Mientras la aldea dormía
Tranquilo la
paseaba
Un perrillo
me seguía
Y en las
fachadas veía
Historias
jamás contadas
“La casa de
tía Martina”
“La casa de
abuela Juana”
Y más allá
de Sevilla
La antigua
“Casa amarilla”
De la Plaza
de Doñana
Iba
sintiendo el momento
No había
rumbo en mis pisadas
Solo una
cosa temía
Llegar a la
luz del día
Con la
libreta cerrada
A las musas
pretendía
Encontrar de
madrugada
Pero las
musas me huían
Y el tiempo
se me acababa
Dime, Rocío,
¿Cómo Empiezo?
¿Dónde
coloco la entrada?
Dile a Cádiz
que la quieres
Y me tiene
enamorada
Que la tengo
por joyero
Al ser
Tacita de plata
Alaba a su
buena gente
Que besa con
la mirada
Date un
paseo por sus calles
Por San Francisco
y la Plaza
Súbete a
Torre Tavira
La que por
Cádiz suspira
Y ya verás
como arrancas
Diles que
admiras su historia
De ciudad
trimilenaria
De fenicios
comerciantes
Con mi Onuba
Aestuaria
Del Gades de
los romanos
De Musa y de
sus andanzas
De Alfonso X
“El sabio”
Que a Cádiz
libró del moro
Y a mí me
puso en Doñana
Con tanto
como te gusta
Puedes
contar lo que quieras
Hasta que
Cádiz es el punto
Que da
inicio a tu novela
Que, pa
luchar por lo suyo,
No has visto
mejor escuela
Y hazle un
guiño al carnaval
Si vas por
Plaza Fragela
Que llevas
en el sentío
A la Viña,
la Caleta
San José,
Santa María
El Pópulo y
la Alameda
Y que aun
siendo de Almería
Y que aun
viviendo en la aldea
Por Cádiz
bebes los vientos
De gaditanas
maneras
Y ya luego
vas metiendo
Las cositas
rocieras
Que llega la
romería
Que la
marisma le espera
Anuncia que
llega el día
De volver a
las arenas
Que estoy
loquita por verles
Para
curarles las penas
Y que el
niño está impaciente
Como
almonteño en la reja
Que Doñana
está precioso
Como siempre
en primavera
Que en los
cerraos del coto
Se han
abierto las cancelas
que anhelo
su Simpecao
Entronizao
en la carreta
Que se echen
al camino
Que vengan
por carretera
Que se cojan
la semana
O tantos
días como puedan
Que sin
Cádiz al Rocío
Le faltaría
una estrella
Y que en
unos días nos vemos
Que estoy ya
echando de menos
A mi Cádiz
rociera
Reverendo Sr. Consiliario de la Hermandad del Rocío de Cádiz; María del Mar, Hermana Mayor. Con ese nombre que tienes de patrona almeriense queda claro que la Virgen ha estado por medio en esta aventura de que venga uno de Almería a pregonarle Rocío a los gaditanos;
Rocieros de Cádiz; Hermanos y hermanas todos en el Pastorcito Divino:
La Virgen tiene su manera de decirte las cosas. El primer día
que decidí ponerme en firme a escribir el pregón, que fue a primeros de
noviembre, me fui ilusionado a comprarme una libreta en la que ir apuntando las
briznas de inspiración que me fueran brotando y, con una sonrisa enorme, me
encaminé luego a la ermita, me senté en mi banco, en mi esquinita, y busqué su
cara. La saludé con una Salve y mi habitual “¿Cómo estás, corazón?” y empecé a
contarle la emoción que traía en el cuerpo por este bendito encargo. Total, que
me puse de charloteo con Ella confiado en que la inspiración iría fluyendo y,
dos horas después, la libreta seguía en blanco. Fue mi primer momento de
preocupación.
¡Pues sí que empezamos bien, Rocío!
Y, entonces, lo hizo: me dijo las cosas a su manera.
Se me acercó a pedirme ayuda una muchacha que traía flores
para la Virgen y no conocía el procedimiento. Me levanté del banco para
acompañarla a la reja de la ante-sacristía y darle una voz al santero y, en
esos poco pasos de distancia que hay del banco a la reja, me dice la muchacha:
“vengo de Cádiz”.
La Virgen tiene su manera de decirte las cosas…
Pasa la Navidad, llega año nuevo y la libreta con solo un par
de hojas garabateadas. Va creciendo la preocupación. Y, entonces, a finales de
enero, ocurre lo del robo a la Virgen. La cosa se queda en un sustillo y,
conforme la hermandad convoca la misa en acción de gracias, yo que me vengo a
Cádiz para acompañaros.
—¿Qué? ¿Cómo va el pregón?
Os lo confieso, sentí de verdad el miedo de no ser capaz de estar a la altura de lo que quería regalarle a Cádiz y me acordé de la del año pasado.
¡Pobre Iván! ¡¿Otro?!
Pero la Virgen tiene su forma de decirte sus cosas y, con
esta visita para acompañaros de febrero, me di cuenta de lo pronto que ha
empezado este año el Rocío en Cádiz: que, aparte de las actividades y cultos
habituales, estamos desde enero metidos en harina de una manera especial.
Y llega por fin la Sabatina de marzo y vengo para recibir las
pastas de pregonero. Sábado, 25 de marzo, festividad de la Encarnación de la
Virgen. Mi madre se llamaba Encarnita y su recuerdo tiene un episodio muy
grande con esta hermandad. La fecha de la entrega de pastas no fue una
casualidad.
Rocío, que tiene su forma de decirte las cosas.
Os lo cuento porque, hace tres semanas, la libreta solo tenía
cinco o seis hojas garabateadas y mi preocupación estaba mutando a pánico gordo
a pesar de tanta evidencia de que la Virgen ha estado pendiente de mi para cumplir
con este bendito momento en el que me encuentro ahora mismo.
15 de abril, voy a la ermita, a mi banco, a mi esquinita:
“Rocío, ya sí que sí, ¿eh?”
“No es una ponencia, es un pregón. Sácate las cosas del
corazón”
Menos mal que, además de con la sutileza de los detalles,
Rocío te habla clarito cuando tiene que hacerlo.
Tenía tantas ganas de escribir algo que estuviera a la altura
de lo que os merecéis y me estaba exigiendo tanto, que me había quedado
bloqueado.
Rocío siempre responde y nunca se equivoca. Así que me voy a
quitar el miedo que le tengo a creer que mis emociones no le importan a nadie
y, Si Ella lo aconseja, que sea lo que Ella quiera.
Voy a empezar contigo, Montaño.
¡Mira! He dejado un puñado de líneas en blanco para darte las
gracias tal y como me las inspirara tu presentación. Que nunca me ha gustado
eso de tener preparado un agradecimiento sin saber qué se está agradeciendo.
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Pero no te vas a librar de la parte preparada, que también la
tengo…
Aquí donde le tenéis, en el año ochenta y siete, que era la
primera vez que él hacía el camino con Cádiz, nos invitó a unos cuantos
almerienses a que viniéramos a conocerlo y se portó de categoría. Pero es que
luego, en el ochenta y nueve, que fue cuando Almería hizo su primer camino, se
vino con mi hermandad y, como era el que ya tenía experiencia, no hizo más que
sacarnos las castañas del fuego cada vez que pecábamos de novatos.
¡Menos mal que estabas tú, Manolo!
El incombustible le llamáis por aquí, ¿no? Desde mi primer
recuerdo siempre ha estado ahí: predispuesto para echar una mano a quien se lo
pida o con el tambor colgado del brazo y listo para arrancarse con un palo de
sevillanas, o dos, o tres; o los que hagan falta. Jartible y un bastinazo, ese
es Manolo Montaño.
Te tienes el cielo ganao… ¡Angelitas!
