empiezan a caer lagrimones y los vivas son como cohetes dentro de la iglesia. ¡Coge ya el Simpecao, que ya está la carreta en la puerta! ¡Que nos vamos!  ¡Que salimos!

Arranca la flauta y el tamboril y el delirio se desata. Cuántos besos y abrazos con congoja a los que se quedan. ¡Pídele por mí, hermano! ¡Una salve y una vela! Y siguen los vivas, y nacen los cantes del pueblo. Y suenan los cascabeles y las campanillas de la carreta y ya no nos caben más mariposas en la tripa.

La Tacita, la ciudad hecha de papelillos y de horquilleros, se asoma de la Avenida a San Juan de Dios y sonríe. ¡Qué alegría los niños en las puertas de los colegios! ¡Qué estampa la calle Sopranis! ¡Qué besos más bonitos los que se lleva la Virgen del Rosario cuando su ciudad se va al Rocío! ¡Id con Dios y volved llenos de Espíritu Santo! ¡Traed de vuelta a Cádiz su aliento para que sigamos luchando!

Calle Botica, barrio de Santa María. ¿No había una calle más estrecha para hacerlo más bonito?

Puerta Tierra… Y la caravana esperando en la Casa del niño Jesús. ¡No podéis tener más arte para elegir los sitios! Que es que… ¡Qué sitios! Que la hermandad termina de decirle adiós a la Tacita desde el Puente de la Pepa. ¡Cuánto Cádiz se va en la carreta y tintinea en las campanillas!

Voy a aprovechar el ratito de la carretera para darle un sorbito al agua. ¡Con permiso!

¡Buenas tardes! Ya estamos en Sanlúcar.

En las orillas / de Bajo Guía (murmuro) ¡Ay Sanlúcar!

La brisa del Atlántico que entra por donde el barco del arroz nos enciende más si cabe el ánimo y el buen humor. ¡Cuánta emoción cuando te bajas del coche y pisas las calles de Sanlúcar!

La Avenida de Bajo de Guía es un trajín. Es indiscutible el olor a camino que desprende este bendito rincón donde el Guadalquivir ya no puede ser más rociero.

No sabía yo que, de antiguo, la Hermandad de Sanlúcar subía a la aldea en barcas como en barcas se bajaba por el caño de las Rocinas el vino del Condado y demás artículos que salían para Indias. El historiador Julio Mayo está ya buceando en archivos para rescatar la historia rociera que se introduce en la provincia de Cádiz por Sanlúcar. Os lo digo por dos motivos: primero, porque sería interesante que la hermandad indagara sobre el origen del patronazgo de la Virgen del Rocío aquí, en extramuros, y, segundo, para darle tiempo a Selu que vaya enganchando otra vez a los mulos; que hay ganas de salir para la ermita del Carmen.

¡Qué impaciencia! Mira que es emotivo y bonito el momento marinero con los hermanos del Carmen, pero qué ganitas hay ya de darle la vuelta a la carreta y tirar para la barcaza. Que mira uno a la otra orilla del río y no ve la hora de que Malandar se haga por fin realidad.

¡Qué ganas hay de poder pisar Doñana! De pisarla y de cruzarla. Que…

 

Sabe bien un rociero

Cómo se cruza Doñana

Ser sencillo es lo primero

Aquí no importa el dinero

Ni la gloria, ni la fama

Porque Doñana es el cielo

Donde la Rosa temprana

Pone a prueba tu valía

La fe, el esfuerzo y las ganas

De quien busca el paraíso

Y sonríe al sacrificio

Con esperanza cristiana

 

Rocío propone su reto

Con unas reglas sencillas

Doñana es el paraíso

Tu mundo está en la otra orilla

Allí se queda la angustia

Las penas que te acribillan

Y aquí se usa el cariño

Y disfrutar como un niño

Que juega y se maravilla

Yo te prometo aventura

Y besarte con ternura

Diez mil veces las mejillas

 

Así se cruza Doñana…

 

Por eso Bajo de Guía

Es explosión de alegría

El martes por la mañana

Por eso en Las Marismillas

La gente coge sus sillas

Y reza por sevillanas

Por eso, por el camino

Se canta y se bebe vino

Pa refrescar la garganta

Y si te embriaga la pena

Una mano en las arenas

Te consuela y te levanta

 

Que aquí no existen cadenas

 

Que aquí, si agobia un suplicio,

Te enseña el pastor divino

A que afrontes tus problemas

Como si fueran raíces:

Las raíces de los pinos

¿Tropiezas? ¡No pasa nada!

Una buena carcajada

Te resuelve el desatino

 

Doñana es la gran escuela

En la que aprende el romero

A ver a Dios en las arenas

Lo mismo que está en el cielo

A caminar con firmeza

A descansar en el suelo

A compartir los recursos

A ayudar al compañero

A reír con los disgustos

Y a llorar con los te quiero

A abrazarse a la esperanza

A soltar el desconsuelo

A crecer como persona

Y a disfrutar del aroma

Del tomillo y del romero

A respetar nuestro entorno

A cuidarlo con esmero

A agradecer una sombra

Y el frescor de un arroyuelo

 

¡Doñana son las cigüeñas

Cuando levantan el vuelo!