Muchas gracias siempre y por todo, Manolo. ¡Que sí! Que tú
también Te tienes el cielo ganao…
Aquí me tienes: pregonero de Cádiz en 2023… ¿Quién nos lo iba
a haber dicho cuando me conociste de chiquillo o, siquiera, hace diez años
cuando vine a hacerle a Cádiz el video de la romería de 2013?
El video… Otra vez está Rocío diciéndome cosas con su manera
tan bonita y tan particular. Y es que os tengo que contar que yo me enamoré de
la Hermandad de Cádiz precisamente por un video. Os lo cuento rapidito…
En 1986 un cámara que era amigo del dueño del videoclub “La
Curva” le grabó a la Hermandad de Cádiz el video de aquella romería y, el
sábado de Rocío, se encontró con que el Hermano Mayor de entonces (¡Un besico
al cielo, Isaac!) estaba con otros siete Hermanos Mayores delante de un
Simpecado y de la carroza de la Hermandad de Huelva.
“Esto tiene que ser gordo”, pensó. Y no se equivocaba.
Resulta que inmortalizó en video para la posteridad la primera presentación de
la Hermandad de Almería; la ocasión en que toda Andalucía se rindió por vez
primera ante la Reina de las Marismas y las otras siete capitales andaluzas
amadrinaron a la última en llegar.
Pero, aparte de eso, que ya de por sí es un documentazo de la
historia del Rocío y que agradeceré siempre como almeriense, en aquel video
había algo más; algo que me uniría a esta hermandad de por vida…
A lo largo del camino
Por el coto de Doñana
Iba el cámara grabando
A la hermandad gaditana
Plano tras plano captaba
A toda la caravana
Los jinetes y los carros
Las mujeres de gitana
Ese video es una joya
De vuestra historia temprana
Pegadito a la carreta
Del Simpecado Divino
Iba un hombre de promesa
Un callado peregrino
Persona de rostro noble
Pero de gesto mohíno
Tenía en los ojos la pena
De arrastrar una condena
Del azaroso destino
Se encomendaba a la Virgen
Y al Pastorcito Divino
Por la salud de su hija
Él se había comprometío
A hacer andando la senda
Que va de Cádiz al Rocío
A hablar sólo en las paradas
Casi a no decir ni pío
Y a volver a la tacita
Sin pasarse por la ermita
Al terminar el camino
¡A padecer las arenas
Para no ver a Rocío!
Y así un año y otro año
Lo que durara el suplicio
Si su hija no sanaba
Ná más llegar, se marchaba
Prolongando el sacrificio
Y por eso que os contaba
De que el hombre que grababa
Se encontró en la romería
Con que la Blanca Paloma
Había extendido su reino
Completando Andalucía
El video llegó a Almería
Y con él el testimonio
Del hombre llamado Antonio
El callado peregrino
Que su promesa ofrecía
No se me olvida la imagen
Once años yo tenía
¿Cómo podía aquel hombre
No encontrarse con la Virgen?
¿No quedarse en romería?
Era triste y era hermoso
Se clavó en el alma mía
Y ocurrió al año siguiente
Que mis padres me llevaron
A hacer con Cádiz el camino
Y al llegar a Bajo Guía
Mi inquietud sólo quería
Conocer al peregrino
¡Pocas cuentas eché al paisaje
De mi Doñana de pinos!
Bajarse poco del coche
Tan solo pa hacer las noches
Parecía ser mi sino.
Y el viernes por la mañana
Como cosa del destino
Mis padres se adelantaron
Pa llegar pronto al Rocío
Y me dejaron ir solo
A completar el camino
Y corrí hasta la carreta
Del Simpecado divino
Allí esperaba ya Antonio
El callado peregrino
Me agarré del pasamanos
Las arenas recorrimos
Sólo lo justo charlamos
No recuerdo qué dijimos
Pero sé que estoy seguro
Porque el recuerdo está vivo
Que no me pesó la Raya
Que no tiré la toalla
Ni me cansé por chiquillo
Que fui feliz caminando
Junto a aquel hombre sencillo
Y en los pozos artesianos
A la hora del bautizo
Donde paraba antes Cádiz
A la vera del camino
A aquel que ya era mi hermano
Le pedí ser mi padrino
Y sus labios pronunciaron
Mi nombre de peregrino
Me bautizó con sus manos
Me echó el agua, sal y vino
Felices nos abrazamos
Felices nos despedimos
Cuando, al llegar a la aldea,
Como tenía prometío
Marchó de nuevo pa Cádiz
Sin visitar a Rocío
Ya nunca más volví a verle
Ni a sus parientes cercanos
No sé qué fue de su suerte
Ni si sirvió su promesa
Y su esfuerzo sobrehumano
Y estoy feliz, soy dichoso
Porque Rocío, de antemano,
Me preparó aquel camino
y escogió como padrino
Pa que fuera un buen cristiano
A un hombre humilde y valioso
Abnegado, generoso
Rociero y gaditano.
De La Caleta a Loreto, de Cortadura a la Punta empieza a
haber un trasiego singular. Y, lo mismo que en las casas de los romeros se
empieza a notar que se acercan los días, en la hermandad se está viviendo ese
frenesí desde hace meses.
Y creo que es de justicia tener un reconocimiento para la
junta de gobierno de la hermandad porque realiza un trabajo ímprobo y muchas
veces infravalorado. Para la hermandad, preparar el Rocío no es solamente
asegurarse de que Selu tenga los mulos listos el martes por la mañana y limpiar
la carreta del Simpecado. Es también el estrés de tener a punto unas obras en
la casa hermandad de la aldea, es organizar la logística para los peregrinos en
el camino y en la aldea, es llevarse un año haciendo cuentas para que haya
dinero para las flores, el gasoil, los tractores o la cocina. Y, sobre todo, es
la interminable burocracia que no se ve, que no se nota.
Yo sé que parece de locos que, en febrero, ya esté secretaría
pidiendo matrículas y preguntando quién va al camino cuando todavía hay
hermanos con el tipo puesto y cantando en la Plaza; que parece innecesaria y
hasta un sinsentido tanta premura cuando todavía falta tanto; que, para los
pocos vehículos que tiene la caravana, ¿a qué tanta prisa?
La prisa primera se llama Doñana. Tal vez la Hermandad de
Cádiz solo tenga que manejar los datos de veinte coches, pero el parque tiene
que manejar los datos de las muchas hermandades que transitan los caminos de
Cádiz y también tiene que remitirlos al Plan romero para que, la parte que os
atañe se organice debidamente. Y, a su vez, el plan romero tiene que recabar
también los datos de los caminos de Huelva y de los caminos de Sevilla.
En definitiva… Que sí, que la Hermandad de Cádiz puede
resolver sus cosas en una semana, pero quien se las pide necesita varios meses
para poder resolver las suyas ¡y quien se las pide a quien se las pide a Cádiz
es que va enganchando sin parar un año con otro!
Así que, como a todos nos gusta poder disfrutar del marco
incomparable de las Marismillas, el sopetón, Palacio o Corral de Félix, tenemos
que hacer el ejercicio de responsabilidad de atender a las necesidades y, sobre
todo, de hacerlo con el cariño que nos define como rocieros; Que sabéis que las
cosas salen y se viven mucho más bonito cuando se hacen desde el corazón.
Estos vivas son para todos vosotros.
¡VIVA LA HERMANDAD DE CÁDIZ!
¡VIVA SU JUNTA DE GOBIERNO!
¡VIVAN SUS PEREGRINOS!
¡Y QUE VIVA POR SIEMPRE LA MADRE DE DIOS!
Ya no hay tiempo para el Netflix. Hace unos días que ya
escuchamos sevillanas de camino, que aprovechamos cualquier hueco porque el
cuerpo nos pide ver las fotos del año pasado y que, además, vamos haciendo
memoria de las cosas que nos faltaron para que no vuelva a pasar. Ya mismo
estamos cogiendo papel y boli para hacer la lista; nos sobreviene la sensación
de que nos pilla el toro.
Y, por norma general, sois las mujeres las que arrancáis
primero:
“A ver… Ropa para el camino: el traje del martes, tres pares
de vaqueros, las cuatro faldas, tres blusas, cinco camisetas, los jerséis que
por la noche refresca, el chaquetón… ¿El poncho está limpio? ¡Grasa para las
botas! ¿Qué voy a echar de ropa interior? Pues todo… Ocho pares de
calcetines… ¡Ay! ¡El sombrero! Que se
rompió el año pasado. ¡Apunta! Mañana sin falta a comprarse uno. ¡Y tengo que
quedar con Chari para lo de las flores! ¡Pffff! ¡Me faltan días!
Niñoooo!!! ¿Has llevado el coche a revisar? A ver si nos
vamos a quedar en tierra con la que nos han dado en la hermandad”
Antes de darnos cuenta tenemos la casa patas arriba. Los
percheros con los trajes cuelgan de los picaportes de los altillos para que se
vayan estirando; los altillos están abiertos y vacíos y se van apilando sobre
una cama las cosas que hay que echar en los macutos; el neceser a la vista para
que no se nos olvide que hay que echar mil cosas de aseo. Y el jaleo de la
comida…
Los grupos de WhatsApp empiezan a echar humo. Entre risas
nacidas por los recuerdos de años anteriores se empiezan a organizar las
viandas.
“Entonces, ¿Cuántas tortillas vamos a comprar?”, “De los
desayunos ya me he encargado yo”, “¿La nieve? La nieve la cargamos el lunes por
la tarde”, “No, de eso se encarga el vikingo, que dice que tiene un truco para
que no se le abran los tuppers de albóndigas”
El nerviosismo y la ilusión porque el Rocío es una realidad
inminente se comparte y se desfoga. Antes incluso de salir de Cádiz, todos los
preparativos y los ratos previos que echamos con los nuestros son ya parte del
camino y, desde ese mismo primer momento, ya estamos conviviendo en hermandad
con los amigos cercanos.
Tengo una amiga de siempre
Que cuando llega el Rocío
Me contempla y se divierte
Al verme loco por perdío
Correteando por casa
desarmando los altillos
Le voy contando inquietudes
Hablamos de otros Rocíos
Y reímos y lloramos
Cuando juntos recordamos
Tantos momentos vivíos
No hace falta preguntarle
Si se va a venir conmigo
Ella siempre está dispuesta
Nunca da un no por respuesta
Y lo tiene merecío
Porque a lo largo del año
Desde el invierno más frio
Hasta el verano más largo
Ella me dice quién soy
Y quiénes son mis hermanos
Y me habla de mi tierra
Y me consuela en mi llanto
Me levanta, me da fuerzas
Mi sueño vela rezando
Se inclina en mi cabecero
Y me susurra cantando
Sevillanas rocieras
Que me transportan volando
A la marisma de Huelva
Donde reside la reina
Que mis pasos va guiando
Tengo una amiga de siempre
Que cuando llega el Rocío
Nunca prepara equipaje
Se cuelga del pecho mío
Se transforma en relicario
De lo mucho que he vivío
Y se empapa de vivencias
Para encender mis creencias
Si alguna vez desvarío
Medalla de mi hermandad
La joya de mis suspiros
Mi seña de identidad
¡Vámonos una vez más
A recorrer los caminos!
Eres escudo y bandera
Del pueblo donde he nacío
Alianza verdadera
Con mi hermandad rociera
Por la que pierdo el sentío
La de la patina añeja
La del cordón renegrío
Mi alegría en las esperas
Mi más vital compañera
Tu cara en plata, Rocío
Tengo una amiga de siempre
Que cuando llegue mi muerte
Y hasta el cielo yo me vaya
No llorará entre la gente
No se hundirá en la almohada
Se alzará orgullosa y fuerte
Como piedra de muralla
Y brillará eternamente
Porque fue mi mayor suerte
El amor de mi medalla
Llegar a San José y ver tantos cordones azules ¡Aquí está mi
hermandad! Mi hermandad…
Es la primera vez, de las tres que vendrán durante la
romería, que sentimos el verdadero valor y significado de esa palabra. Somos
Cádiz, somos los rocieros de Cádiz. Llevamos el nombre de nuestra ciudad por
bandera y nos enorgullece. Identifico al colectivo, reconozco a mis hermanos.
Somos Cádiz, somos los rocieros de Cádiz. Y, por ese, ¡Lo que
me pida! Y, por esa, ¡Lo que quiera! Y, por todos, mi vida entera. Somos Cádiz,
somos los hermanos de Cádiz.
Nos sonríe hasta las tripas. Qué bonito y qué especial es el
mariposeo en el estómago que sentimos en las puertas de San José el martes por
la mañana y que se termina de disparar cuando suenan las campanas llamando a
misa. ¡Que nos vamos! ¡Que salimos!
Y la Iglesia llena de la luz, el color y la alegría de las
flores y los trajes de gitana. Y el bendito Simpecado presidiendo el Altar
Mayor y el coro sonando a gloria. Y don Edwuard Augusto con su medalla al
pecho. ¡Qué importante y gratificante es contar con un sacerdote que sabe amar
de rocieras maneras! ¡Qué trabajito cuesta a veces descubrir la verdad del
Rocío por la singularidad de su fiesta! ¡Y qué grande cuando se entiende!
Y otra vez se nos empieza a acelerar el pulso cuando
comulgamos, que se nos hace interminable el silencio reflexivo antes de la
bendición. Se entona la Salve, empiezan a caer lagrimones y los vivas son como
cohetes dentro de la iglesia. ¡Coge ya el Simpecao, que ya está la carreta en
la puerta! ¡Que nos vamos! ¡Que salimos!
Arranca la flauta y el tamboril y el delirio se desata.
Cuántos besos y abrazos con congoja a los que se quedan. ¡Pídele por mí,
hermano! ¡Una salve y una vela! Y siguen los vivas, y nacen los cantes del
pueblo. Y suenan los cascabeles y las campanillas de la carreta y ya no nos
caben más mariposas en la tripa.
La Tacita, la ciudad hecha de papelillos y de horquilleros,
se asoma de la Avenida a San Juan de Dios y sonríe. ¡Qué alegría los niños en
las puertas de los colegios! ¡Qué estampa la calle Sopranis! ¡Qué besos más
bonitos los que se lleva la Virgen del Rosario cuando su ciudad se va al Rocío!
¡Id con Dios y volved llenos de Espíritu Santo! ¡Traed de vuelta a Cádiz su
aliento para que sigamos luchando!
Calle Botica, barrio de Santa María. ¿No había una calle más
estrecha para hacerlo más bonito?
Puerta Tierra… Y la caravana esperando en la Casa del niño
Jesús. ¡No podéis tener más arte para elegir los sitios! Que es que… ¡Qué
sitios! Que la hermandad termina de decirle adiós a la Tacita desde el Puente
de la Pepa. ¡Cuánto Cádiz se va en la carreta y tintinea en las campanillas!
Voy a aprovechar el ratito de la carretera para darle un
sorbito al agua. ¡Con permiso!
¡Buenas tardes! Ya estamos en Sanlúcar.
En las orillas / de Bajo Guía (murmuro) ¡Ay Sanlúcar!
La brisa del Atlántico que entra por donde el barco del arroz
nos enciende más si cabe el ánimo y el buen humor. ¡Cuánta emoción cuando te
bajas del coche y pisas las calles de Sanlúcar!