 

Es rosario por las noches

Y Ángelus a mediodía

Es caminar o ir en coche

Es un bendito derroche

De emoción y fantasía

Y te enseña geografía

Religión, gastronomía

Que un rengue en El Sopetón

Con cervecita y jamón

Vale diez Ave Marías

Es respuesta a las preguntas

Que oscurecen tu alegría

Meditación rociera

Y certeza verdadera

De que la Virgen te guía

 

¡Qué vas sintiendo los besos

Que al principio prometía!

 

Porque es un beso el paisaje

Y un beso la compañía

Y hasta es un beso ese traje

Que alguien echó en su equipaje

Pensando que te valdría

Porque las risas son besos

Y las palabras sentías

Y un beso es la cervatilla

Que viste en Las Marismillas

Cuando a su madre seguía

Es un beso la alborada

Y un beso la luz del día

Un beso andar por la Raya

Y disfrutar las pisadas

Que te llevan a María

 

No para de darte besos

Y más besos te daría

Todo Doñana es un beso

Un beso que no se olvía

 

Por eso, Tacita mía,

Es razón de algarabía

Que al llegar la amanecía

Haya hambre de sendero

Porque Doñana alimenta

La humanidad del romero

Te limpia el alma, te sana

Te bendice la aldeana

Y lo afirma el pregonero

Que el viernes por la mañana

Cómo se cruza Doñana

Bien lo sabe el rociero.


El camino es una experiencia que se compone de mil pequeños momentos recurrentes que se repiten salpicada y aleatoriamente a lo largo del camino. Por eso hace un momento era martes y estábamos en Bajo de Guía y ahora ya es viernes y estamos en Guaperal. Porque lo mismo se puede tener un momento de introspección el martes caminando por la Plancha que el jueves cuando se recorren las duras arenas de la Raya de las Perdices; Porque se puede reír y compartir risas lo mismo el martes en la cuesta del Membrillo que el miércoles en el Cerro de los Ánsares; Porque igual de bonito y reconfortante es un rosario en el Palacio de las Marismillas que en el Corral de Félix, que el de anoche ya aquí, en Guaperal.

El camino es una experiencia; una vivencia que va mucho más allá de desplazarse desde aquí hasta aquí. En realidad, el camino es la oportunidad de reencontrarse con uno mismo como lo es de compartir con los demás. Y Doñana es el escenario ideal para hacer este ejercicio de reconciliación.

¿Quién no encuentra un momento para examinarse mientras está en las arenas? Lo mismo en el Cerro del Trigo que en el Sopetón o en las Pajareras de Palacio.; sobreviene en cualquier momento y en cualquier lugar.

Todos lo tenemos. Todos tenemos ese momento en el que le damos un repaso a nuestra vida; en el que evaluamos las cosas que agradecemos; en el que nos planteamos las cargas que llevamos y sopesamos cómo superarlas. Todos tenemos ese momento en el que nos acordamos de alguien que nos gustaría tener a nuestro lado y que no camina con nosotros; Todos tenemos muchos momentos en los que vamos hablando con la Virgen y nos vamos reordenando el corazón.

A mí el camino de Cádiz siempre me recordará a mi madre porque es el único que tuve la oportunidad de hacer una vez con ella. Ella no llegó a conocer el camino de Almería, pero la tuve conmigo en Bajo de guía, el membrillo, Las Marismillas, los Ánsares y Palacio. Se perdió mi bautizo de peregrino, pero Rocío tiene su forma de decir las cosas.

Pues igual cuando, por cualquier razón, nos acordamos de cualquier otro familiar o amigo en nuestros ratitos a solas, cerquita del Simpecado. Aunque esos pensamientos nos provoquen el llanto, en realidad lo que la Virgen está haciendo con nosotros es recordarnos cuánto amor llevamos dentro.

Y entonces sonreímos.

Sonreímos porque recordamos que el amor es la herramienta que nos enseña el Pastorcito Divino para hacer un mundo mejor. Por eso Doñana es tan bonito para hacer el camino; Porque, poniendo solo un poquito de nuestra parte, qué grande lo que podemos hacer con todo el mundo.

Por eso Rocío es la Blanca Paloma. Porque el Espíritu Santo es el aliento, las ganas que nos insufla Dios para que actuemos desde el amor.

Por eso hacemos el camino en hermandad. Porque todos los que estamos en las arenas vamos recordando, en nuestros ratitos, el amor que tenemos y lo bonito que es compartirlo.

Por eso, cuando tendemos la mano, la tendemos de verdad. Por eso, cuando ofrecemos un trago, cuando empujamos un coche que se ha quedado en la rodera, cuando sentamos a alguien a nuestra mesa, o le dejamos un poncho, o le hacemos una foto, o le damos un abrazo, lo hacemos de verdad.

Por eso, en el camino, en cualquier momento y en cualquier lugar, de repente nos encontramos con miradas y sonrisas que nos tocan el alma. Porque son de verdad.

¿Cuántas amistades buenas y de verdad no nacen en el camino? Os miro y estoy viendo muchísimas.

Mis Montaños, la familia entera, María del Mar, Chiqui, Ana, Bella, Gamero, los hermanos Tovar, Curro Ghersi, Tino, mi Raquel… Mi Santi Rama y la foto bonita que me hizo encendiendo las velas del Simpecado la noche del corral de Félix. Y, con permiso de todos, los que son un poquito mi debilidad: Iván y Blanca. Diez años hace que grabé vuestro bautizo en Guaperal, vuestra Luna de miel en el camino. ¡Diez añitos ya de casados! ¡Felicidades!