La Avenida de Bajo de Guía es un trajín. Es indiscutible el
olor a camino que desprende este bendito rincón donde el Guadalquivir ya no
puede ser más rociero.
No sabía yo que, de antiguo, la Hermandad de Sanlúcar subía a
la aldea en barcas como en barcas se bajaba por el caño de las Rocinas el vino
del Condado y demás artículos que salían para Indias. El historiador Julio Mayo
está ya buceando en archivos para rescatar la historia rociera que se introduce
en la provincia de Cádiz por Sanlúcar. Os lo digo por dos motivos: primero,
porque sería interesante que la hermandad indagara sobre el origen del
patronazgo de la Virgen del Rocío aquí, en extramuros, y, segundo, para darle
tiempo a Selu que vaya enganchando otra vez a los mulos; que hay ganas de salir
para la ermita del Carmen.
¡Qué impaciencia! Mira que es emotivo y bonito el momento
marinero con los hermanos del Carmen, pero qué ganitas hay ya de darle la
vuelta a la carreta y tirar para la barcaza. Que mira uno a la otra orilla del
río y no ve la hora de que Malandar se haga por fin realidad.
¡Qué ganas hay de poder pisar Doñana! De pisarla y de
cruzarla. Que…
Sabe bien un rociero
Cómo se cruza Doñana
Ser sencillo es lo primero
Aquí no importa el dinero
Ni la gloria, ni la fama
Porque Doñana es el cielo
Donde la Rosa temprana
Pone a prueba tu valía
La fe, el esfuerzo y las ganas
De quien busca el paraíso
Y sonríe al sacrificio
Con esperanza cristiana
Rocío propone su reto
Con unas reglas sencillas
Doñana es el paraíso
Tu mundo está en la otra orilla
Allí se queda la angustia
Las penas que te acribillan
Y aquí se usa el cariño
Y disfrutar como un niño
Que juega y se maravilla
Yo te prometo aventura
Y besarte con ternura
Diez mil veces las mejillas
Así se cruza Doñana…
Por eso Bajo de Guía
Es explosión de alegría
El martes por la mañana
Por eso en Las Marismillas
La gente coge sus sillas
Y reza por sevillanas
Por eso, por el camino
Se canta y se bebe vino
Pa refrescar la garganta
Y si te embriaga la pena
Una mano en las arenas
Te consuela y te levanta
Que aquí no existen cadenas
Que aquí, si agobia un suplicio,
Te enseña el pastor divino
A que afrontes tus problemas
Como si fueran raíces:
Las raíces de los pinos
¿Tropiezas? ¡No pasa nada!
Una buena carcajada
Te resuelve el desatino
Doñana es la gran escuela
En la que aprende el romero
A ver a Dios en las arenas
Lo mismo que está en el cielo
A caminar con firmeza
A descansar en el suelo
A compartir los recursos
A ayudar al compañero
A reír con los disgustos
Y a llorar con los te quiero
A abrazarse a la esperanza
A soltar el desconsuelo
A crecer como persona
Y a disfrutar del aroma
Del tomillo y del romero
A respetar nuestro entorno
A cuidarlo con esmero
A agradecer una sombra
Y el frescor de un arroyuelo
¡Doñana son las cigüeñas
Cuando levantan el vuelo!
Es rosario por las noches
Y Ángelus a mediodía
Es caminar o ir en coche
Es un bendito derroche
De emoción y fantasía
Y te enseña geografía
Religión, gastronomía
Que un rengue en El Sopetón
Con cervecita y jamón
Vale diez Ave Marías
Es respuesta a las preguntas
Que oscurecen tu alegría
Meditación rociera
Y certeza verdadera
De que la Virgen te guía
¡Qué vas sintiendo los besos
Que al principio prometía!
Porque es un beso el paisaje
Y un beso la compañía
Y hasta es un beso ese traje
Que alguien echó en su equipaje
Pensando que te valdría
Porque las risas son besos
Y las palabras sentías
Y un beso es la cervatilla
Que viste en Las Marismillas
Cuando a su madre seguía
Es un beso la alborada
Y un beso la luz del día
Un beso andar por la Raya
Y disfrutar las pisadas
Que te llevan a María
No para de darte besos
Y más besos te daría
Todo Doñana es un beso
Un beso que no se olvía
Por eso, Tacita mía,
Es razón de algarabía
Que al llegar la amanecía
Haya hambre de sendero
Porque Doñana alimenta
La humanidad del romero
Te limpia el alma, te sana
Te bendice la aldeana
Y lo afirma el pregonero
Que el viernes por la mañana
Cómo se cruza Doñana
Bien lo sabe el rociero.
El camino es una experiencia; una vivencia que va mucho más
allá de desplazarse desde aquí hasta aquí. En realidad, el camino es la
oportunidad de reencontrarse con uno mismo como lo es de compartir con los
demás. Y Doñana es el escenario ideal para hacer este ejercicio de
reconciliación.
¿Quién no encuentra un momento para examinarse mientras está
en las arenas? Lo mismo en el Cerro del Trigo que en el Sopetón o en las
Pajareras de Palacio.; sobreviene en cualquier momento y en cualquier lugar.
Todos lo tenemos. Todos tenemos ese momento en el que le
damos un repaso a nuestra vida; en el que evaluamos las cosas que agradecemos;
en el que nos planteamos las cargas que llevamos y sopesamos cómo superarlas.
Todos tenemos ese momento en el que nos acordamos de alguien que nos gustaría
tener a nuestro lado y que no camina con nosotros; Todos tenemos muchos
momentos en los que vamos hablando con la Virgen y nos vamos reordenando el
corazón.
A mí el camino de Cádiz siempre me recordará a mi madre
porque es el único que tuve la oportunidad de hacer una vez con ella. Ella no
llegó a conocer el camino de Almería, pero la tuve conmigo en Bajo de guía, el
membrillo, Las Marismillas, los Ánsares y Palacio. Se perdió mi bautizo de
peregrino, pero Rocío tiene su forma de decir las cosas.
Pues igual cuando, por cualquier razón, nos acordamos de
cualquier otro familiar o amigo en nuestros ratitos a solas, cerquita del Simpecado.
Aunque esos pensamientos nos provoquen el llanto, en realidad lo que la Virgen
está haciendo con nosotros es recordarnos cuánto amor llevamos dentro.
Y entonces sonreímos.
Sonreímos porque recordamos que el amor es la herramienta que
nos enseña el Pastorcito Divino para hacer un mundo mejor. Por eso Doñana es
tan bonito para hacer el camino; Porque, poniendo solo un poquito de nuestra
parte, qué grande lo que podemos hacer con todo el mundo.
Por eso Rocío es la Blanca Paloma. Porque el Espíritu Santo
es el aliento, las ganas que nos insufla Dios para que actuemos desde el amor.
Por eso hacemos el camino en hermandad. Porque todos los que
estamos en las arenas vamos recordando, en nuestros ratitos, el amor que
tenemos y lo bonito que es compartirlo.
Por eso, cuando tendemos la mano, la tendemos de verdad. Por
eso, cuando ofrecemos un trago, cuando empujamos un coche que se ha quedado en
la rodera, cuando sentamos a alguien a nuestra mesa, o le dejamos un poncho, o
le hacemos una foto, o le damos un abrazo, lo hacemos de verdad.
Por eso, en el camino, en cualquier momento y en cualquier
lugar, de repente nos encontramos con miradas y sonrisas que nos tocan el alma.
Porque son de verdad.
¿Cuántas amistades buenas y de verdad no nacen en el camino?
Os miro y estoy viendo muchísimas.
Mis Montaños, la familia entera, María del Mar, Chiqui, Ana,
Bella, Gamero, los hermanos Tovar, Curro Ghersi, Tino, mi Raquel… Mi Santi Rama
y la foto bonita que me hizo encendiendo las velas del Simpecado la noche del
corral de Félix. Y, con permiso de todos, los que son un poquito mi debilidad:
Iván y Blanca. Diez años hace que grabé vuestro bautizo en Guaperal, vuestra
Luna de miel en el camino. ¡Diez añitos ya de casados! ¡Felicidades!
Y, que sí, que me estoy dejando muchos más nombres… Jose
Villero, que en febrero no sabías que iba a ser de ti este Rocío, pero que
tienes muy claro lo que vas a hacer el año que viene. Rocío Utrera, que hace
diez años eras una chiquilla en la Misa de romeros y hoy eres ya una mujer
casada.
Y las amistades que han ido naciendo del contacto por redes
sociales y que luego se han ido afianzando en todas esas ocasiones que he
tenido oportunidad de convivir un poquito con vosotros: con mi Cádiz de mi
alma: Sergio Chichi, Vanesa, Susana, Sergio, Nuria, Fran…
Don Edwuard Augusto, con usted he tratado poco. Pero ahora
mismo lo arreglamos mientras preparamos la última misa de campaña; que es
viernes de camino y estamos en Guaperal.
Qué especial es la mañana del viernes en Guaperal. La noche
anterior ya hemos visto el resplandor de las luces de la aldea en el horizonte
y sabemos que está ahí, a un paseo. Solo nos queda disfrutar del bautizo de los
nuevos peregrinos, un ratito más de arenas y, conforme crucemos el cancel de
Manecorro, ya estamos en la Canaliega a las puertas de la aldea.
Vienen los cuerpos cansados pero el alma rebosante y se
apuran los últimos metros con una sonrisa enorme en la cara. La esquina de la
Marisma con Baltasar Tercero, la Plaza Mayor y ya estamos viendo la casa de
Cádiz que nos recibe echando al vuelo sus campanas.
El final del camino… Los abrazos con aquellos que han
compartido la experiencia de Doñana y también con los que han venido por
carretera y ya están en la aldea. Qué satisfacción más grande es esa última
Salve, la que mete la carreta la capilla. Ahora solo queda descargar y guardar
los coches y las bateas y, en seguida, salir corriendo a la ermita para
encontrarse al fin con Ella.
Y en los últimos metros, cuando ya tenemos a la vista las
puertas de la ermita, se coge el nudo en la tripa; se acelera el pulso.
Me están temblando las piernas
Al cruzar este postigo
Qué guapa sobre tu paso
Y que guapo el pastorcito
Ya solo puedo mirarte
Y caminando prosigo
No me tropiezo con nadie
Como si abrieras pasillo
Para acercarme a la reja
A que te cuente lo mío
Y me rompo entre sollozos
Y son lágrimas de gozo
¡Por fin nos vemos, Rocío!
Me están temblando las piernas
Me está apretando el quejío
Del dolor y de la pena
Que me asfixia y me envenena
Y me tiene consumío
Tú sonríes, mi alma llora
Y aun cuando ahora es la hora
De darte gracias, Señora
Por regalarme un camino
Cuando ahora es el momento
De celebrar el reencuentro
De festejarte Rocío
Estoy llorando en tu ermita
Te estoy mirando a los ojos y
La pena no se me quita
“Toma aire, no te agobies”
Leo en tu cara bonita
“Te ‘viallená’ los pulmones
De aliento y de bendiciones
Tú respira una mijita
Y que salga por tu boca
Lo que tus penas provoca
¡Cuando tú quieras, pichita!”
¡Cómo puedes ser tan linda!
¡Te como toa la carita!
Así es Ella y no es un cuento
Por grande que sea el tormento
Que inunda tu pensamiento
Que te ahoga y que te asfixia
Ella en tan solo un momento
Te quita ese sufrimiento
Y te saca una sonrisa
Pa que le cuentes sin prisa
El amor que llevas dentro
Y en mi caso, por ejemplo,
Estas palabras serían
Con las que yo empezaría
A contarle lo que siento
Gracias primero, Pastora
Por traerme a tu verita
Ya sabes cuánto agradezco
Disfrutar cada momento
Que pasamos en la ermita
Te traigo varios encargos
De hermanos que no han venío
Que se han quedado sin verte
Que se han quedao sin Rocío
Que esperan en la Tacita
A que tú, Virgen bendita
Atiendas sus oraciones
Escúchales, Madre buena
Porque no hay mayor condena
Que no encontrar tu mirada
Cuando más te necesitan
Y la esperanza se apaga
¡Yo te pongo mil velitas
Tú ilumínales la cara!
Te pido por mis hermanas
Mis cuñaos y mis sobrinos
Por mi familia de sangre
Por mis tías, por mis primos
Ya sabes que son mi vía
Por los que todo daría
Échales un ojo, Rocío
Por el hombre que en enero
Por robarte una joyita
Nos dio el susto en la tacita
A todos los rocieros
Y por la Hermana Mayor
Por mi Hermandad del Rocío
Te pido Madre de Dios
Pa Cádiz tu bendición
Que lo tiene merecío
Que siempre da lo mejor
De dentro del corazón
Como enseña el Pastorcito
Te pido, Reina de Almonte
Sin que me lo hayan pedío
Por otros tantos amigos
Los que sabes que me importan
Y están en el pecho mío
Por Rafa, por Almudena
Por Yolanda y Antoñito
Por Carmen, Inma, María del Mar
Y por Belén y Emilito
Por Isabel y por Loles
Por Carlos, Tati, Cachito
Joselito, Macarena
Por Mistilla y Angelito
Por tantos nombres Señora
Que si no me paro ahora
Sabes bien que no termino
Pa ellos Gloria bendita
Que sabes cuánto les quiero
Cúbrelos, Madre del cielo
Con tu ternura infinita
Cuida del Cádiz coplero
Y del Cádiz capillita
Del cadismo futbolero
Del pescador, del obrero
Hoy son muchos los te quiero
Que deposito en tu ermita
Trabajo en los astilleros
Y futuro en la Tacita
Pa mí no te pido más
Que lo que siempre te digo
Que no dejes de empujarme
Que solo tiro palante
Si tú caminas conmigo
Voy acabando, Rocío
Aun me queda una cosita
Pa terminar con lo mío
Viven contigo en el cielo
Mis dos grandes rocieros
Pepe Leyva y Encarnita
Mis padres, mi vida entera
Mi sonrisa más bonita
Aquellos que me enseñaron
Que si las penas me agitan
Para encontrar el consuelo
Me basta cruzar el postigo
De las puertas de tu ermita
Los que se fueron muy pronto
Los que antes de su partía
Me enseñaron que una Salve
Bastaba pa recordarles
A cualquier hora del día
Y que con un Padrenuestro
El Pastorcito divino
Me devuelve la alegría
Con los que aprendí tu nombre
Y te pidieron, María
Que me lleves de la mano
Por la senda de mis días
Dales un besazo enorme
Y diles de parte mía
Que me hagan sitio en el carro
Que, aunque es pronto todavía,
Cuando me llegue la hora
Me inundará la alegría
De volver a hacer con ellos
El camino rociero
De la eterna romería
Que puede que, simplemente, se trate del magnetismo de la
Virgen…
El caso es que, conforme sales, ya tienes otra vez el run-run
y razones para querer entrar de nuevo. “¡Luego, Rocío! Que no te quiero poner
la cabeza tarumba ná más llegar”.
El viernes en la aldea es el tiempo de aclimatación. Aún
tienes frescas las vivencias que te ha brindado Doñana y el camino y, por otro
lado, ya estás pensando en los compromisos que quieres cumplir estos días.