Y, que sí, que me estoy dejando muchos más nombres… Jose Villero, que en febrero no sabías que iba a ser de ti este Rocío, pero que tienes muy claro lo que vas a hacer el año que viene. Rocío Utrera, que hace diez años eras una chiquilla en la Misa de romeros y hoy eres ya una mujer casada.

Y las amistades que han ido naciendo del contacto por redes sociales y que luego se han ido afianzando en todas esas ocasiones que he tenido oportunidad de convivir un poquito con vosotros: con mi Cádiz de mi alma: Sergio Chichi, Vanesa, Susana, Sergio, Nuria, Fran…

Don Edwuard Augusto, con usted he tratado poco. Pero ahora mismo lo arreglamos mientras preparamos la última misa de campaña; que es viernes de camino y estamos en Guaperal.

Qué especial es la mañana del viernes en Guaperal. La noche anterior ya hemos visto el resplandor de las luces de la aldea en el horizonte y sabemos que está ahí, a un paseo. Solo nos queda disfrutar del bautizo de los nuevos peregrinos, un ratito más de arenas y, conforme crucemos el cancel de Manecorro, ya estamos en la Canaliega a las puertas de la aldea.

Vienen los cuerpos cansados pero el alma rebosante y se apuran los últimos metros con una sonrisa enorme en la cara. La esquina de la Marisma con Baltasar Tercero, la Plaza Mayor y ya estamos viendo la casa de Cádiz que nos recibe echando al vuelo sus campanas.

El final del camino… Los abrazos con aquellos que han compartido la experiencia de Doñana y también con los que han venido por carretera y ya están en la aldea. Qué satisfacción más grande es esa última Salve, la que mete la carreta la capilla. Ahora solo queda descargar y guardar los coches y las bateas y, en seguida, salir corriendo a la ermita para encontrarse al fin con Ella.

Y en los últimos metros, cuando ya tenemos a la vista las puertas de la ermita, se coge el nudo en la tripa; se acelera el pulso.

 

Me están temblando las piernas

Al cruzar este postigo

Qué guapa sobre tu paso

Y que guapo el pastorcito

Ya solo puedo mirarte

Y caminando prosigo

No me tropiezo con nadie

Como si abrieras pasillo

Para acercarme a la reja

A que te cuente lo mío

Y me rompo entre sollozos

Y son lágrimas de gozo

¡Por fin nos vemos, Rocío!

Me están temblando las piernas

Me está apretando el quejío

Del dolor y de la pena

Que me asfixia y me envenena

Y me tiene consumío

 

Tú sonríes, mi alma llora

 

Y aun cuando ahora es la hora

De darte gracias, Señora

Por regalarme un camino

Cuando ahora es el momento

De celebrar el reencuentro

De festejarte Rocío

 

Estoy llorando en tu ermita

 

Te estoy mirando a los ojos y

La pena no se me quita

“Toma aire, no te agobies”

Leo en tu cara bonita

“Te ‘viallená’ los pulmones

De aliento y de bendiciones

Tú respira una mijita

Y que salga por tu boca

Lo que tus penas provoca

¡Cuando tú quieras, pichita!”

 

¡Cómo puedes ser tan linda!

¡Te como toa la carita!

 

Así es Ella y no es un cuento

Por grande que sea el tormento

Que inunda tu pensamiento

Que te ahoga y que te asfixia

Ella en tan solo un momento

Te quita ese sufrimiento

Y te saca una sonrisa

Pa que le cuentes sin prisa

El amor que llevas dentro

 

Y en mi caso, por ejemplo,

Estas palabras serían

Con las que yo empezaría

A contarle lo que siento

 

Gracias primero, Pastora

Por traerme a tu verita

Ya sabes cuánto agradezco

Disfrutar cada momento

Que pasamos en la ermita

Te traigo varios encargos

De hermanos que no han venío

Que se han quedado sin verte

Que se han quedao sin Rocío

Que esperan en la Tacita

A que tú, Virgen bendita

Atiendas sus oraciones

Escúchales, Madre buena

Porque no hay mayor condena

Que no encontrar tu mirada

Cuando más te necesitan

Y la esperanza se apaga

 

¡Yo te pongo mil velitas

Tú ilumínales la cara!

 

Te pido por mis hermanas

Mis cuñaos y mis sobrinos

Por mi familia de sangre

Por mis tías, por mis primos

Ya sabes que son mi vía

Por los que todo daría

Échales un ojo, Rocío

 

Por el hombre que en enero

Por robarte una joyita

Nos dio el susto en la tacita

A todos los rocieros

Y por la Hermana Mayor

Por mi Hermandad del Rocío

Te pido Madre de Dios

Pa Cádiz tu bendición

Que lo tiene merecío

Que siempre da lo mejor

De dentro del corazón

Como enseña el Pastorcito

 

Te pido, Reina de Almonte

Sin que me lo hayan pedío

Por otros tantos amigos

Los que sabes que me importan

Y están en el pecho mío

Por Rafa, por Almudena

Por Yolanda y Antoñito

Por Carmen, Inma, María del Mar

Y por Belén y Emilito

Por Isabel y por Loles

Por Carlos, Tati, Cachito

Joselito, Macarena

Por Mistilla y Angelito

Por tantos nombres Señora

Que si no me paro ahora

Sabes bien que no termino

Pa ellos Gloria bendita

Que sabes cuánto les quiero

Cúbrelos, Madre del cielo

Con tu ternura infinita

 