“Esta noche la cena es con fulanito, mañana comemos en casa de Menganito y
quiero, además, esta noche, ir a ver llegar a Huelva al barrio de las Gallinas
y madrugar mañana para ver a Triana presentarse”. Y todo esto mientras estás en
los despachos comprando las velas que, aquellos que no han podido venir, te han
pedido que le pongas a la Virgen; Y, evidentemente, también esas otras velas
que quieres poner tú.
Puede incluso que aún estés sin comer y sin haber pasado por
la ducha. Que esa es la segunda gran bendición del viernes al llegar a la
aldea: ¡Una ducha y agua caliente! Que hay y habrá siempre quien cae luego en
la cama y ya no se levanta hasta la hora de la cena.
Aclimatación… Lo mismo estás descansando, con las babuchas
puestas, en el patio de la casa; que te ha llegado una reunión de amigos y ha
empezado el copeteo; que estás acomodando los trastos en la habitación o que
estás ya danzando de casa en casa para reencontrarte con las amistades que no
son de Cádiz y a los que ves de Rocío en Rocío.
Y eso que, a las cinco de la tarde, por la megafonía ya se
está escuchando a la Hermandad Matriz coordinando las primeras presentaciones.
Y siguen entrando hermandades en la aldea con sus tamborileros por delante, y
suena un cohete por aquí, otro por allá; el repique de los campaniles
rellenando la sinfonía; las campanillas de las colleras de las mulas, el
relinchar de los caballos… ¡Montaño con el tambor!...
¡Rocío! ¡Suena a Rocío!
El sábado por la mañana tengo la costumbre de bajar pronto a
la ermita. Hay misa a las once; los efectivos de Protección Civil y otras
administraciones del Plan Romero realizan su ofrenda floral a la Virgen y,
conforme termina, da comienzo la presentación de hermandades;
Es un derroche de Rocío castizo, del Rocío con solera: Los
siglos de historia de la Hermandad de Sanlúcar o de la de Pilas; el
inconfundible cajón de Umbrete, que no hay rociero que no quiera a esa
carreta… La mañana del sábado, viendo la
presentación de otras hermandades es cuando resulta más sencillo percibir la
grandeza de esa palabra y de lo real que se vuelve en el Rocío: Hermandad…
Rocieros de Cádiz cantándole al Simpecao de Jerez, la
Hermandad de Madrid abrazada a la de Barcelona… ¡Vamos! Que no nos sorprendería
nada que la Hermandad de Washington fuera la madrina de la de Moscú. A eso me
refiero. Que, aquí, las personas somos hermanos de verdad; que aquí, si te
tienes que parar para recolocarte las botas o para cualquier otra urgencia,
cualquier casa es una posibilidad. Que aquí el pan y el vino se comparte de
verdad y los abrazos son de verdad.
Hay casas o, más bien, gentes, que no; no nos vamos a
engañar. Esos son los que vienen al Rocío, pero no son rocieros; que de todo
tiene que haber en la viña del Señor. Afortunadamente, si son de ley, la Virgen
los enmienda y, para el año que viene, vendrán al Rocío de otra manera: vendrán
al Rocío de verdad.
Que, cuando San Juan Pablo II, hace ahora treinta años, dijo
aquello de “que todo el mundo sea rociero”, sabía muy bien lo que estaba
diciendo.
Treinta años ya de aquello… Se me acaba de venir a la mente
la foto que me mandó José Antonio Tovar de los Simpecados de Cádiz y Almería
juntos y entronizados en la capilla de vuestra casa de la aldea para la
ocasión.
Lo que os decía: hermandad.
Y, ya que estamos en la casa de la aldea, que es sábado de
romería y que ha comenzado la “Entrá” de las hermandades, digo yo que habrá que
ir preparándose para salir de presentación con Cádiz, ¿no?
Esta va a ser la segunda vez que vamos a sentirnos orgullosos
de los cordones azules y la medalla de Cádiz. La presentación es el momento de
decirle a la Virgen quiénes somos y de dónde venimos. Porque está claro que es
a Ella a quién vamos.
La alegría de la comitiva, el tamborilero, las banderas, la
presidencia, ¡La carreta y el Simpecado cuajaos de flores, puestos bonitos! Y
el pueblo de Cádiz con sus mejores galas y la alegría desbordada. Cantes,
sonrisas, momentos con los hermanos…
¡Adelante Hermandad de Cádiz!
Y, cuando escuchas que las campanas de la ermita están
tañendo para recibirte, ¡Qué alegría de Salve!
¡Viva la Virgen del Rocío!
Dura un suspiro; lo justo para haberte hinchado de emoción de
la calle cohetero a la puerta de la ermita y para soltarlo todo, pero quedarte
con ganas de más.
Quedarte con ganas de más… La Virgen, que tiene su forma de
decirte las cosas…
La noche del sábado de Rocío es la gran fiesta de la
convivencia, cuando tenemos una familia tan grande que llena, no solo la casa
hermandad, sino otras tantas casas repartidas por toda la aldea.
¡No cogerse casas en Santa Olalla, ome! Que, en lo que voy y
vengo, amanece el domingo.
¡¿Ya es domingo?! ¡Pues a misa!
Antes que rocieros, somos cristianos. Y, por eso, al Domingo
del Rocío hay que darle el lugar que se merece y que, litúrgicamente, le
corresponde. Pentecostés hace referencia a los cincuenta días que pasaron desde
el Domingo de Resurrección hasta la venida del Espíritu Santo. Si echamos
cuentas, cincuenta días es lunes, Lunes de Pentecostés, pero la Iglesia festeja
las celebraciones litúrgicas en domingo. Por eso, por cristianos, nuestro gozo
por la venida del Espíritu Santo la celebramos en domingo. Por eso, el santo de
las mujeres con el precioso nombre de Rocío, se celebra el domingo. Porque
Rocío es la advocación mariana para nombrar al Espíritu Santo.
Y es que eres, Blancas Paloma
Aliento de mi sentío
La responsable dichosa
De esta experiencia preciosa
Con el nombre de Rocío
Persona en la Trinidad
Que vuela por los caminos
Que, en honor a la verdad,
No podemos olvidar
Que si Dios es uno y trino
Está el Padre, está el Hijo
Y el Espíritu Divino
Estás en las oraciones
Y hasta en la bota de vino
En la arena de la Raya
En Manecorro, en la playa
En la sombra de los pinos
En letras de sevillanas
En la ilusión de un amigo
En la sonrisa temprana
De quien madruga con ganas
De reencontrarse contigo
En el cante, en el baile
En la frescura del río
El bálsamo inagotable
Pal esfuerzo infatigable
Por Ánsares y el Membrillo
El fuego de la candela
Cuando en la noche hace frio
El sueño y la duermevela
Y la eterna primavera
Con el nombre de Rocío
Eres tú, Blanca Paloma
Aliento de mi sentío
La herramienta prodigiosa
que brota del pecho mío
Tan fuerte, tan poderosa
Con tanto empuje y tronío
Que contigo por bandera
Puedo alcanzar lo que quiera
Más tó lo ya conseguío
Eres sonrisa en el alma
De un corazón encogío
Y eres, de buena mañana,
Quien me saca de la cama
Si me encuentro deprimío
Con quien venzo mis problemas
Con quien sueño mi destino
Mis ganas, mi vida plena
Combustible pal camino
Eres tú, Blanca Paloma
Santo Espíritu divino
Quien cincuenta días después
Regresó a Jerusalén
Como lo había prometío
Bendito Pentecostés
Que rescató nuestra fe
De caer en el olvío
Revulsivo milagroso
Fanal de luz portentoso
Espíritu venturoso
Y aliento de mi sentío
Y a quien vemos en los ojos
De un rostro dulce y hermoso
Con el nombre de Rocío
Estamos ahora molestos, y con razón, por el desprecio con el
que los subterfugios del independentismo catalán nos soliviantaron hace unas
semanas en una burda parodia. Pero no podemos olvidar que, desde hace tiempo,
el extremismo de la Media Luna también le tiene ganas a todo lo que huele a
occidente. Y El Rocío es un objetivo apetitoso. ¿Cuántos de vosotros os habéis
dado cuenta de los agentes de paisano que van rodeando a la Virgen durante la
procesión? ¿Y de los que hay en la ermita todo el fin de semana? Pues el
Domingo de Pentecostés, en las azoteas de la casa de Moguer y otras viviendas
del Real, hay más. Y necesitan campo visual despejado para garantizar nuestra
seguridad. Por eso no se ponen toldos.
Mi agradecimiento siempre como rociero, cristiano y ciudadano
libre a aquellos que velan porque pueda seguir siendo rociero, cristiano y
ciudadano libre. Poned una velita por ellos este año.
Y otra por los catalanes. El domingo por la tarde tenemos
tiempo.
Porque, es verdad, la tarde del domingo es ese tiempo en el
que solo deseamos que llegue la noche. Un tiempo en el que aprovechamos y
prolongamos los ratitos de convivencia con los amigos como si no hubiera nada
más que hacer antes de irse al rosario.
Otro momentazo de la romería: el rosario, la antesala.
¡Mira que me gusta el Rosario de hermandades! Y este año más,
que lo canta mi Hermandad de Almería. Pero, a lo que iba, El rosario es la otra
gran celebración que las hermandades festejamos en la comunión que nos enseña
el Pastorcito Divino. Y, como os decía de la misa: el impacto del rosario es
una bendita explosión para los sentidos: las bengalas de colores que escoltan a
los Simpecados; las velas en las manos de los peregrinos y en las que se concentran de nuevo los
recuerdos hacia todos aquellos que nos gustaría tener al lado; los campaniles
sonando incesantemente; los tamboriles que vienen abriendo cortejo por todas
las calles de la aldea; el coro dando las bienvenida a las hermandades mientras
se dirigen a la Plaza de Doñana; la solemnidad y el tronío cuando llega
Almonte… Y el rezo, claro. La ocasión de ir repasando todas nuestras emociones
mientras se las dedicamos a la Virgen.
Vamos saliendo las hermandades de la plaza camino de la
ermita y nos va entrando el nervio. Que, cuando pasamos por la puerta y vemos
la cantidad de gente que ya espera al momento del salto, nos da la sensación de
que no vamos a llegar a tiempo de verlo.
Pero hay tiempo y no hay nada más bonito que, tras darle ese
beso rápido a la Virgen desde la explanada, continuar con tu hermandad en
procesión de regreso a casa. Es un momento de introspección enorme; necesario
para preparar el alma para lo que viene después.
Hay tiempo. Hay tiempo de llegar a la casa hermandad y de,
con una Salve, darle un nuevo beso al Simpecado y ponerle el punto y final al
rosario de una manera plena.
Y como a golpe de espuela
El corazón se acelera
Porque sabe que es la hora
Que está la marisma entera
Bullendo como caldera
Porque sale la Señora
¡Que explota la primavera
En vivas a la Pastora!
Voy pa mi sitio de siempre
Voy de regreso a la ermita
Me hago un hueco entre la gente
Y te miro fijamente
Pa que el alma me derritas
Porque eres Tú mi gran suerte
Eres mi luz infinita
Eres razón en mi mente
Y paradoja evidente:
Mi locura favorita
¡¿Cómo no voy a quererte
Si me educas, me consientes,
Me apaciguas y me agitas?!
Me moldeas constantemente
Haces mi vida bonita
¡¿Cómo no voy a quererte?!
¡Blanca Paloma bendita!
Al punto se hace el silencio
A las puertas de la ermita
Almonte se está acercando
Y tanta emoción suscita
Que al asomar el Simpecado
Ante esa reja que habitas
Se cumplirá con el rito
De la liturgia no escrita:
El júbilo rompe en aplausos
La tensión se multiplica
La Gloria baja a la tierra
La contención se destierra
Y todo se precipita
Ya es tu pueblo tu peana
Y la marisma te grita
Que eres, Rocío, la más guapa
¡Y bonita, y bonita, y bonita!
El repique de campanas
Lo canta a los cuatro vientos
La Virgen ya está en la calle
Ya comienzan los reencuentros
Que bajan las hermandades
De las afueras al centro
Y en los porches de las casas
Afloran los sentimientos
Un Simpecao, una Salve
Otro bendito momento
Que vas derramando Gracia
Sobre hombros almonteños
Hasta el Rocío de mi infancia
Acebuchal de mis sueños
De Huévar a Villamanrique
De Pilas y Coria a la Puebla
Umbrete y después Hinojos
Y lágrimas en los ojos
De todo el que contempla
Y donde estuvo Almería
Entre Sanlúcar y La Palma
Llevo ya, Señora mía,
Más de diez Ave Marías
Que aquí me robaste el alma
Que aquí me estrené en tu paso
Y aquí perdí mi medalla
Que aquí obraste aquel milagro
De encontrarla entre la arena
De mil benditas pisadas
Era el Rocío con mis padres
El Rocío con mis hermanas
De Carrión a San Juan
Otro momento especial
Del lunes por la mañana
El pandero y la tinaja
La rociera sonanta
Del rezo por sevillanas
¡Cuánta historia en los sonidos
De tradiciones ancianas!
Y que el delirio comience
Que en la farola siguiente
Te está esperando mi gente
De tu hermandad gaditana
Te aguardan ansiosamente
Te siguen con la mirada
Te abren sus corazones
Y te ofrecen oraciones
Por los que echan en falta
Por quien está residencia
Postraíto en una cama
Por quien precisa paciencia
Para un mal que no se acaba
Por quien busca tu clemencia
Por las malditas ausencias
Por las heridas abiertas
De amistades enfrentadas
Y el pulso se te acelera
Y de repente quisieras
Estar bajo su costero
Verle de cerca la cara
Y sentir cómo repara
Tus dolores verdaderos
Cruzarte con su mirada
¡Que yo sin ti no soy nada,
Blanca Paloma del cielo!
Arrecian los empujones
Y la escena es de babero
La Virgen encima tuya
Campaniles sonajeros
Y en un mar de corazones
De emocionados romeros
Cádiz entero levanta
Su Simpecao rociero
Se coge de su medalla
Su seña de amor sincero
Y reza a coro una Salve
pa regalarle a la
Madre
Su cariño duradero
Dios te Salve, Reina y Madre
Pastora de mi Doñana
Vida y dulzura, Esperanza nuestra
Siete días a la semana
Dios te Salve, a ti llamamos
Lucero de la mañana
Pa que alivies nuestro llanto
Y lo convierta en canto
De ilusiones renovadas
¡Eah pues, Lirio temprano
Madre, Señora, abogada!
Vuelve a nosotros tus ojos
Que nos mueve tu mirada
Y después de este destierro
Cuando venga tu llamada
Muéstranos al Pastorcito
Pa agradecerle a la cara
El arte con que a diario
Corrigió nuestras pisadas
Ruega siempre por nosotros
Clementísima aldeana
para alcanzar sus
promesas
Para gozarlas con ganas
Pa que seamos testigos
De su bondad sobrehumana
y llevemos su mensaje
Con Gloria, tino y coraje
A mi tierra gaditana
Vuelve a pasar muy rápido, vuelve a saberte a poco. Y, sin
embargo, ha sido tan intenso que, aunque ya está la Virgen alejándose hacia la
siguiente hermandad, te sigue pareciendo que no se ha despedido de ti; que
podría volver a acercarse en cualquier momento.
¡Cómo se disfruta del rato con la Virgen frente a frente!
¡Qué ganas de quedarse con ella!