Cuida del Cádiz coplero

Y del Cádiz capillita

Del cadismo futbolero

Del pescador, del obrero

Hoy son muchos los te quiero

Que deposito en tu ermita

 

Trabajo en los astilleros

Y futuro en la Tacita

 

Pa mí no te pido más

Que lo que siempre te digo

Que no dejes de empujarme

Que solo tiro palante

Si tú caminas conmigo

 

Voy acabando, Rocío

Aun me queda una cosita

Pa terminar con lo mío

 

Viven contigo en el cielo

Mis dos grandes rocieros

Pepe Leyva y Encarnita

Mis padres, mi vida entera

Mi sonrisa más bonita

Aquellos que me enseñaron

Que si las penas me agitan

Para encontrar el consuelo

Me basta cruzar el postigo

De las puertas de tu ermita

Los que se fueron muy pronto

Los que antes de su partía

Me enseñaron que una Salve

Bastaba pa recordarles

A cualquier hora del día

Y que con un Padrenuestro

El Pastorcito divino

Me devuelve la alegría

Con los que aprendí tu nombre

Y te pidieron, María

Que me lleves de la mano

Por la senda de mis días

Dales un besazo enorme

Y diles de parte mía

Que me hagan sitio en el carro

Que, aunque es pronto todavía,

Cuando me llegue la hora

Me inundará la alegría

De volver a hacer con ellos

El camino rociero

De la eterna romería


¡Qué trabajito cuesta siempre salir de la ermita! Y ya no solo cuando se llega del duro camino y por fin te encuentras con su cara; sino en todas y cada una de las ocasiones en las que, a lo largo del fin de semana, vamos a pasar a verla. Y el caso es que tampoco sería capaz de explicar el por qué; que puede que sea el color bonito de su sonrisa; que puede que sea la ilusión de verla entronizada en su paso; o puede, tal vez, que sea porque acaba de arrancarse en una oración cantada cualquier otro rociero y quieres vivir ese momento.

Que puede que, simplemente, se trate del magnetismo de la Virgen…

El caso es que, conforme sales, ya tienes otra vez el run-run y razones para querer entrar de nuevo. “¡Luego, Rocío! Que no te quiero poner la cabeza tarumba ná más llegar”.

El viernes en la aldea es el tiempo de aclimatación. Aún tienes frescas las vivencias que te ha brindado Doñana y el camino y, por otro lado, ya estás pensando en los compromisos que quieres cumplir estos días. “Esta noche la cena es con fulanito, mañana comemos en casa de Menganito y quiero, además, esta noche, ir a ver llegar a Huelva al barrio de las Gallinas y madrugar mañana para ver a Triana presentarse”. Y todo esto mientras estás en los despachos comprando las velas que, aquellos que no han podido venir, te han pedido que le pongas a la Virgen; Y, evidentemente, también esas otras velas que quieres poner tú.

Puede incluso que aún estés sin comer y sin haber pasado por la ducha. Que esa es la segunda gran bendición del viernes al llegar a la aldea: ¡Una ducha y agua caliente! Que hay y habrá siempre quien cae luego en la cama y ya no se levanta hasta la hora de la cena.

Aclimatación… Lo mismo estás descansando, con las babuchas puestas, en el patio de la casa; que te ha llegado una reunión de amigos y ha empezado el copeteo; que estás acomodando los trastos en la habitación o que estás ya danzando de casa en casa para reencontrarte con las amistades que no son de Cádiz y a los que ves de Rocío en Rocío.

Y eso que, a las cinco de la tarde, por la megafonía ya se está escuchando a la Hermandad Matriz coordinando las primeras presentaciones. Y siguen entrando hermandades en la aldea con sus tamborileros por delante, y suena un cohete por aquí, otro por allá; el repique de los campaniles rellenando la sinfonía; las campanillas de las colleras de las mulas, el relinchar de los caballos… ¡Montaño con el tambor!...

¡Rocío! ¡Suena a Rocío!

El sábado por la mañana tengo la costumbre de bajar pronto a la ermita. Hay misa a las once; los efectivos de Protección Civil y otras administraciones del Plan Romero realizan su ofrenda floral a la Virgen y, conforme termina, da comienzo la presentación de hermandades;

Es un derroche de Rocío castizo, del Rocío con solera: Los siglos de historia de la Hermandad de Sanlúcar o de la de Pilas; el inconfundible cajón de Umbrete, que no hay rociero que no quiera a esa carreta…  La mañana del sábado, viendo la presentación de otras hermandades es cuando resulta más sencillo percibir la grandeza de esa palabra y de lo real que se vuelve en el Rocío: Hermandad…

Rocieros de Cádiz cantándole al Simpecao de Jerez, la Hermandad de Madrid abrazada a la de Barcelona… ¡Vamos! Que no nos sorprendería nada que la Hermandad de Washington fuera la madrina de la de Moscú. A eso me refiero. Que, aquí, las personas somos hermanos de verdad; que aquí, si te tienes que parar para recolocarte las botas o para cualquier otra urgencia, cualquier casa es una posibilidad. Que aquí el pan y el vino se comparte de verdad y los abrazos son de verdad.