Pero se va. Que, como Cádiz, aún son muchas las hermandades
que ansían ese bendito momento de tenerla cara a cara.
Este año no vamos a poder evitar acordarnos del año pasado.
Dentro de la mala suerte, qué bendita suerte fue que el paso de la Virgen se rompiera
donde se rompió; Qué Cádiz fuera el privilegiado testigo de un hito más de la
historia del Rocío y que la Virgen se quedara con nosotros todos aquellos
minutos.
Lo recordaremos mientras besamos y abrazamos a nuestros
hermanos, aún con la tripa inquieta por la emoción, y felices porque Rocío nos
ha bendecido con su visita. Este es el tercer gran momento que nos enorgullece
como hermandad y al que me refería al principio. La tercera ocasión en la que
la sensación de pertenencia a un colectivo se hace realmente patente y
emocionante: somos Cádiz; y la Virgen acaba de estar con Cádiz.
Otra vivencia más que ya atesora nuestra medalla.
Pasados unos minutos tras la Salve y los vivas, el bendito
Simpecao se alzará de nuevo para regresar a la casa de hermandad y, de manera
paulatina, dará comienzo la parte más difícil de toda la romería: marchar de
regreso a casa.
Abrazos y sonrisas con los que se marchan primero; los que
van a coger la carretera y llegarán a la tacita a la hora de comer. ¡Nos vemos
en Cádiz! ¡Cuidadito con la carretera! Los que se quedan, por su parte,
apurarán las horas para estar con la Virgen todo el tiempo que puedan. Siempre
hay algo que contarle; siempre hay algo que pedirle; siempre te quedas con
ganas de más.
Tiene un sabor agridulce el lunes, sobre todo a partir de la
tarde: la penúltima visita a la Virgen, las penúltimas velas; las penúltimas
horas.
Y el martes por la mañana comienza el camino de vuelta. Una
Salve a las puertas de la ermita, la canaliega y el primer golpe de emociones
encontradas cuando vuelves a pasar el cancel de Manecorro pero, ahora, en
dirección contraria. Nadie quiere irse del Rocío, pero como me dijo sabiamente
una vez una voz almonteña: “Si no te vas, no podrás volver”. Ese pensamiento es
el que llena tu cabeza mientras empiezas a adentrarte de nuevo en Doñana: ya
quiero volver.
Yo nunca había hecho un camino de vuelta hasta que lo hice
con Cádiz hace diez años. Y es una experiencia que recomiendo. Cuando te vas
del Rocío, en tu coche, donde las distancias se cuentan en horas y no caminas
junto a tu Simpecado, es tan solo un viaje más. Pero, cuando aún te quedan dos
noches de camino y tres días de arenas por delante y ya ha acabado la romería,
cogerte del pasamanos de la carreta es otro mundo. Si Doñana, cuando íbamos de
romería, te acompañaba en tu introspección, ahora te la provoca: te saca de
dentro las emociones más profundas que has vivido en estos días. Es el tiempo
de las revelaciones, de los nudos gordos en la garganta. A cada pisada, Doñana
y la Virgen te van proponiendo cómo afrontar tus conclusiones de ahora en
adelante.
Y, por supuesto, te siguen acompañando las manos de tus
hermanos. Y, por supuesto, se siguen compartiendo sonrisas, lágrimas y
momentos.
¡Que nunca se pierda la foto de grupo en las Marismillas
antes de abandonar Doñana!
Malandar, la barcaza y Sanlúcar son casi el penúltimo párrafo
de la romería. Nos vuelve a resonar en la cabeza aquello que nos decía la
virgen “Doñana es el paraíso, tu mundo está en la otra orilla”. Y volvemos a
tener los sentimientos encontrados porque, por un lado, duele mucho abandonar
el paraíso, pero, por otro lado, también hay ganas de llegar ya Cádiz, de
llegar a casa y que la nostalgia nos recuerde por unos días la intensidad de lo
vivido y de las lecciones aprendidas.
Y, como esta hermandad es así de grande, lo primero que hará
al pisar el asfalto de la avenida es parar en residencia para entregarle a los
internos todo el cariño que la Virgen nos ha dado para ellos. Luego, en San
José, se apurarán los últimos minutos y se prolongarán de nuevo entre lágrimas,
besos, Salves, sevillanas y abrazos negándonos a admitir que ha terminado el
Rocío.
No es verdad que se termina
No se termina el Rocío
Aunque ya esté el Simpecao
Solito y entronizao
En su capilla dormío
Y aunque se le haya cantao
Hasta quedar agotaos
Para escapar del vacío
No es verdad que se termina
No se termina el Rocío
Aunque se cierren las puertas
Y la avenida desierta
Provoque un escalofrío
Y con las flores aun frescas
La carreta esté de vuelta
En su rincón escogío
No es verdad que se termina
No se termina el Rocío
Y el Rocío no se termina
Porque queda en la retina
Los mil momentos vivíos
Y porque llegan los días
En que sin ser romería
Seguirá siendo Rocío
Que sin arena en los botos
Bien perdura este amorío
Y como es de bien nacíos
El mostrase agradecíos
Por los dones de la vía
A San José los romeros
Volverán con mil “te quieros”
Al cabo de un par de días
Porque el espíritu Santo
Los protegió con su manto
Y les llenó de alegría
Y les mostró lo increíble
Que te vuelves invencible
Si es su aliento el que te guía
¡A Dios mil besos y abrazos
Y otros diez mil a María!
Se llenará el calendario
De mensuales rosarios
Y preciosas sabatinas
Y charlas de formación
Que son para el corazón
Alimento y vitamina
Y en agosto la velada
Y en septiembre la llantina
Que si nos colma de amores
La más bella de las flores
La que vive en La Rocina
También colma, lo aseguro
La patrona de extramuros
Almonteña beduina
Que no se acaba el Rocío
Que el Rocío no se termina
Que los jóvenes primero
Volverán a los senderos
En cuanto llegue septiembre
Y en octubre la tacita
Volverá a verla en su ermita
Y otra vez lo hará en noviembre
Se llena el año de citas
Pa que su Gloria nos siembre
Convivencias, Navidad
Las obras de caridad
Satisfacción del cristiano
Y en Cuaresma la emoción
De un viacrucis de oración
El camino de los Llanos
La muerte y resurrección
Y otra vuelta a este guion
Del Rocío gaditano
No es verdad que se termina
Es la vida siendo hermanos
La vida como Dios manda
La vida con valentía
La vida hecha de momentos
Donde cambiamos tormentos
Por preciosas alegrías
La vida como un tesoro
De incalculable valía
Donde la Blanca Paloma
Alimenta tus acciones
Y te empuja cada día
A que le eches reaños
Para subir los peldaños
Que te llevan a María
La vida que cualquier madre
Para sus hijos querría
La de las buenas personas
Que siempre tienden la mano
Aunque nadie se lo pida
La vida que se festeja
Con una gran romería
Que el Rocío no se termina
Pero tiene siete días
Que son la Gloria en la tierra
Que son luz y fantasía
Que son marisma y arenas
Simpecaos y Ave Marías
Porches con cantes y bailes
Una explosión de alegría
Gentes sencillas y creyentes
De todas partes venidas
Oraciones contundentes
Promesas que maravillan
Más de un millón de cristianos
Una esperanza que brilla
Que el Rocío no se termina
Pero tiene siete días
Donde se obra el milagro
Y la Paloma bendita
Baja del cielo volando
Y nos llena de energía
Y eso días están llegando
Por eso, Cádiz querida
Hoy te pregono el anuncio
De la inminente venida
Pa convocar a los romeros
Y preparar tu salida
Que la paloma te espera
Como Rocío que te cuida
Así que coge el camino
Hacia el más bello destino
Y festejemos la vida
(He dicho)