Hay casas o, más bien, gentes, que no; no nos vamos a engañar. Esos son los que vienen al Rocío, pero no son rocieros; que de todo tiene que haber en la viña del Señor. Afortunadamente, si son de ley, la Virgen los enmienda y, para el año que viene, vendrán al Rocío de otra manera: vendrán al Rocío de verdad.

Que, cuando San Juan Pablo II, hace ahora treinta años, dijo aquello de “que todo el mundo sea rociero”, sabía muy bien lo que estaba diciendo.

Treinta años ya de aquello… Se me acaba de venir a la mente la foto que me mandó José Antonio Tovar de los Simpecados de Cádiz y Almería juntos y entronizados en la capilla de vuestra casa de la aldea para la ocasión.

Lo que os decía: hermandad.

Y, ya que estamos en la casa de la aldea, que es sábado de romería y que ha comenzado la “Entrá” de las hermandades, digo yo que habrá que ir preparándose para salir de presentación con Cádiz, ¿no?

Esta va a ser la segunda vez que vamos a sentirnos orgullosos de los cordones azules y la medalla de Cádiz. La presentación es el momento de decirle a la Virgen quiénes somos y de dónde venimos. Porque está claro que es a Ella a quién vamos.

La alegría de la comitiva, el tamborilero, las banderas, la presidencia, ¡La carreta y el Simpecado cuajaos de flores, puestos bonitos! Y el pueblo de Cádiz con sus mejores galas y la alegría desbordada. Cantes, sonrisas, momentos con los hermanos…

¡Adelante Hermandad de Cádiz!

Y, cuando escuchas que las campanas de la ermita están tañendo para recibirte, ¡Qué alegría de Salve!

¡Viva la Virgen del Rocío!

Dura un suspiro; lo justo para haberte hinchado de emoción de la calle cohetero a la puerta de la ermita y para soltarlo todo, pero quedarte con ganas de más.

Quedarte con ganas de más… La Virgen, que tiene su forma de decirte las cosas…

La noche del sábado de Rocío es la gran fiesta de la convivencia, cuando tenemos una familia tan grande que llena, no solo la casa hermandad, sino otras tantas casas repartidas por toda la aldea.

¡No cogerse casas en Santa Olalla, ome! Que, en lo que voy y vengo, amanece el domingo.

¡¿Ya es domingo?! ¡Pues a misa!

Antes que rocieros, somos cristianos. Y, por eso, al Domingo del Rocío hay que darle el lugar que se merece y que, litúrgicamente, le corresponde. Pentecostés hace referencia a los cincuenta días que pasaron desde el Domingo de Resurrección hasta la venida del Espíritu Santo. Si echamos cuentas, cincuenta días es lunes, Lunes de Pentecostés, pero la Iglesia festeja las celebraciones litúrgicas en domingo. Por eso, por cristianos, nuestro gozo por la venida del Espíritu Santo la celebramos en domingo. Por eso, el santo de las mujeres con el precioso nombre de Rocío, se celebra el domingo. Porque Rocío es la advocación mariana para nombrar al Espíritu Santo.

 

Y es que eres, Blancas Paloma

Aliento de mi sentío

La responsable dichosa

De esta experiencia preciosa

Con el nombre de Rocío

Persona en la Trinidad

Que vuela por los caminos

Que, en honor a la verdad,

No podemos olvidar

Que si Dios es uno y trino

Está el Padre, está el Hijo

Y el Espíritu Divino

Estás en las oraciones

Y hasta en la bota de vino

En la arena de la Raya

En Manecorro, en la playa

En la sombra de los pinos

En letras de sevillanas

En la ilusión de un amigo

En la sonrisa temprana

De quien madruga con ganas

De reencontrarse contigo

En el cante, en el baile

En la frescura del río

El bálsamo inagotable

Pal esfuerzo infatigable

Por Ánsares y el Membrillo

El fuego de la candela

Cuando en la noche hace frio

El sueño y la duermevela

Y la eterna primavera

Con el nombre de Rocío

Eres tú, Blanca Paloma

Aliento de mi sentío

La herramienta prodigiosa

que brota del pecho mío

Tan fuerte, tan poderosa

Con tanto empuje y tronío

Que contigo por bandera

Puedo alcanzar lo que quiera

Más tó lo ya conseguío

Eres sonrisa en el alma

De un corazón encogío

Y eres, de buena mañana,

Quien me saca de la cama

Si me encuentro deprimío

Con quien venzo mis problemas

Con quien sueño mi destino

Mis ganas, mi vida plena

Combustible pal camino

Eres tú, Blanca Paloma

Santo Espíritu divino

Quien cincuenta días después

Regresó a Jerusalén

Como lo había prometío

Bendito Pentecostés

Que rescató nuestra fe

De caer en el olvío

Revulsivo milagroso

Fanal de luz portentoso

Espíritu venturoso

Y aliento de mi sentío

Y a quien vemos en los ojos

De un rostro dulce y hermoso

Con el nombre de Rocío


Del impacto visual de la Misa Pontifical del Domingo de Pentecostés no hace falta que os cuente nada. ¡Qué retablo más bonito el de los 128 Simpecados! Del calor que hace y de que no se pongan los toldos que a todos se nos han pasado por la cabeza alguna vez, sí que os puedo contar algo: se llama nivel 4 de alerta terrorista.

Estamos ahora molestos, y con razón, por el desprecio con el que los subterfugios del independentismo catalán nos soliviantaron hace unas semanas en una burda parodia. Pero no podemos olvidar que, desde hace tiempo, el extremismo de la Media Luna también le tiene ganas a todo lo que huele a occidente. Y El Rocío es un objetivo apetitoso. ¿Cuántos de vosotros os habéis dado cuenta de los agentes de paisano que van rodeando a la Virgen durante la procesión? ¿Y de los que hay en la ermita todo el fin de semana? Pues el Domingo de Pentecostés, en las azoteas de la casa de Moguer y otras viviendas del Real, hay más. Y necesitan campo visual despejado para garantizar nuestra seguridad. Por eso no se ponen toldos.

Mi agradecimiento siempre como rociero, cristiano y ciudadano libre a aquellos que velan porque pueda seguir siendo rociero, cristiano y ciudadano libre. Poned una velita por ellos este año.

Y otra por los catalanes. El domingo por la tarde tenemos tiempo.

Porque, es verdad, la tarde del domingo es ese tiempo en el que solo deseamos que llegue la noche. Un tiempo en el que aprovechamos y prolongamos los ratitos de convivencia con los amigos como si no hubiera nada más que hacer antes de irse al rosario.

Otro momentazo de la romería: el rosario, la antesala.

¡Mira que me gusta el Rosario de hermandades! Y este año más, que lo canta mi Hermandad de Almería. Pero, a lo que iba, El rosario es la otra gran celebración que las hermandades festejamos en la comunión que nos enseña el Pastorcito Divino. Y, como os decía de la misa: el impacto del rosario es una bendita explosión para los sentidos: las bengalas de colores que escoltan a los Simpecados; las velas en las manos de los peregrinos  y en las que se concentran de nuevo los recuerdos hacia todos aquellos que nos gustaría tener al lado; los campaniles sonando incesantemente; los tamboriles que vienen abriendo cortejo por todas las calles de la aldea; el coro dando las bienvenida a las hermandades mientras se dirigen a la Plaza de Doñana; la solemnidad y el tronío cuando llega Almonte… Y el rezo, claro. La ocasión de ir repasando todas nuestras emociones mientras se las dedicamos a la Virgen.

Vamos saliendo las hermandades de la plaza camino de la ermita y nos va entrando el nervio. Que, cuando pasamos por la puerta y vemos la cantidad de gente que ya espera al momento del salto, nos da la sensación de que no vamos a llegar a tiempo de verlo.

Pero hay tiempo y no hay nada más bonito que, tras darle ese beso rápido a la Virgen desde la explanada, continuar con tu hermandad en procesión de regreso a casa. Es un momento de introspección enorme; necesario para preparar el alma para lo que viene después.

Hay tiempo. Hay tiempo de llegar a la casa hermandad y de, con una Salve, darle un nuevo beso al Simpecado y ponerle el punto y final al rosario de una manera plena.

 

Y como a golpe de espuela

El corazón se acelera

Porque sabe que es la hora

Que está la marisma entera

Bullendo como caldera

Porque sale la Señora

 

¡Que explota la primavera

En vivas a la Pastora!

 

Voy pa mi sitio de siempre

Voy de regreso a la ermita

Me hago un hueco entre la gente

Y te miro fijamente

Pa que el alma me derritas

Porque eres Tú mi gran suerte

Eres mi luz infinita

Eres razón en mi mente

Y paradoja evidente:

Mi locura favorita

¡¿Cómo no voy a quererte

Si me educas, me consientes,

Me apaciguas y me agitas?!

Me moldeas constantemente

Haces mi vida bonita

 

¡¿Cómo no voy a quererte?!

¡Blanca Paloma bendita!

 

Al punto se hace el silencio

A las puertas de la ermita

Almonte se está acercando

Y tanta emoción suscita

Que al asomar el Simpecado

Ante esa reja que habitas

Se cumplirá con el rito

De la liturgia no escrita:

El júbilo rompe en aplausos

La tensión se multiplica

La Gloria baja a la tierra

La contención se destierra

Y todo se precipita

Ya es tu pueblo tu peana

Y la marisma te grita

Que eres, Rocío, la más guapa

¡Y bonita, y bonita, y bonita!

 

El repique de campanas

Lo canta a los cuatro vientos

La Virgen ya está en la calle

Ya comienzan los reencuentros

Que bajan las hermandades

De las afueras al centro

Y en los porches de las casas

Afloran los sentimientos

Un Simpecao, una Salve

Otro bendito momento

Que vas derramando Gracia

Sobre hombros almonteños

Hasta el Rocío de mi infancia

Acebuchal de mis sueños

De Huévar a Villamanrique

De Pilas y Coria a la Puebla

Umbrete y después Hinojos

Y lágrimas en los ojos

De todo el que contempla

Y donde estuvo Almería

Entre Sanlúcar y La Palma

Llevo ya, Señora mía,

Más de diez Ave Marías

Que aquí me robaste el alma

Que aquí me estrené en tu paso

Y aquí perdí mi medalla

Que aquí obraste aquel milagro

De encontrarla entre la arena

De mil benditas pisadas

 

Era el Rocío con mis padres

El Rocío con mis hermanas

 

De Carrión a San Juan

Otro momento especial

Del lunes por la mañana

El pandero y la tinaja

La rociera sonanta

Del rezo por sevillanas

 

¡Cuánta historia en los sonidos

De tradiciones ancianas!

 

Y que el delirio comience

Que en la farola siguiente

Te está esperando mi gente

De tu hermandad gaditana

Te aguardan ansiosamente

Te siguen con la mirada

Te abren sus corazones

Y te ofrecen oraciones

Por los que echan en falta

Por quien está residencia

Postraíto en una cama

Por quien precisa paciencia

Para un mal que no se acaba

 

Por quien busca tu clemencia

Por las malditas ausencias

Por las heridas abiertas

De amistades enfrentadas

 

Y el pulso se te acelera

Y de repente quisieras

Estar bajo su costero

Verle de cerca la cara

Y sentir cómo repara

Tus dolores verdaderos

Cruzarte con su mirada

¡Que yo sin ti no soy nada,

Blanca Paloma del cielo!

 

Arrecian los empujones

Y la escena es de babero

La Virgen encima tuya

Campaniles sonajeros

Y en un mar de corazones

De emocionados romeros

Cádiz entero levanta

Su Simpecao rociero

Se coge de su medalla

Su seña de amor sincero

Y reza a coro una Salve

 pa regalarle a la Madre

Su cariño duradero

 

Dios te Salve, Reina y Madre

Pastora de mi Doñana

Vida y dulzura, Esperanza nuestra

Siete días a la semana

Dios te Salve, a ti llamamos

Lucero de la mañana

Pa que alivies nuestro llanto

Y lo convierta en canto

De ilusiones renovadas

¡Eah pues, Lirio temprano

Madre, Señora, abogada!

Vuelve a nosotros tus ojos

Que nos mueve tu mirada

Y después de este destierro

Cuando venga tu llamada

Muéstranos al Pastorcito

Pa agradecerle a la cara

El arte con que a diario

Corrigió nuestras pisadas

Ruega siempre por nosotros

Clementísima aldeana

 para alcanzar sus promesas

Para gozarlas con ganas

Pa que seamos testigos

De su bondad sobrehumana

 y llevemos su mensaje

Con Gloria, tino y coraje

A mi tierra gaditana




Hay mucha emoción desbordada cuando tienes a la Virgen delante, navegando sobre su marea almonteña, y le ofreces la que, sin duda, te parece la más grande de todas las Salves que le has rezado en estos días. Los vaivenes del paso, los apretones, las voces de los leones almonteños… la bendita tensión de la madrugada del lunes.

Vuelve a pasar muy rápido, vuelve a saberte a poco. Y, sin embargo, ha sido tan intenso que, aunque ya está la Virgen alejándose hacia la siguiente hermandad, te sigue pareciendo que no se ha despedido de ti; que podría volver a acercarse en cualquier momento.

¡Cómo se disfruta del rato con la Virgen frente a frente! ¡Qué ganas de quedarse con ella!

Pero se va. Que, como Cádiz, aún son muchas las hermandades que ansían ese bendito momento de tenerla cara a cara.

Este año no vamos a poder evitar acordarnos del año pasado. Dentro de la mala suerte, qué bendita suerte fue que el paso de la Virgen se rompiera donde se rompió; Qué Cádiz fuera el privilegiado testigo de un hito más de la historia del Rocío y que la Virgen se quedara con nosotros todos aquellos minutos.

Lo recordaremos mientras besamos y abrazamos a nuestros hermanos, aún con la tripa inquieta por la emoción, y felices porque Rocío nos ha bendecido con su visita. Este es el tercer gran momento que nos enorgullece como hermandad y al que me refería al principio. La tercera ocasión en la que la sensación de pertenencia a un colectivo se hace realmente patente y emocionante: somos Cádiz; y la Virgen acaba de estar con Cádiz.

Otra vivencia más que ya atesora nuestra medalla.

Pasados unos minutos tras la Salve y los vivas, el bendito Simpecao se alzará de nuevo para regresar a la casa de hermandad y, de manera paulatina, dará comienzo la parte más difícil de toda la romería: marchar de regreso a casa.

Abrazos y sonrisas con los que se marchan primero; los que van a coger la carretera y llegarán a la tacita a la hora de comer. ¡Nos vemos en Cádiz! ¡Cuidadito con la carretera! Los que se quedan, por su parte, apurarán las horas para estar con la Virgen todo el tiempo que puedan. Siempre hay algo que contarle; siempre hay algo que pedirle; siempre te quedas con ganas de más.

Tiene un sabor agridulce el lunes, sobre todo a partir de la tarde: la penúltima visita a la Virgen, las penúltimas velas; las penúltimas horas.

Y el martes por la mañana comienza el camino de vuelta. Una Salve a las puertas de la ermita, la canaliega y el primer golpe de emociones encontradas cuando vuelves a pasar el cancel de Manecorro pero, ahora, en dirección contraria. Nadie quiere irse del Rocío, pero como me dijo sabiamente una vez una voz almonteña: “Si no te vas, no podrás volver”. Ese pensamiento es el que llena tu cabeza mientras empiezas a adentrarte de nuevo en Doñana: ya quiero volver.

Yo nunca había hecho un camino de vuelta hasta que lo hice con Cádiz hace diez años. Y es una experiencia que recomiendo. Cuando te vas del Rocío, en tu coche, donde las distancias se cuentan en horas y no caminas junto a tu Simpecado, es tan solo un viaje más. Pero, cuando aún te quedan dos noches de camino y tres días de arenas por delante y ya ha acabado la romería, cogerte del pasamanos de la carreta es otro mundo. Si Doñana, cuando íbamos de romería, te acompañaba en tu introspección, ahora te la provoca: te saca de dentro las emociones más profundas que has vivido en estos días. Es el tiempo de las revelaciones, de los nudos gordos en la garganta. A cada pisada, Doñana y la Virgen te van proponiendo cómo afrontar tus conclusiones de ahora en adelante.

Y, por supuesto, te siguen acompañando las manos de tus hermanos. Y, por supuesto, se siguen compartiendo sonrisas, lágrimas y momentos.

¡Que nunca se pierda la foto de grupo en las Marismillas antes de abandonar Doñana!

Malandar, la barcaza y Sanlúcar son casi el penúltimo párrafo de la romería. Nos vuelve a resonar en la cabeza aquello que nos decía la virgen “Doñana es el paraíso, tu mundo está en la otra orilla”. Y volvemos a tener los sentimientos encontrados porque, por un lado, duele mucho abandonar el paraíso, pero, por otro lado, también hay ganas de llegar ya Cádiz, de llegar a casa y que la nostalgia nos recuerde por unos días la intensidad de lo vivido y de las lecciones aprendidas.

Y, como esta hermandad es así de grande, lo primero que hará al pisar el asfalto de la avenida es parar en residencia para entregarle a los internos todo el cariño que la Virgen nos ha dado para ellos. Luego, en San José, se apurarán los últimos minutos y se prolongarán de nuevo entre lágrimas, besos, Salves, sevillanas y abrazos negándonos a admitir que ha terminado el Rocío.

 

No es verdad que se termina

No se termina el Rocío

 

Aunque ya esté el Simpecao

Solito y entronizao

En su capilla dormío

Y aunque se le haya cantao

Hasta quedar agotaos

Para escapar del vacío

 

No es verdad que se termina

No se termina el Rocío

 

Aunque se cierren las puertas

Y la avenida desierta

Provoque un escalofrío

Y con las flores aun frescas

La carreta esté de vuelta

En su rincón escogío


No es verdad que se termina

No se termina el Rocío

 

Y el Rocío no se termina

Porque queda en la retina

Los mil momentos vivíos

Y porque llegan los días

En que sin ser romería

Seguirá siendo Rocío

 

Que sin arena en los botos

Bien perdura este amorío

 

Y como es de bien nacíos

El mostrase agradecíos

Por los dones de la vía

A San José los romeros

Volverán con mil “te quieros”

Al cabo de un par de días

Porque el espíritu Santo

Los protegió con su manto

Y les llenó de alegría

Y les mostró lo increíble

Que te vuelves invencible

Si es su aliento el que te guía

 

¡A Dios mil besos y abrazos

Y otros diez mil a María!

 

Se llenará el calendario

De mensuales rosarios

Y preciosas sabatinas

Y charlas de formación

Que son para el corazón

Alimento y vitamina

 

Y en agosto la velada

Y en septiembre la llantina

 

Que si nos colma de amores

La más bella de las flores

La que vive en La Rocina

También colma, lo aseguro

La patrona de extramuros

Almonteña beduina

 

Que no se acaba el Rocío

Que el Rocío no se termina

Que los jóvenes primero

Volverán a los senderos

En cuanto llegue septiembre

Y en octubre la tacita

Volverá a verla en su ermita

Y otra vez lo hará en noviembre

 

Se llena el año de citas

Pa que su Gloria nos siembre

 

Convivencias, Navidad

Las obras de caridad

Satisfacción del cristiano

Y en Cuaresma la emoción

De un viacrucis de oración

El camino de los Llanos

La muerte y resurrección

Y otra vuelta a este guion

Del Rocío gaditano

 

No es verdad que se termina

Es la vida siendo hermanos

 

La vida como Dios manda

La vida con valentía

La vida hecha de momentos

Donde cambiamos tormentos

Por preciosas alegrías

La vida como un tesoro

De incalculable valía

Donde la Blanca Paloma

Alimenta tus acciones

Y te empuja cada día

A que le eches reaños

Para subir los peldaños

Que te llevan a María

La vida que cualquier madre

Para sus hijos querría

La de las buenas personas

Que siempre tienden la mano

Aunque nadie se lo pida

La vida que se festeja

Con una gran romería

Que el Rocío no se termina

Pero tiene siete días

Que son la Gloria en la tierra

Que son luz y fantasía

Que son marisma y arenas

Simpecaos y Ave Marías

Porches con cantes y bailes

Una explosión de alegría

Gentes sencillas y creyentes

De todas partes venidas

Oraciones contundentes

Promesas que maravillan

Más de un millón de cristianos

Una esperanza que brilla

Que el Rocío no se termina

Pero tiene siete días

Donde se obra el milagro

Y la Paloma bendita

Baja del cielo volando

Y nos llena de energía

Y eso días están llegando

Por eso, Cádiz querida

Hoy te pregono el anuncio

De la inminente venida

Pa convocar a los romeros

Y preparar tu salida

Que la paloma te espera

Como Rocío que te cuida

Así que coge el camino

Hacia el más bello destino

Y festejemos la vida

 

(He dicho)